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Impactos
del Plan Colombia como intervención regional:
Un análisis político del caso del valle
del río Cimitarra en el Magdalena Medio colombiano*
El Plan Colombia
fortalecerá la propuesta de implementación de un modelo
de desarrollo autoritario y excluyente en el Magdalena Medio que asegurará
el aprovisionamiento de recursos estratégicos al capital multinacional.
Por César
Jerez
Centro de Estudios y Políticas
para el Desarrollo Regional
* Ponencia presentada al seminario internacional "Plan Colombia:
impactos políticos, económicos, sociales y ambientales",
Universidad Nacional de Colombia, septiembre del 2001
Al abordar el
tema de los impactos del Plan Colombia en la dinámica y el desarrollo
del conflicto social y armado local y regional en el Magdalena Medio,
planteamos como referente los siguientes presupuestos:
1. El Plan Colombia fortalecerá la propuesta de implementación
de un modelo de desarrollo autoritario y excluyente en el Magdalena Medio
que asegurará el aprovisionamiento de recursos estratégicos
al capital multinacional.
2. El Plan Colombia recrudecerá las sistemáticas violaciones
a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad como el
desplazamiento forzado en la región.
3. El Plan Colombia imprimirá una nueva dinámica a la guerra
contrainsurgente y polarizará radicalmente el conflicto regional.
4. La intervención de los Estados Unidos en el conflicto colombiano
y regional a través de la implementación del Plan Colombia,
justificada con el argumento de la lucha contra las drogas, es claramente
un sofisma que no obedece a la realidad del conflicto social y armado
regional.
Para darle sentido estructural a estas hipótesis, es necesario
contextualizar el conflicto social y armado a partir de unos antecedentes
históricos y sociales, así como a partir de un análisis
político de la guerra y el conflicto social en el Valle del Río
Cimitarra y en el Magdalena Medio en general. Finalmente, el registro
de la dinámica actual del conflicto regional en el marco de la
ejecución del Plan Colombia en el Magdalena Medio nos aportará
los elementos que posibilitan demostrar ampliamente las hipótesis
planteadas.
1. Antecedentes
El valle del Río Cimitarra hace parte de la región de Magdalena
Medio colombiano, es una zona de colonización y de "frontera
agrícola interior"; se trata de una región que padece
todas las consecuencias del abandono estatal y las consecuencias sociales,
económicas, políticas, ambientales y culturales de la práctica
de un modelo impuesto que propicia la exclusión y las desigualdades
regionales. La pobreza generalizada de grandes masas campesinas, la inexistencia
de reales posibilidades de desarrollo económico y social, la precariedad
de sectores básicos para el desarrollo como la salud, la educación,
la vivienda, el empleo y los servicios básicos, la concentración
de la tenencia de la tierra, la economía de enclave, entre otros
fenómenos, son de por sí factores, originados en la crisis
estructural, generadores de conflicto en la región.
Los campesinos del Valle del Río Cimitarra y del Magdalena Medio
se han visto obligados a la movilización permanente para exigir
al Estado compromisos reales para la solución de esta problemática
social regional. En este sentido, los acuerdos de las marchas campesinas
de mayo de 1996 y de octubre de 1998 llevaron a compromisos por parte
del Estado en los planos económico, político y social. Estos
compromisos, hasta ahora casi en su totalidad incumplidos, incluyen la
inversión necesaria para la ejecución de un Plan de Desarrollo
y de Protección Integral de los Derechos Humanos identificado y
formulado con la participación activa de las comunidades. [1]
Una de las organizaciones sociales de la región que ha jugado un
papel de vanguardia en los procesos reivindicativos, sociales y de defensa
de los derechos humanos en el Magdalena Medio ha sido la Asociación
Campesina del Valle de Río Cimitarra - ACVC, la cual retoma los
antecedentes históricos de resistencia y lucha de la organización
campesina ante los atropellos de la violencia política ejercida
por el Estado, los grupos económicos, el latifundio y los intereses
transnacionales en la región.
El conflicto en el Magdalena
Medio
En la región del Magdalena Medio (en adelante MM) la implementación
del modelo de acumulación capitalista ha estado asociada de manera
precaria a los procesos de extracción de recursos naturales (madera,
petróleo, oro), a la producción agroindustrial, a la ganadería
extensiva como manifestación de la economía latifundista,
al mercado de tierras propiciado por un nuevo sector terrateniente proveniente
del narcotráfico y a los megaproyectos de infraestructura. Este
modelo ha posibilitado el acrecentamiento de la desarticulación
y desintegración regional, actuando como un dinamizador de los
factores polarizantes que devienen, contradictoriamente en medio de la
riqueza natural, en acelerados procesos de pauperización, militarización
de lo público y conflictivización de la vida regional.
