Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de Guamocó
:: Magdalena Medio, Colombia ::
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Guamocó, una historia que se resiste al olvido
 

Nuestra historia, la de América Latina, es la historia de un sinfín de pueblos que bajo el yugo de varios imperios, como el español y el gringo, han sufrido la explotación tanto de los recursos naturales como de nuestros hombres y mujeres, quienes hoy se resisten al olvido y se levantan para ser escuchados en el silencio de la historia.

Con el nombre del cacique indígena que habitaba sus territorios, a Guamocó se la recuerda como la primera población de producción aurífera de la colonia. Luego del declive que vivió al iniciar el siglo XVIII, la ciudad fue desapareciendo paulatinamente, y hoy no quedan ni sus ruinas. Las razones de su desaparición son un misterio. En la actualidad, Guamocó es el nombre que se le da a la región suroccidental de la Serranía de San Lucas, donde habitan alrededor de cuatro mil personas dedicadas a la minería artesanal, quienes inician un proceso organizativo que busca óptimos frutos e importantes transformaciones de su situación social.

Frente a la conformación regional de Guamocó se han construido diversas versiones que poseen como eje articulador la atracción que la región despertaba a partir de la presencia de grandes recursos auríferos. Por tal motivo, exponemos una reconstrucción acerca de la fundación de Guamocó, su desarrollo y desaparición del mapa económico e histórico de Colombia.

Los orígenes

A partir de la exploración realizada a través de las aguas del río Magdalena se abrió paso para el descubrimiento de vastos territorios y recursos, los cuales fueron objeto de disputa entre la gobernación de Cartagena y Santa Marta, siendo esta la primera en llegar a los territorios del sur en miras de solventar la pobreza y desesperación de sus pobladores, causada por el fracaso de la explotación de las pesquerías de perlas en el Cabo de la Vela y los constantes conflictos con los indígenas presentes en la zona. Por tal motivo, el Magdalena se convirtió en el principal camino hacia el sur. Sin embargo, las primeras exploraciones que se realizaron al interior de lo que hoy es Colombia, se efectuaron por vía terrestre a través de caminos coloniales que iban desde las estribaciones de la Sierra Nevada hasta llegar a la ciénaga de Zapatosa, punto de inicio para el recorrido por el Magdalena.

Con ello se dio paso a la construcción de Mompox, principal puerto y centro de acopio de la época sobre el Magdalena, lo cual permitió la libre exploración de las aéreas circunvecinas a la zona, que gracias a la importancia económica y política que adquirió, asumió bajo su jurisdicción las poblaciones de Simití y Guamocó. A través de la fundación de poblaciones como Simití en 1537, Remedios en 1560, Cáceres en 1576, Zaragoza en 1581, etc., las cuales contaban con alta presencia de distritos mineros, se materializó el hallazgo del tan anhelado Dorado.

En esa época Gonzalo Jiménez de Quesada emprende una expedición en miras de conquistar las riquezas de Potosí, en el Alto Perú. Al llegar a Simití, cerca de la ribera media del Magdalena, parte de la tripulación deserta de la misión a causa de las dificultades del viaje, adentrándose en la Serranía de San Lucas. Los desertores fueron guiados por indígenas conocedores de la región a explorar las tierras del cacique Guamocó, fundando de forma clandestina la población de Angulo (lugar de paso y de descanso de arrieros y mulas, hoy conocida como Santa Rosa del Sur) y descubriendo las inmensas riquezas de la región.

Hacia el año 1600, la búsqueda de oro llevó a los colonizadores al costado suroccidental de la Serranía, siendo fundada una de las principales poblaciones de producción aurífera de la Colonia: la gran ciudad de Guamocó, y reiterando la alta presencia de oro en la zona. A causa del interés que generaba la zona, desde la gobernación de Antioquia se envían expediciones en 1587 y 1593, hasta que en 1611 el capitán Juan Pérez Garavito, comisionado por el gobernador de Zaragoza, incursiona y somete este territorio, fundando la población de San Francisco de la Antigua Guamocó. De esta forma se dio continuidad a la explotación y exportación de oro de esta, alcanzando para ese mismo año un significativo aumento de las exportaciones de oro hacia España. Por esta razón fue construido el camino de Simití a Guamocó en el año de 1623, a cargo de Alejandrino Ramírez de Arellano, labor que contó con el trabajo de tres mil esclavos, solventando así la poca presencia de caminos de acceso, ya que el ingreso hacia este solo era posible por la población de Zaragoza.

