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De cómo un Mamo, creó a Kankuamia
Daniel Maestre Villazón / Martes 21 de agosto de 2007
 

Historia de mi Abuela:

Guy quiso guardar entre las manos los colores del arco iris.
En la sombra los colores desaparecían. Jacinto –dijo a Canek- le prometí a Exa un regalo.
Pero me parece que es un regalo imposible.
– Nada es imposible, niño Guy, cuando el corazón es limpio.
Guy volvió a mirar, bajo el sol, los colores del arco iris que forma un cristal.
Se quedo mirándolos con tanta emoción, que sobre ellos cayeron sus lágrimas.
Entre las manos de Guy quedaron prisioneros, lúcidos,
Los colores del arco iris. Exa tuvo su regalo.

Una madrugada, me encontró la abuela pensativo y con cara de preocupación. Coloco su banqueta en el mismo sitio de siempre, saco café en la totumita que siempre utilizaba para tomar. Cuando termino de tomar, la puso en el tacan del fogón y me preguntó: ¿de que amaneciste hoy, que te veo con cara de preocupación y pensativo que ni siquiera has asado los guineos que tanto te gustan? –Abuela – le conteste, -anoche tuve un sueño raro y feo. –Soñé - continué diciendo -que al pueblo llegaban unos hombres vestidos de la misma manera, con una armas que no había visto nunca y que asesinaban a varias personas, amenazaban a otras y ellas les tocaba irse para que no las mataran y eso me tiene pensativo. Además como usted dice que los sueños que uno tiene en la madrugada siempre se cumplen. Además yo me veía en otras tierras lejos de aquí. Por eso me levante asustado cuando usted me llamo, que me levantara a hacer el café- concluí.

La abuela, estuvo pensativa un rato, atizo el fogón y nuevamente la cocina se ilumino, luego se sirvió otra totuma de café y me dijo: -mi abuelo me contó que se vendrían tiempos muy difíciles para nosotros, que llegarían gente de otros laos que nos iban a hacer mucho daño. Pero…- se quedo pensativa otro rato como si en ese momento estuviera viendo a su abuelo. –pero, también me dijo que no tuviera miedo, que guardara la esperanza que eso terminaría algún día, que no perdiera la capacidad de soñar y eso también te lo digo a ti; no pierdas la esperanza ni la capacidad de soñar y para tranquilizarme me contó la siguiente historia, ahora te la cuento a ti y espero que siempre la guardes en tu corazón y cuando sientas tristeza y soledad por allá por donde vas a estar la recuerdes y eso te hará ver que a pesar que la noche este bien oscura, el día llegará tarde o temprano. "Mi abuelo me contó: continuo hablando –que hace mucho tiempo un Mamo, familia de él, tuvo una noche bien larga, fue una de las noches mas larga para él. ¿??? . Había tenido varios sueños repetitivos en el transcurso de la semana que presagiaban desgracias a su comunidad y toda la noche había estado confesando y pidiéndole a la Madre y a los buenos espíritus que le permitieran ver el futuro. Que le dijeran que hacer frente a esa desgracia que se cernía sobre su gente y sobre su territorio, que se encontraba ubicado en la parte suroriental de la montaña sagrada, considerada como el corazón del mundo. Una y otra ves la bola de ayu se paseaba por su boca, una y otra vez mojaba su chocuno con saliva y lo frotaba en el poporo, pidiéndole a su mujer espiritual que lo aconsejara, que le dijera que hacer frente a la angustia de mirar en su yatukwa como las nubes negras de la desgracia se hacían mas y mas espesas sobre el cielo de su pueblo.

Desde la loma donde estaba situada su kankurwa, se podía divisar la población de mayor tamaño, con la ayuda de la luz de la luna se podían ver los techos de paja de casi todas las casas, el humo de los fogones que salía a través del techo de paja formaba figuras fantasmales que hacían que el corazón del Mamo se angustiara mas y mas. En las primeras horas de la madrugada salió nuevamente de la casa ceremonial, miro el cielo y sus ojos ansiosos buscaron un lucero luminoso; sus abuelos le habían contado que mientras ese lucero siga brillando la creación aun se mantendría, aun abría esperanza. Un gesto de alegría cruzo su rostro al mirar que poco a poco ese lucero se iba alzando en la bóveda celeste.