La limitada y precaria presencia del Estado fue configurando espacio -
temporalmente expresiones sociales de resistencia, en el marco de una
enconada y legítima lucha de clases, desde estos territorios de
exclusión oponiéndose a la consolidación del modelo
del Estado modernizante y de los proyectos del capital nacional y multinacional.
De tal forma los crímenes de lesa humanidad cuya comisión
se da a partir de intimidaciones, amenazas, asesinatos selectivos, masacres,
expropiación violenta de tierras y ejecución de grandes
operativos militares contrainsurgentes y "antinarcóticos"
(fumigaciones) están fundamentalmente asociados a sectores del
Estado y del establecimiento que han optado por la guerra sucia y el terror
como un mecanismo de aseguramiento de grandes territorios, lo que permite
espacialmente la implementación de una propuesta de desarrollo
que en lo social, lo económico y lo político es de corte
abiertamente autoritario y excluyente.
En este sentido, es necesario aclarar que los erróneamente llamados
actores (que son verdaderamente las partes) del conflicto no son solamente
armados. Las organizaciones y movimientos sociales alternativos, los partidos
políticos tradicionales y los de oposición, los sindicatos,
los gremios y grupos económicos y las empresas multinacionales
con intereses en la región son actores (parte) del conflicto. [2]
Las partes del conflicto colombiano representan intereses socio - económicos,
político - ideológicos y culturales en la dinámica
social y atienden a relaciones de dominación y a estrategias de
emancipación.
Las partes del conflicto armado regional
- "Autodefensas" o grupos paramilitares (paraestatales)
El fenómeno del paramilitarismo y su aparición actual en
el MM a inicios de la década de los ochenta está relacionado
con las estrategias contrainsurgentes implementadas por las Fuerzas Armadas
y los Organismos de Seguridad del Estado dentro de la Doctrina de la Seguridad
Nacional. En la región "las formas de autodefensa para
oponerse a la vacuna, al secuestro de la guerrilla y los grupos propiamente
paramilitares, surgieron en su mayoría, por iniciativa o con el
apoyo de las fuerzas armadas y estaban directamente vinculados a los ejes
de contrainsurgencia". [3]
Para esta época los grupos armados de los narcotraficantes no presentaban
una vinculación directa con el accionar de los paramilitares en
la región. Con el auge del narcotráfico se produce un cambio
drástico en la estructura de tenencia de la tierra en el MM, pues
los latifundistas tradicionales empiezan a vender sus tierras, a precios
artificialmente elevados debido a la bonanza del narcotráfico,
a los miembros de la clase emergente del narcocapital en el marco de un
significativo proceso de lavado de dólares.
Es en esta época, con el surgimiento del MAS (grupo paramilitar
"muerte a secuestradores") en el MM, que se empieza a consolidar
una alianza entre sectores importantes del Ejercito Nacional (El General
Faruk Yanine Díaz, por ejemplo, estuvo vinculado a numerosos procesos
por conformación de grupos paramilitares en el MM, finalmente fue
absuelto por la justicia penal militar), el narcotráfico, gremios
económicos (agroindustriales, ganaderos, latifundistas), algunos
miembros de los grupos económicos, representantes de las multinacionales
con intereses en la región, esmeralderos e incluso organizaciones
delincuenciales comunes con el fin de consolidar un modelo paraestatal
y autoritario de desarrollo en la región.[4]
Durante 1999 el accionar de los grupos paramilitares dejó como
saldo decenas de personas masacradas y un número aún no
cuantificado de desplazados. En las masacres de San Pablo y Barrancabermeja,
realizadas por los paramilitares en enero y febrero respectivamente fueron
asesinadas 23 personas y 3 desaparecidas. Durante el año 2000 y
lo corrido del presente año se da la paramilitarización
total de Barrancabermeja y el casco urbano del municipio de Yondó
utilizando como estrategia de miedo y terror las masacres, los asesinatos
selectivos, la desaparición y el desplazamiento de miles de personas.
