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¿Qué crece en Colombia? La economía o la pobreza
Sandra Patricia Castro Marroquín / Sábado 22 de septiembre de 2007
 

“Las cifras confiesan, pero no se arrepienten. Al fin y al cabo la dignidad humana depende del calculo de costos y beneficios, y el sacrificio del pobrerío no es más que el costo social del progreso”.

Eduardo Galeano

El fin de la segunda guerra mundial marca el inicio del programa intervencionista estadounidense en América Latina y la puesta en marcha de la construcción del camino hacia el desarrollo para nuestro continente. El enfrentamiento entre Occidente y Oriente ubicó al Tercer Mundo en un lugar de privilegio para la consolidación del proyecto ideológico, militar y económico de los Estados Unidos. Es así como la eliminación de la pobreza se convierte en una de las banderas de dicho país, ya que ésta representaba una puerta para el ingreso del comunismo a los países con altos niveles de exclusión social, característica propia de llamado Tercer Mundo. De esta forma se edifica un discurso que antes de eliminar las desigualdades sociales, buscaba consolidar el lugar hegemónico de los Estados Unidos: la expansión del desarrollo hacia los países pobres.

Tal discurso implicó para América Latina la puesta en marcha de medidas que encausaran su economía hacia la búsqueda del progreso; la inversión en tecnología, incremento de la investigación, implementación de la doctrina de seguridad nacional, producción de alimentos de materias primas, etc. Sin embargo, estas medidas, antes de mejorar la situación económica y social del Tercer Mundo, lo condenaron a permanecer en un estado de decadencia y subordinación constante. Los incipientes procesos de industrialización que desde comienzos de siglo 20 se empezaron a desarrollar en países como Colombia, se vieron truncados por tales aspectos. Frente a la necesidad de abastecer su mercado interno de materias primas y reforzar el papel de las nacientes multinacionales, Estados Unidos emprendió una campaña de retroceso en la nacionalización de las economías latinoamericanas, a través de la promoción de programas militaristas en el marco de la guerra fría y el fomento de programas de “puertas abiertas”, que representaban la posibilidad de acceder a los recursos de todos los países, la inversión extranjera y el importante papel de la empresa privada. [1]

El alcance del desarrollo, en este contexto, se convierte en el escenario perfecto para salir de la condición de subdesarrollados, llegar a la modernización, lograr una vinculación al sistema de producción y comercio a nivel mundial, adquisición de tecnología, etc., premisas que en una sociedad dirigida por una burguesía de corte internacionalista y una población carente de formación y marcos de análisis, encajó con bastante optimismo.

Vemos que desde allí se edificó un falso modelo para nuestro continente: la consecución del desarrollo, lo cual ha costado el moldeamiento de nuestros países hacia los intereses de los Estados Unidos. Identificamos que el alcance del desarrollo ha sido una de las principales metas de los gobiernos nacionales, y el actual no puede ser la excepción. Por tal motivo, es importante dar una mirada breve sobre el papel del crecimiento económico en la consecución del mismo.

En la última década del siglo 20, el crecimiento económico colombiano presentó importantes tropiezos, la poca participación de los sectores primarios y secundarios de la producción de la economía en el crecimiento económico del país, evidencia el poco interés en consolidar un escenario de industrialización nacional, que cohesione los diferentes sectores y revitalice la economía interna. En contraposición, para el periodo que comprende desde 1994 a 2002, el sector terciario o de servicios incrementa su participación en el incremento del producto interno bruto de esta forma: 52,95% en 1994 al 57,36% en 2002 [2], teniendo al sector financiero como uno de los principales impulsores de tal cifra. Unas de las causas que provocó tal situación fue la baja demanda interna. La carencia de empleo llevó a que los niveles de consumo disminuyeran notoriamente, lo que evidencia que mientras no se genere un sistema productivo, basado en la puesta en marcha de la industrialización, en el incremento del capital fijo que permita el óptimo desarrollo de las actividades productivas y que potencie las ventajas comparativas del país, y que además impulse la creación de empleo en miras de eliminar la pobreza, no podemos hablar de un crecimiento económico a nivel nacional.

Llama la atención el crecimiento económico que el país ha presentado en los últimos años. El gobierno de Álvaro Uribe se planteó como meta revitalizar la economía colombiana por medio del fortalecimiento de las ventajas competitivas, es decir, con un modelo económico que se especialice en la exportación, dejando relegado el mercado interno. Así mismo, plantea dar vía libre a la inversión extranjera, conectándose de tal manera con el mundo globalizado. Estos factores poseen implicaciones sociales de gran envergadura: en primer lugar, al fortalecer las exportaciones se deja de lado la satisfacción de las necesidades de la población colombiana, esto desde los niveles de pauperización del sistema productivo nacional, provocando escasez de empleo, acentuación del subempleo, incremento del índice de pobreza (que oscila entre el 55% de la población), la pérdida de la soberanía del país, además de convertir al campo colombiano en un productor de materias primas para la agroindustria y en escenario despoblado de campesinos, aumentando el número de desplazados en el país.