Desde ese momento y a lo largo de los siglos XVII y XVIII fue el florecimiento de la gran ciudad de Guamocó, basado en la extracción del oro de la Serranía, en un extenso territorio que cubría desde Simití, en la ribera del Magdalena, hasta Zaragoza, en la cuenca del río Cauca: “La ventajosa situación geológica de Guamocó, a orillas del río Tigüí, afluente del Nechí, y a proximidad de la más rica región aurífera de Antioquia, nos hace creer que su distrito sea muy fecundo en oro. Personas que han estado allí nos han asegurado que se encuentran muchas vetas de este metal.” [1]

Auge y declive

Al comenzar el siglo XVIII las minas de Popayán, Mariquita y Antioquia entraron en decadencia. En el año de 1653 los mineros con sus cuadrillas de esclavos abandonaron Guamocó, Segovia, Remedios y Cáceres, debido a que las minas importantes en el territorio antioqueño empezaban a agotarse, lo que obligó a los mineros de la zona a trasladarse de allí a Zaragoza, y a fundar las poblaciones de Santa Rosa de Osos y Rionegro. [2] Las causas de la crisis que llevo a estas regiones del virreinato a la decadencia comprenden aspectos políticos, económicos y sociales.

En el aspecto social se puede indicar que la reducción de la población nativa, así como la no sustitución de la misma, llevó a que la poca presencia de mano de obra no diera abasto para la extracción del oro. Otro factor de gran importancia en este aspecto fue la implantación del régimen de concertaje, que se basaba en el control del estado en la distribución de la mano de obra para la producción minera. Sin embargo, este no se ejercía de forma directa por la escasez de funcionarios para realizar dicha labor, además que los pocos indígenas empleados en las minas, por motivos del atraso en el pago, se establecieron en nuevas formas de trabajo, como fue el refugio en las grandes haciendas, en las que los terratenientes les proporcionaban seguridad y las “condiciones” para trabajar.

En el aspecto económico fue relevante el cobro de los impuestos sobre la producción minera, tales como el quinto y el cobo, aunque presentaron grandes dificultades a partir de la aparición del contrabando y el comercio clandestino en importantes zonas de explotación aurífera, lo cual impidió el incremento de los recursos de la Nueva Granada. Es así como el derecho de quintos y cobos percibido en 1777 alcanzó apenas 117 castellanos de oro, que representan un producto de 1.950 castellanos. A su vez, el tipo de mina presente en la región de Guamocó intervino en su desaparición, al ser esta mina de filo o beta, requería mayor cantidad de capital para su explotación, además que el traslado de la mano de obra y de alimentos demandaba mayor trabajo. Las minas de aluvión descubiertas en el Chocó y otros sectores de la Nueva Granada representaron una alternativa que requería menor gasto y dejaban igual o mejores resultados.

Con motivo de las guerras independentistas fueron clausuradas las vías para el transporte del oro. Sin embargo, al iniciar el siglo XIX se estabilizó la ruta del Magdalena con tal fin. Pero en el año de 1813, después de la Campaña Admirable del Libertador Simón Bolívar, se cierra la ruta del Magdalena y por esta razón la ciudad de Guamocó entra en declive, llegando a ser un lugar prácticamente deshabitado: “Esta localidad se halla por desgracia en medio de un país despoblado y lejos de toda comunicación, y debido a esto el laboreo de sus minas está hoy casi abandonado”. [3]

A nivel externo, España atravesaba una crisis económica causada por las dinámicas de modernización y crecimiento de las grandes potencias europeas. La búsqueda de mantenerse como potencia continental la llevó a invertir gran parte de su capital en dicha empresa, reduciendo los recursos para el sostenimiento de la economía neogranadina y las expediciones para el hallazgo de nuevos yacimientos. Además, la producción de oro representó para la Nueva Granada un aislamiento y dependencia del sistema económico del resto de Hispanoamérica, ya que su producción era ínfima con relación a los grandes centros mineros de Potosí, los cuales poseían gran demanda, y la base de sus exportaciones era esta actividad, ya que la agricultura era incipiente y manejada por los grandes hacendados. Frente a estas condiciones y el inestable mercado del oro en España, las grandes minas del territorio neogranadino fueron perdiendo importancia y desapareciendo paulatinamente, como es el caso de Guamocó, Pamplona y Victoria, dando paso a otros centros de poder como Medellín, Popayán y Rionegro.

De esta forma se puede identificar la confluencia de diversos factores que causaron el derrumbe de unas de las regiones más ricas en oro del virreinato de la Nueva Granada, y el posterior desconocimiento el legado aportado al desarrollo histórico y económico de Colombia. Esto evidencia que el desarrollo económico y social del país ha estado ligado a factores externos, impidiendo la consolidación de un modelo endógeno que corresponda a las características y contextos propios, los cuales permitan su soberanía y la construcción de un proyecto de nación.

