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Desde Colombia con las comunidades campesinas en resistencia
Nace la revista Prensa Rural
Intenta dar a conocer la magnitud del problema de la tierra, el desarrollo del conflicto en el campo y los procesos organizativos campesinos que dan vida a este proyecto
Agencia Prensa Rural / Domingo 30 de septiembre de 2007
 
Portada de la revista Prensa Rural No. 1

Nuestro país lleva ya más de cuarenta años inmerso en un vasto conflicto interno que tiene sus raíces en problemas sociales ir, que datan del inicio del país como proyecto de nación. Uno de estos problemas, quizás el más crucial, es el referido a la tenencia de la tierra, la inconclusa y postergada cuestión agraria.

El conflicto armado se ha desarrollado, principalmente, en los campos colombianos, pero es allí también donde con mayor alcance puede evidenciarse el conflicto social, la gran brecha entre quienes poseen y los desposeídos. En nuestro país, el 3% de los propietarios es dueño del 73% de la tierra, mientras que el 97% de los propietarios es poseedor del 27% restante. Los paramilitares han despojado al campesinado de más de cuatro millones de hectáreas, según el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural. En regiones como el Catatumbo (Norte de Santander), los paramilitares despojaron a los campesinos de entre 100 mil y 150 mil hectáreas, de las cuales el Bloque Catatumbo - en su desmovilización - sólo entregó cerca de 6.500.

La concentración de la tierra y la expropiación del campesinado tiene como fin el permitir al gran capital la implementación de megaproyectos económicos y de infraestructura, así como fomentar inversiones petroleras, mineras y agroindustriales. Eso sin contar que busca asegurar la perpetuidad en el poder del narcoparamilitarismo terrateniente. Para lograr esto, se desplazó forzadamente a más de 3’800.000 personas en los últimos veinte años, un proceso conocido como la “contrarreforma agraria”.

La tierra sigue siendo un factor central del conflicto colombiano. Bien señala el investigador Héctor Mondragón que “no sólo hay desplazados porque hay guerra, sino especialmente hay guerra para que haya desplazados”. La guerra hoy en día, circunscrita y presentada como “política de seguridad democrática”, que combate según el gobierno a “la amenaza terrorista de las guerrillas”, ataca no sólo a los grupos insurgentes, sino también al campesinado y a los pobladores civiles. Mientras tanto, los paramilitares buscan la forma de eternizarse en el poder imponiendo candidatos en amplias zonas del país: los llamados “parapolíticos”, quienes integran principalmente los denominados “partidos de la coalición de gobierno”, es decir, los partidos uribistas.

Pero a pesar de este sombrío panorama que se proyecta en el campo, las comunidades rurales siguen resistiendo, intentado hacerse visibles en una sociedad que los invisibiliza. Uno de estos proyectos de visibilización y de resistencia del campesinado es la comunicación alternativa. Es así que desde comunidades organizadas nace la Agencia Prensa Rural, que como proyecto comunicativo de organizaciones sociales rurales, nace con la vocación de romper la censura impuesta por el Estado y los medios masivos de comunicación, cuando se busca mostrar la realidad de las regiones donde se desarrolla el conflicto social, político y armado.

Para ello, intentando dar a conocer la magnitud del problema de la tierra, del desarrollo del conflicto en el campo y los procesos organizativos campesinos que dan vida a este proyecto, aparece la revista Prensa Rural. En esta primera edición, presentamos la campaña de hermanamiento con la Asociación Campesina de Arauca, una breve reseña histórica de la región del Sumapaz, y un documento sobre la lucha por las reservas campesinas. Igualmente, publicamos un interesante análisis sobre el Estatuto Rural, la declaración política del congreso agrario, obrero y popular del suroccidente colombiano y un artículo sobre la reparamilitarización de Norte de Santander. También acompañan este número, el balance del quinto congreso nacional del MST de Brasil, un texto sobre la lucha cotidiana del campesinado del Nordeste Antioqueño, y una crónica sobre una experiencia de trabajo social con niños en medio del conflicto. Asimismo hace parte de esta publicación un documento sobre la farsa democrática colombiana y la iniciativa del Movimiento Nacional de Víctimas en la lucha contra la impunidad.

Con contenidos como estos, esperamos que de aquí en adelante ésta publicación dé nuevas luces sobre los graves atropellos que a diario enfrentan las comunidades campesinas del país, pero también sobre sus propios procesos de organización comunitaria para contrarrestarlos. Dos aspectos del conflicto que parecen no tener importancia para los grandes medios masivos de desinformación.


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