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Entrevista con Jaime Caycedo, Secretario General del Partido Comunista Colombiano
"La paz no es el silencio de los fusiles"
Geraldkurt / Domingo 23 de septiembre de 2012
 

Jaime Caycedo Turriago, el Secretario General del Partido Comunista Colombiano, en diálogo con Confidencial Colombia habló sobre la expulsión del partido comunista del seno del Polo Democrático Alternativo (PDA), de las opciones de paz que tiene el país y del futuro político colombiano en medio de un proceso de paz que ha tocado todas las fibras nacionales.

Enclavada en uno de los barrios más tradicionales de Bogotá, una vieja casona de estilo inglés alberga la sede del Partido Comunista Colombiano. En su oficina privada Jaime Caycedo, Secretario General de PCCol, habló sobre la expulsión del partido del seno del Polo Democrático Alternativo (PDA), de la realidad de los diálogos de paz en Colombia y del futuro político del país en medio del proceso de negociación.

Confidencial Colombia ¿Por qué el PDA expulsó al Partido Comunista?

Jaime Caycedo - La crisis del Polo no es nueva, viene desde la alcaldía de Samuel Moreno. Esa crisis se ha racionalizado y se ha visto la necesidad de una autocrítica de fondo. Esas realidades hacen necesario que el Polo se abra a otras fuerzas que están surgiendo, pero esa apertura no existe.

Por ejemplo, la Marcha Patriótica, que tiene una verdadera base popular o social real, en oposición al Polo ha sido un movimiento fundamentalmente urbano y circunscrito a unos cuantos departamentos. En cambio la Marcha Patriótica tiene base rural en zonas en que tienen injerencia los grandes proyectos agromineros.

En la perspectiva del congreso ideológico del Polo, pudo pasar que varios sectores que no quieren una convergencia con esos nuevos sectores dieron un manotazo sobre la mesa y decidieron irse por la vía más fácil y quedarse como la “única” opción de oposición. Esa decisión, de expulsarnos, se tomó de manera irregular, sin que pasara por la comisión de ética o por los mecanismos de control interno. Los estatutos del Polo no se tuvieron en cuenta a la hora de definir la doble militancia sino que se usó el concepto o la decisión de Clara López para decidir la expulsión. Para que hubiera doble militancia, Marcha Patriótica debería tener personería jurídica y el concepto de afiliado. Al no existir ninguna de las dos pues no existe la doble militancia.

C.C. En su concepto, ¿cuál sería la posición del Polo sobre los diálogos de paz que se están llevando a cabo?

J.C. La posición al interior del Polo no es homogénea. Por ejemplo, Clara López y su sector son favorables al proceso de paz, mientras que el Moir no quiere oír hablar de nada de esto. Ese tipo de directrices lo único que buscan es alejar al Polo de la participación en el proceso de paz, así como de la convergencia con otras fuerzas sociales tales como El Congreso de los Pueblos, Marcha Patriótica o Minga Social y Comunitaria.

No hay una definición clara de hacia dónde hay que ir en estos tiempos de paz. El Polo se está aislando de las posibilidades de paz, mientras que nosotros estamos buscando la forma de podernos articular e intervenir popularmente en las actuales políticas de paz.

C.C. ¿Cuál sería el escollo más grande de Marcha Patriótica?

J.C. Yo creo que lo más complicado sería que se consolide como partido político ya que perdería su espontaneidad y la frescura que ha permitido la participación de grandes sectores sociales.

También deberían cuidarse de la posibilidad de que se cierre y se estructure alrededor de grupos pequeños de poder. Si se deja por fuera a la gran base que ha participado hasta ahora, dejará de ser un proceso válido e interesante. Además, hay que cuidarse de la no convergencia con otros sectores que llevarían a un aislamiento.

Se ha hablado mucho de la construcción de un frente amplio de convergencia popular. Esa es una idea que está dando resultados en Latinoamérica. Esa idea la entendemos como algo muy difícil de asumir ya que exige voluntad de poder para generar un cambio político de fondo. No creo que eso sea muy lejano y creo que en unos años podemos llegar a tener una sociedad realmente abierta. La sociedad colombiana no puede seguir alrededor de los Santos o los Lleras, de los mismos que llevan doscientos años gobernando.

C.C. ¿Cuál es la visión de ustedes sobre el proceso de paz?

J.C. Si uno mira la agenda de paz que se está discutiendo en La Habana, hay 5 puntos principales: tierra, libertades y reformas políticas, víctimas, narcotráfico y las condiciones de la salida del conflicto armado. Esos temas son un problema generalizado. Por ejemplo, los bombardeos en las regiones en que la guerra se vive son un problema muy serio para la población civil. La militarización del territorio es algo dramático. Lo que se vivió en el Cauca fue una lucha de masas populares en contra de esa militarización del territorio, de esa ocupación por parte de una fuerza armada.

¡Es que estamos inmersos en una guerra real, con tiros y bombardeos que afectan la vida cotidiana del campesinado colombiano! Es una situación similar a la discusión de Marquetalia en la que se hablaba, con desprecio, de unas gallinas y unos marranos perdidos por los campesinos debido a los bombardeos; pues resulta que esos marranos o gallinas son la forma de sustento de esas personas.

C.C. ¿Por dónde debería empezar la discusión sobre la paz?