La seducción del oro continúa

En 1825, luego de la guerra de independencia, y mientras el Libertador se encontraba en Perú, Santander establece un pacto comercial con los ingleses luego de que estos reconocieran oficialmente a las nuevas repúblicas, y se reinician las explotaciones de oro en Guamocó, ya no por los españoles sino por los británicos.

La inestabilidad del periodo político, a causa de las disputas entre santanderistas y bolivarianos, y las sublevaciones de afrodescendientes, originan el establecimiento en la Serranía de San Lucas de una zona llamada Libertad, refugio de esclavos rebeldes y fugitivos de la época.

En 1895 Felipe Alcocer, extranjero que se ve seducido por las historias de Guamocó, financia una expedición llevando en hamaca a una vieja esclava de Simití que contaba una historia sobre la existencia de un “pepo” de oro y la ubicación de una mina llamada Libertad. La expedición culmina con el descubrimiento de la mina, hoy conocida como Palma Chica, pero también con la muerte de la vieja esclava, lo que trunca las intenciones del extranjero de llegar al hallazgo del “pepo” de oro. Alcocer se establece en Libertad hasta 1914, año en el que al iniciar la primera guerra mundial, y como reservista del ejército estadounidense, se presenta a filas y abandona la mina.

En 1920 la ruta Simití-Guamocó es inutilizada y el camino se deteriora. Nuevos inversionistas abren una vía hacia el río Cauca, abriendo las minas Champán, Chicago y Marisosa. La familia Ospina Pérez, conservadora y de gran influencia en la política colombiana, entra en 1930 a Peñas Vivas, hoy conocido como La Unión, en cercanía a Palma Chica.

En 1948, después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, las guerrillas liberales que se alzaron en el Nordeste Antioqueño expulsan a los inversionistas extranjeros y nacionales de las minas de la región. Como ruinas quedan un molino californiano en la mina Chicago, el terraplén donde fue antes un aeropuerto y los restos de una planta pelton en La Unión.

En la década de 1970 es recolonizada la zona del hoy municipio de Santa Rosa del Sur, principalmente por pequeños mineros artesanales. Y a finales de la década de 1990, se agudiza la confrontación armada entre la insurgencia y el Estado. Arriban a la región grupos paramilitares para contrarrestar a la guerrilla y desplazar a los campesinos y mineros de la zona, facilitando el camino para la entrada de las empresas multinacionales para explotar los recursos naturales de la Serranía, entre los cuales están la riqueza aurífera, la hídrica y la ambiental.

¿Y el futuro?

Pensar en el futuro de Guamocó resulta algo difícil, más en un contexto político, económico y social como en el que nos encontramos. Las políticas del modelo neoliberal cada vez más penetran al sistema económico del país, al punto que la potencialización de las ventajas competitivas se ha convertido en una de las principales tareas del actual gobierno. En este sentido, los recursos presentes en zonas como Guamocó, incluyendo el suelo, la vegetación, agua, flora, etc., se convierten en el objetivo de las empresas multinacionales y sus megaproyectos, utilizando medidas como la construcción de carreteras que permitan su acceso y explotación. [4]

De esta forma se hace necesario fortalecer el proceso organizativo que se está gestando en torno a la Asociación de Hermandades Agroecológicas y Mineras de Guamocó, articulándolo con otras formas organizativas del movimiento popular, de tal forma que se consolide y desde allí se realice la ardua lucha por la tierra, los recursos, la vida y la soberanía.

Fuentes

- Entrevistas y testimonios de pobladores de la región de Guamocó.

- Jaramillo Uribe, Jaime. “La economía del virreinato (1740-1810)”. www.lablaa.org

- Restrepo, Vicente. “Estudio Sobre las Minas de Oro y Plata de Colombia”. Segunda edición. Bogotá: Imprenta de Silvestre, 1888.

- Revista ciudades de Antioquia. No. 10, diciembre de 1989.

- Salcedo Del Villar, Pedro. “Apuntaciones Historiales de Mompox”. Cartagena: Comité Hijos de Mompox. 1987.

- Varios autores. “Informe sobre límites del departamento de Antioquia”. Medellín, Departamento de Antioquia, 1912.

Notas:

[1Restrepo, Vicente. “Estudio Sobre las Minas de Oro y Plata de Colombia”. Segunda edición. Bogotá: Imprenta de Silvestre, 1888.

[2Revista ciudades de Antioquia. No. 10, diciembre de 1989. Pág. 39.

[3Restrepo, Vicente. “Estudio Sobre las Minas de Oro y Plata de Colombia”. Obra citada.

[4Revista ciudades de Antioquia. No. 10, diciembre de 1989. Pág. 13.