Al entrar a la casa ceremonial una extraña sensación recorrió su cuerpo, se sintió cansado, y que ya no podía mantenerse en pie porque sus piernas le temblaban y se negaban a responderle... haciendo un esfuerzo supremo logro llegar hasta el lugar donde tenia colgado su chinchorro y se dejo caer. Saco de su boca el ayu que hacia mucho tiempo estaba masticando, lo tiro a la tinaja donde solía echarlo y busco dentro de una mochila grande que cargaba terciada, una mochila pequeña o tercera donde cargaba el ayu, saco de la mochila un puñado y se lo metió a la boca, luego de esa misma mochila extrajo un recipiente de totumo que contenía la miel de duá o ambira, introdujo el dedo dentro del recipiente, lo unto con esta miel y se lo llevo a la boca. Extrajo el poporo, el cual había metido en la mochila que hacia largos años su mujer le había tejido con este propósito y nuevamente, sentado en su chinchorro empezó a poporiar nuevamente hasta quedarse dormido un rato después.

Nuevamente regresaron los sueños anteriores, solo que esta vez tuvo uno diferente, soñó con una gran sabana llena de construcciones de un material que el desconocía. Construcciones que parecían lagos cuadrados que no sabia como se sostenía el agua que siempre estaba planita y no se derramaba a pesar que estaba volteado el lago. Según el. Allí en medio de esas construcciones extrañas y lejanas de su tierra vio a unas personas de su tierra, de su comunidad; era su propia gente, que un día iban a llegar hasta allá desplazadas por la guerra que se iba a desatar en su territorio; guerra, que dejaría muchos muertos y que obligaría a mucha gente dejar su tierra. En el sueño, miro que a pesar que era su misma gente ya no vestían de blanco, no utilizaban poporo, ni mascaban ayu, era gente que se había olvidado de las enseñanzas de los abuelos, habían olvidado la tradición. Pero a pesar de todo, no todo el sueño era malo. Porque también, luego miro a esa misma gente vistiendo de blanco… vistiendo de blanco y mascando ayu, poporiando, los miro nuevamente trasnochar y los escucho hablar de historias de la tradición. Eso le alegro el corazón.

Cuando despertó, algo le decía lo que tenia que hacer. Sin pensarlo, cambio nuevamente su masca’ de ayu, tomo su poporo y desde su corazón y desde su pensamiento supo que su obligación para que su gente no dejara de ser indígena, de ser Kankuama, de existir, era la de construir desde su pensamiento y desde su corazón una nueva población espiritual y que debía de ponerla en todos los lugares bonitos y mágicos, entre esos lugares estaba la sabana de Bogotá y todos los lugares sagrados y hermosos del territorio colombiano y del mundo. Donde sus descendientes pudieran llegar y así tuvieran un lugar donde ir a conversar con los mamos y los abuelos de todos los pueblos indígenas. A esta ciudad espiritual, solo se podría entrar con la llave de la intención de volver a retomar la memoria… la tradición de los kankuamos, la tradición de cuidar y preservar la vida y la esperanza. Volviendo a escuchar la palabra de los Mamos, palabra que no conoce fronteras, palabra que llegaría a donde estuviéramos si desde el corazón deseamos oírla... A ese lugar él lo bautizo como Kankuamia, que significa: " volver al pensamiento antiguo de la Madre"... volver al seno de la mujer... de la vida… volver al corazón… y desde allí, con el consejo de los abuelos, construir caminos de esperanzas y de vida. Construir caminos con corazón, caminos que nos devuelvan a la vida y un día a nuestro territorio, que siempre, los estará esperando de regreso"- concluyo la abuela.