Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Los escándalos del túnel de La Línea apenas comienzan
Miguel Ángel Rojas Arias / Jueves 29 de marzo de 2012
 

Seis años lleva cacareando Néstor Ocampo, presidente de la fundación ecológica Cosmos, sobre la contaminación que está provocando a los ríos y quebradas de Calarcá las obras del túnel de La Línea. Desde la construcción del túnel piloto, Ocampo ha manifestado que se está estimulando un drástico daño ambiental en la zona.

Argumenta que las quebradas disminuyeron su caudal, además de resultar contaminadas con los elementos químicos que se utilizan para arrancar la roca de la montaña. Ha dicho Ocampo que muchas fincas perdieron su fuente natural de agua, pues gran cantidad de nacimientos desaparecieron.

Ha alegado, además, deforestación y una alta preocupación por la cercanía del proyecto con el volcán Machín, en actividad baja, que de explotar podría taponar todo el complejo del túnel, gran parte de la carretera, con pérdidas de vidas humanas y, evidentemente, económicas, de acuerdo con sus argumentos. Claro que la deforestación por parte de empresas madereras y el avance de la potrerización para la ganadería también han contribuido. Cacarea y cacarea Ocampo, con razón, con el amor solidario por sus coterráneos, los calarqueños y, por supuesto, por la naturaleza.

Pero la atención de las autoridades locales y departamentales, incluso de las ambientales, fue mínima. En cambio, esta semana, la gobernadora Sandra Paola subió al túnel y se percató de todo lo que había denunciado Ocampo y, para el bienestar y la salud de sus gobernados, puso el grito en el cielo. Y dijo, entre otras cosas, que si era necesario hacer movilizaciones sociales (es decir, salir a la calle a protestar, hacer paros, y todo lo que eso conlleva) las promovería, si no se da solución al problema.

Visité en dos ocasiones el túnel en construcción con el ex gobernador Julio César López y le oí decir que en pocos años veríamos la cima del túnel sin capa vegetal, esto es, sin árboles y, por supuesto, sin animales. Explicaba que el nivel freático de la zona era muy alto y que toda el agua del subsuelo se estaba derramando por la abertura del túnel. Como consecuencia, el suelo de encima del túnel perderá el agua y por tanto ese será un desierto. Y ahora, no sólo hay un túnel de ocho kilómetros y medio, sino dos de ese tamaño y quince más (galerías) cuya longitud oscila entre los 60 y los 70 metros.

Lo que se ha descubierto hoy es una profunda contaminación de quebradas que surten las fuentes del acueducto local de Calarcá, lo que pone en riesgo la vida de los habitantes de esta ciudad. ¡Malditos!, y callaron. “¡Qué se jodan!”, dirían, porque por encima de todo está el dinero. A los inspectores de la autoridad ambiental regional le escondieron la realidad, no los dejaron ingresar a hacer las revisiones pertinentes, hasta que un arriesgado funcionario ambiental se aventuró en horas nocturnas, a hurtadillas, casi como un ladrón, e inspeccionó la zona, los pozos y tomó las muestras de las aguas que luego eran arrojadas a las quebradas. Y descubrió el escándalo que ya había sido denunciado por Ocampo. Por fortuna, encontró eco en la gobernadora Sandra Paola, a quien los quindianos debemos rodear en este asunto.

Ese túnel no se debió de construir. Mucho más adecuado fue haber hecho viaductos, no 30 o 40 como los proyectados, sino 100 o 150, para que por dos carriles fluyera el tráfico. Y la zona no hubiera perdido ambientalmente, por el contrario, sería un atractivo turístico mundial. Los problemas del túnel de La Línea están por venir. Allí se está abriendo el nuevo escándalo del país, diferente al ambiental, porque en breve Colombia conocerá las cifras de su descalabro financiero y la paralización de la obra. ¿Por cuenta de otro ‘carrusel de la contratación’? ¿O será el mismo?

Los problemas de la mítica montaña del Quindío apenas empiezan, ya llega la Anglo Gold Ashanti por el oro, por encima del que sea.