Desde el accionar paramilitar en la región se sigue perpetuando
la práctica de la expropiación violenta de la tierra mediante
la expulsión de los productores de economía campesina. En
unas zonas los campesinos son obligados, después de actos de terror
y barbarie, a vender o a dejar sus tierras a los narcotraficantes, ganaderos
y paramilitares y como lo describe Gustavo Zárate en su estudio
sobre el conflicto y el desplazamiento en el departamento de Bolívar
en 1997 "esto ha significado una imposición violenta de
una contrarreforma agraria, consolidada en el área de Magangué,
Mompox y Carmen de Bolívar e iniciada en los municipios del sur
- sur de Bolívar como San Pablo, Morales, - y sur del Cesar, -
Aguachica, San Martín, La Gloria, Tamalameque, - y la implantación
en el sur del Cesar de un verdadero paraestado que amenaza con extenderse
a toda la región del Magdalena Medio y sur del departamento de
Bolívar".
Así, el conflicto no se reduce a lo armado y militar en el contexto
de una pugna territorial de poderes yuxtapuestos. El ánimo tardío
de integración al modelo tendencial se manifiesta desde el Estado
por la vía de la militarización de lo público y la
coerción, manteniendo la impunidad y la permisividad ante el terror
y la eliminación física, alimentando una lógica perversa
que permita asegurar el control de lo público y la gobernabilidad
[5], la solución del conflicto agrario [6] y la eliminación
de propuestas sociales regionales alternativas tanto civiles como político
- militares.
Dentro de esta dinámica de la compleja alianza entre el estado,
el narcotráfico, gremios, latifundistas, grupos económicos
y últimamente sectores considerables de los partidos políticos
tradicionales en los niveles municipal, departamental y nacional, como
agenciadores del paramilitarismo en el MM, el proyecto autoritario se
ha ido consolidando regionalmente. Hoy en día los paramilitares
hacen presencia permanente en San Martín de Loba, Rioviejo, Simití,
Santa Rosa, Morales, Puerto Wilches, Yondó, San Pablo y Barrancabermeja
tratando de ejercer un control permanente sobre el río Magdalena,
lo que les ha garantizado una continuidad territorial desde Urabá,
pasando por Córdoba y Sucre, internándose en el MM a través
de la depresión Momposina y las localidades ribereñas, continuando
por el sur del Cesar y la provincia de Ocaña en Norte de Santander
hasta la región fronteriza del Catatumbo, Tibú y Cúcuta,
territorios actualmente en guerra dónde han sido asesinadas miles
de personas por parte de los paramilitares en los últimos años.
Este eje paramilitar con la consolidación de sus posiciones sobre
el río estaría buscando posibilitar una continuidad geográfica
y territorial con el eje paramilitar de San Vicente de Chucurí,
Puerto Berrío, Puerto Boyacá, La Dorada. Continuidad obstaculizada
por la presencia del Bloque del Magadalena Medio de las FARC y de los
frentes Héroes de Santa Rosa y Solano Sepúlveda del ELN
en la Serranía de San Lucas, lo que hace prever que los desplazamientos
masivos de comunidades enteras, los crímenes de lesa humanidad
y las violaciones de los DDHH por parte del paramilitarismo serán
una constante en la región durante los próximos años.
- Las fuerzas armadas y los organismos de seguridad del Estado
El Estado colombiano, a través del accionar de sus fuerzas armadas,
de sus organismos de seguridad y desde el agenciamiento premeditado del
paramilitarismo por parte de un significativo sector de sus funcionarios
y administradores públicos es parte del conflicto armado regional.
En el MM se ha optado desde algunos sectores del Estado por una estrategia
sistemática de eliminación física de opositores,
por la criminalización de amplios sectores de la sociedad regional,
por la práctica del asesinato político, la desaparición,
la tortura, los suprapoderes de los cuerpos de seguridad, la legislación
de excepción, el reconocimiento legal del paramilitarismo.