J.C. El tema agrario es fundamental. Los indígenas lo ven desde la óptica del respeto a la madre tierra, el campesinado lo ve desde la necesidad de una reforma agraria y de la creación de zonas de reserva campesina, así como de la seguridad alimentaria, en el marco de la crisis mundial capitalista.

Las libertades son una discusión necesaria. En Colombia no existe un estatuto que defienda el ejercicio de la oposición. La Unión Patriótica fue exterminada y se dijo que se le quitó la personería jurídica porque no alcanzó tal o cuál número de votos sin tener en cuenta que hubo un genocidio que acabó con sus militantes, con asesoría del mismo estado. Además, el ejercicio electoral es muy complicado porque la corrupción es notoria en esa esfera. No se le puede decir a las guerrillas que todo el problema se soluciona a través del ejercicio electoral cuando en las elecciones atípicas del Valle del Cauca encuentra una registraduría paralela.

El tema de la verdad es otro tema crítico. Acá debe haber una comisión de la verdad para abordar el proceso de paz. Por ejemplo, hasta que Estados Unidos no pide en extradición al General (r) Santoyo nadie sabe nada de él. Ni la fiscalía le tenía investigaciones abiertas a pesar de que estuvo envuelto en líos de chuzadas desde los últimos 15 años.

El narcotráfico es uno de los temas centrales. Ese punto fue propuesto por las Farc. porque es un tema central ya que es un problema en el campo donde los campesinos están inmersos en el problema. El tema de las víctimas debe ser reformulado dentro del marco jurídico colombiano.

Es fundamental discutir el cese al fuego, ya que si se parte de la hipótesis de que la ventaja militar se ve reflejada en la mesa no se avanza para ninguna parte. No es que las Farc estén siendo asfixiadas por las acciones militares sino que hay muchos sectores de la población civil que están sufriendo con esas acciones.

Esa es una agenda que despierta mucho interés en muchos sectores. Nosotros, con otros sectores, estamos adelantando la llamada ruta de la paz, instalando mesas de paz en las regiones. Además queremos participar en la semana de la indignación, citada para la segunda semana de octubre. También está planteada la idea de una gran encuentro internacional por la paz hacia noviembre. Un encuentro latinoamericano ya que el conflicto colombiano es un problema regional.

A eso se le suma algo que es vital y es la desmilitarización del país. Colombia vive en un estado general de crispación. La agresividad que se ve reflejada en conceptos como la limpieza social o el deseo de venganza, además del elevadísimo presupuesto militar, hacen que la sociedad colombiana necesite entrar en una lógica de la paz.

C.C. ¿Hay escollos grandes para el proceso de paz?

J.C. Santos va a necesitar algo que mostrar antes de 2014. Además, hay que cuidarse del sector guerrerista de la ultraderecha. Hay que estar muy pendiente de las provocaciones y saboteos al proceso que pueden enrarecer el ambiente. Eso es algo inevitable, pero ahí es donde la sociedad civil debe intervenir y no quedarse esperando que todo se solucione en las elecciones de 2014.

C.C. ¿Es este proceso de paz una buena estrategia electoral de Santos, de cara a las elecciones de 2014?

J.C. Santos ha jugado a su reelección. Creo que ha ganado un punto. Hace mes y medio se reunieron en Medellín algunos políticos con ganas de que Santos y Uribe pudieran limar asperezas (“pedimos la palabra”), hoy en día nadie se acuerda ni se fija en eso. Ese es un tema que ya no es de la agenda nacional. Con el anuncio de los diálogos de paz, la confrontación con Uribe ya se convierte en algo que se sale de la esfera de la amistad y Santos ya empieza a pensar en un nuevo horizonte de sucesos que apuntan a su reelección.

Por su parte la izquierda, en esa realidad se queda sin muchas opciones aunque sin perder el horizonte. Yo espero que el Polo rectifique y que se inscriba en esa visión unitaria que podría darle una verdadera opción. El país debe darse cuenta de que en materia de paz no pueden existir solo dos opciones como lo son Santos y Uribe; la izquierda también puede ser una opción en ese sentido.

C.C. ¿Y qué tal Progresistas como opción de la izquierda?

J.C. Progresistas puede jugar un papel muy importante. El doctor Navarro estuvo muy involucrado en aquello de “pedimos la palabra” pero me parece que era por no quedarse fuera del juego. Los Progresistas están entre el samperismo y Santos; entre el samperismo y la izquierda. Están en una posición muy comprometida. Por ejemplo, el presidente Santos le acaba de nombrar al Alcalde Petro una especie de supervisora, la consejera Gina Parody. Eso hace que la autonomía y el crédito de la gestión no sean completos.

C.C. ¿Qué opina de las voces que están inconformes con la gestión del alcalde Gustavo Petro?

J.C. De buena fuente sabíamos que muchos sectores de la oligarquía bogotana ya estaban organizando la revocatoria del mandato del alcalde. Ya estaban recogiendo grandes cantidades de dinero para tal fin, para poder recoger una gran cantidad de firmas que acabaran con el mandato de Petro y de esa manera poder tener de alcaldesa a Gina Parody. Sin embargo, Santos le tendió una mano a Petro al nombrarla como consejera y de esa forma disminuir la presión.

C.C. Ya para terminar, ¿cuál es la visión de paz que tiene usted?

J.C. La paz no es el silencio de los fusiles, es tener un cambio profundo en las estructuras sociales colombianas. Se debe pensar que el proceso de paz no es entregarle el país a la guerrilla sino que es tener una paz democrática; con democracia, con derechos.