Por otro lado, el incremento de la economía se aduce al mejoramiento de los niveles de seguridad, creando un ambiente propicio para la inversión extranjera, que al parecer para el actual gobierno es el único camino para llegar al desarrollo. De nuevo, se hace hincapié en la necesidad de militarizar el territorio nacional, no sólo como forma de eliminar a la subversión en el marco de la “lucha contra el terrorismo”, sino de entregar a las multinacionales importantes extensiones de tierra, recursos, mano de obra, etc., además de ser un elemento para desconocer la racionalidad del conflicto interno colombiano.

Otro factor que se debe tener en cuenta es la construcción de infraestructura que se ha venido gestando. Según el Gobierno Nacional, es importante que el mejoramiento e incremento de la infraestructura se mantenga como uno de los garantes del incremento económico que ha presentado el país. Esto implica la construcción de carreteras, puentes, puertos y aeropuertos que faciliten la salida de las materias primas colombianas y que de paso sean generadoras de empleo [3]. Tales circunstancias involucran que los megaproyectos se sigan desarrollando en importantes zonas del país, que al igual que en el punto anterior, conllevan desplazamiento y desterritorialización de la población, no sólo rural sino también urbana, como está previsto con la ampliación del aeropuerto El Dorado en Bogotá.

De todo lo anterior se puede inferir que la máscara del crecimiento económico hace parte de la demagogia del régimen para seguir legitimando la inversión extranjera, la usurpación de nuestros recursos, la militarización, la concentración en pocas manos de la riqueza, etc. Pero en el fondo no se convierte éste en un acto clave que posibilite la consolidación de un sistema económico que posibilite la inclusión social, la reducción de la pobreza y la construcción de un proyecto de nación soberano que responda a las necesidades del contexto. Y aunque las cifras reveladas por el DANE y festejadas como grandes victorias sean cuestionadas por amplios sectores de la sociedad, el gobierno insiste en los importantes logros en este sector, como lo afirmó Uribe Vélez: “Y nosotros empezamos un 2002 saliendo de una recesión enorme. Ahora un país que está haciendo ajuste fiscales, que está en esta batalla contra el terrorismo, que ha tenido que reformar 151 empresas del estado, antes mucha gracia que estemos creciendo a este ritmo, pero vamos a crecer más” [4] . Pero cabe cuestionar la última frase pronunciada: ¿qué es lo que seguirá creciendo? Por lo visto, y como lo demuestran las cifras, se seguirá presentando un crecimiento económico que sólo dé beneficios a un reducido sector de la población, pero, en contrapeso, las cifras de pobreza y miseria alcanzarán importantes índices, el desempleo, el quiebre de la poca industria nacional, los desplazamientos, las violaciones a los derechos humanos, la presencia militar, y sobre todo, las formas de lucha y resistencia.

Una vez más se demuestra que el modelo neoliberal no es el modelo de desarrollo propio para ningún tipo de sociedad, ya que no sólo causa el debilitamiento del aparato estatal, exonerándolo de su responsabilidad de ser el ente encargado de garantizar las derechos de la ciudadanía, dejándola desprotegida, y restándole por medio de esto legitimidad a su ejercicio, sino que legitima las desigualdades sociales, la concentración de la riqueza y el uso de la violencia como forma de reprimir a la sociedad. De tal manera que un modelo de desarrollo debe promover la industrialización nacional, lo cual implica unos niveles de inversión, investigación, subsidios del estado, el impulso al sector rural, la nacionalización de los recursos y las empresas estatales y la consolidación de un sistema educativo que forme a la población con base en las necesidades de su contexto.

Desde esta perspectiva, se podría ver un ambiente de complementariedad, en el cual todos los sectores fortalezcan la economía nacional y la conviertan en motor de desarrollo [5], no de forma fragmentada, y no desde el punto de vista de quienes se ven beneficiados con dicho crecimiento, sino en los sectores que participan en él, como fue evidenciado en el informe del DANE acerca del crecimiento del primer trimestre del año 2006, en el que se enuncia la importancia que tuvieron el sector de la construcción, los transportes y las telecomunicaciones [6], sectores que son dominados por capitales extranjeros, y lo relegado que quedó el sector agrícola y minero en la participación del incremento del PIB, puntos que dentro de la economía nacional deberían ocupar un importante papel en el desarrollo económico.

[1Escobar Arturo. La invención del Tercer Mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo. Grupo editorial Norma. Pág. 66.

[2Silva Colmenares, Julio. Colombia: crisis del crecimiento económico. Expresión en el comportamiento de la oferta final 1990-2002. Universidad Autónoma de Colombia. Septiembre de 2003

[3Portafolio. Obras para el crecimiento económico.

[4Pagina web de la Presidencia de la República. Intervención del presidente Álvaro Uribe Vélez en el programa “Hablando claro con la prensa” del Canal Caracol. Bogotá, mayo 3 de 2004.

[5Sarmiento Palacio Eduardo. El nuevo paradigma. De la estabilidad, el crecimiento y la distribución del ingreso. Grupo editorial Norma. Bogotá. 2005. Pág. 151.

[6Diario El País. Crecimiento económico superó las previsiones.