Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

La Marcha Patriótica y la bala que nos mata
Luz Marina López Espinosa / Martes 1ro de mayo de 2012
 

“Los que mueren por la vida no deben llamarse muertos, Y a partir de este momento es prohibido llorarlos”

Eran miles de pies, miles de pisadas. Muchas. Alguna cámara curiosa tuvo el gesto estético de recoger para la historia lo que era la presencia de los ningunos, los Nadie, de los que según afirmó uno de ellos en un video promocional de la Marcha Patriótica llenado de sentido el dicho de un escritor, “vale más la bala que nos mata”. Entonces los vimos, y gracias al camarógrafo que nos lo permitió. Muchos pies y pisadas firmes, rápidas, se notaban decididas y sí, también alegres. Botas con las que se trabaja el campo, fuertes de caucho que aguantan bastante y duran más; sandalias, cotizas -¡que demodadas nos parecieron en la ciudad!-, calzado de toda laya, botines, abarcas, de pobres en todo caso, algunos pies desnudos que igual pisaban recio.

Y después en la Marcha real del histórico 23 de abril de 2012 en Bogotá Colombia, vimos ya directamente esa muchedumbre cara a cara, extraordinaria avalancha jamás antes vista que los medios de comunicación desconocieron, y el que no la negó, no la ningunió –como correspondía a los tales- tasó en modestas 35.000 personas, siempre fieles que son, leales a la mentira con tal de cumplir su alto designio, apuntalar con la noticia de cada día los intereses de la clase dominante, y con la misma desvirtuar, tergiversar, demonizar los de las clases populares.

Nos topamos con los rostros de la Marcha y reparando en ellos descubrimos la otra Colombia, para sorpresa nuestra la verdadera porque es la de los más, los más auténticos como que representan nuestros reales ancestros, los originarios además. Entonces nos encontramos con que no somos tan blancos como creíamos, ni tan criollos como se nos parecía, ni tan españoles como nos dijeron. Eso somos nosotros los “blancos”, los “civilizados”, los descendientes de india y señor español. Los que además, el clima, el medio ambiente y el tipo de tareas de la ciudad nos blanquean un poco, oficinas y recintos donde no da el sol y donde el aire acondicionado nos refresca. Pero la Marcha nos reconoció en lo que principalmente somos además de blancos: bien indios, bien negros, bien mestizos, bien mulatos. No tan altos como creíamos, más bien bajitos, y el color correspondiente a cada etnia matizado por amarillos y palideces –mal color decían nuestros mayores- que delatan la residencia permanente del paludismo, los parásitos y la leichmaniasis. Amén de muchas pero muchas intemperies, largas jornadas al sol canicular y noches en despoblado bajo la para el caso nociva influencia de la Luna. Y qué no decir de las dietas pobres, insuficientes y escasas que revelaban los semblantes.

Eran los rostros como marcados en el seño y la mirada por el oficio y el destino de sus dueños: los secadores de sal en las playas de Manaure en la Guajira, de los silenciosos Huitotos de la selva amazónica, los Guahibos de los llanos, los negros cortadores de caña del Valle del Cauca, los colonos de La Macarena, los cultivadores de papa y trigo de Nariño y de banano de Urabá, en fin, todos los que monte adentro enfrentan la naturaleza y sus vicisitudes, pero no tanto esto, sino los que monte adentro y más acá en ciudades, villorrios, corregimientos y veredas enfrentan la impiedad de un régimen que los despoja, desplaza, reprime y persigue. Y para ser ecuánimes, que cuando no les hace nada de esto –porque también ocurre-, sí les niega las condiciones elementales de vida

Por eso, la Marcha Patriótica que por la Segunda y Definitiva independencia se constituyó como movimiento político con la multitudinaria movilización a Bogotá desde los cuatro puntos cardinales del país este 23 de abril, fue desde antes detectada por el poder político dominante y su aparato militar, como que su gestación y puesta en movimiento no fue clandestina. Y así, con la ¡cuándo no! generosa acogida de los medios de comunicación y el Gobierno, fue objeto de toda clase de señalamientos y estigmatizaciones con las condignas amenazas. Que la Marcha era de la guerrilla, que es un movimiento político con brazo armado, que sí, que no, que mucho cuidado porque no lo vamos a permitir. En fin una historia harto conocida y que equivale abiertamente y sin ningún reato, a una amenaza de exterminio. Ninguna exageración: la misma reacción, las mismas palabras de cuando surgió con qué fuerza, con qué entusiasmo y acogida popular, la Unión Patriótica.

La historia es reciente. A tales idénticas palabras del mando militar de la época –década de los ochenta del siglo pasado- recogidas, ampliadas y replicadas por los gremios, la prensa –¡cuándo no!-, los partidos del Establecimiento y el poder Ejecutivo, expresando “estupor” por lo que sabían era apenas su coartada, la de un movimiento político “con brazo armado”, vino la consecuente respuesta del terrorismo de Estado. Y por miles, cayeron hombres, mujeres, niños y ancianos, la dirigencia nacional, regional y local y los militantes que se habían notar. Claro, no eran clandestinos. Es el proceso por genocidio que está pronto a ser fallado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Y la Marcha Patriótica tuvo su bautizo de sangre el mismo día de su nacimiento. Hernán Henry Díaz líder campesino que dirigía la movilización de 200 campesinos de una zona del Putumayo, desapareció el 21 de abril. Martha Cecilia Guevara, también dirigente agraria del Caquetá, fue desaparecida al regresar a su tierra el 24 en un viaje donde la hostilidad de militar al igual que en la venida, fue notoria. Y hoy 30 de abril a los ocho días de la gesta de “los Nadie”, iremos al sepelio del camarada Mao Enrique Rodríguez, abnegado y firme militante comunista de toda la vida, responsable de la seguridad de sus dirigentes y como tal muy activo en el desarrollo de la Marcha. Fue “sicariado” la noche del 27 cuando llegaba a su casa en un sector popular de la ciudad.

No hay que llamarse a engaños. La Unión Patriótica ha resurgido. La semilla de los mártires germinó. Pero también el terrorismo de Estado y la decisión de su exterminio. Y esta vez ni siquiera lo soslayaron. El presidente de la República Juan Manuel Santos, en alocución ampliamente difundida, lo dijo. Más o menos son sus palabras en escandalosa alusión a la legitimidad del exterminio de la Unión Patriótica: “Recuerden lo que pasó. Ya saben lo que le ocurre a los movimientos vinculados con grupos armados ilegales.”

Y no requeríamos que nos diera la prueba de lo que pasó. En todo caso Mao, Martha Cecilia y Hernán Henry desde la eternidad nos lo recuerdan.

¡Todas y Todos Somos Marcha Patriótica!