El terror que han vivido los pobladores del MM en las últimas dos
décadas ha dejado una huella nefasta en la vida social regional,
"en más de una década el objetivo ha sido conseguido:
el terror se ha instaurado. Disentir puede significar tener que abandonar
la región, luchar por reivindicaciones puede conducir a la tortura,
protestar puede acarrear la muerte, y militar en la oposición lleva
posiblemente a la desaparición. Nadie está a salvo, ni siquiera
el juez que intenta develar el crimen. El terror se instala en cada espacio,
invade toda la sociedad y reina imponiendo el silencio como única
regla de convivencia humana". [7]
Como lo manifiesta el documento del Plan de Desarrollo y de Protección
Integral de los Derechos Humanos del Magdalena Medio, los movimientos
que plantean alternativas distintas a los partidos tradicionales han sido
arrasados de la región. Alcaldes, concejales, líderes populares
que apoyaron estas propuestas alternativas de participación democrática
fueron asesinados o expulsados. Durante 1997 la mayoría de las
alcaldías de estos municipios fueron señaladas por las fuerzas
militares de tener vínculos directos con la guerrilla, estos municipios
coinciden con los territorios donde los paramilitares han ejercido mayor
presión desde aquel año. [8]
En el MM, como espacio de exclusión, la resistencia a las propuestas
estatales se explica en la ausencia del Estado o en su precaria presencia
asociada casi siempre a la represión y a la militarización
de lo público, situación que ha devenido históricamente
en conflictos que se agudizan en el tiempo con el surgimiento de proyectos
regionales entre los cuales se evidencia una confrontación social,
política y militar. Es "en este contexto de configuración
socio -espacial y de conflictos socio - territoriales, en el que se sitúa
el fenómeno del desplazamiento forzado de la población,
el cual se intensifica y adquiere características dramáticas,
en la medida en que los conflictos socio - políticos se intensifican
de manera diferenciada en el territorio nacional". [9]
En este sentido, el desplazamiento forzado es la resultante del modelo
de expansión y control autoritario del Estado modernizante que
al encontrar resistencias por parte de la organización social regional
opta por la militarización y por "la privatización
de la intervención del Estado, en materia de orden público
a través de la connivencia con los llamados grupos paramilitares,
que en apariencia operan de manera independiente del Estado".
[10]
Como ha sido reiteradamente testimoniado y denunciado por los líderes
campesinos y mineros del MM las fuerzas armadas se limitan a garantizar
que los paramilitares ejecuten las masacres, lo que comprueba la relación
de no agresión y cooperación entre estos. [11] Ha sido denunciada
además por los mismos campesinos la ubicación exacta de
los grupos paramilitares en la región y la forma como las bases
de estos grupos son protegidas por la Fuerzas Armadas destacadas en el
MM.
Pero tal vez uno de los casos más espeluznantes de terrorismo dirigido
desde el Estado en la región del MM, fue el de la Red de Inteligencia
N° 007 de la Armada Nacional, organismo que durante el año
de 1992 organizó y pagó grupos sicariales, los cuales asesinaron
a 68 personas (obreros, campesinos, sindicalistas, defensores de DDHH,
líderes sociales y populares) en Barrancabermeja. Esta Red estaba
articulada a una compleja estructura jerárquica en cabeza del Comando
de las Fuerzas Militares. Estos hechos quedaron en la impunidad pues los
culpables materiales e intelectuales fueron absueltos por la Justicia
penal militar. [12]
El 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja fueron asesinadas 7 personas
y desaparecidas otras 25 por parte de los grupos paramilitares. Debido
a la impunidad en que quedó este genocidio organizaciones sociales
de Colombia y de la Comunidad Internacional organizaron un Tribunal Internacional
de Opinión el cual se desarrolló durante los días
14 y 15 de mayo de 1999. Este Tribunal Internacional examinó testigos,
recibió testimonios, recibió documentos y practicó
una inspección ocular de los lugares en que ocurrieron los hechos.
Después de estos procedimientos el Tribunal se pronunció
mediante un fallo en el cual responsabiliza al Estado colombiano por acción
en los acontecimientos del 16 de mayo, a los que calificó de crímenes
de lesa humanidad, a causa de la participación activa de servidores
de Estado en los mismos; responsabiliza al Estado colombiano por omisión
dolosa o coautoría en los acontecimientos por dejación de
sus deberes de protección de los ciudadanos; y responsabiliza al
Estado colombiano por la impunidad en que permanecen los actores y los
responsables de los actos.[13]
Este mismo tribunal dirigió 11 recomendaciones al Estado colombiano,
las organizaciones sociales y a la comunidad internacional con el fin
castigar a los culpables, de reparar a los familiares de las víctimas
y entrar a solucionar los conflictos producto del gran impacto psicosocial
que dejó esta masacre en la sociedad regional.
-Las guerrillas
En el MM en la actualidad hacen presencia continua los siguientes grupos
guerrilleros: las FARC-EP, la UC-ELN, el ERP y el EPL. Las FARC hicieron
su aparición en el MM hacia la década de los 60 en los municipios
de Puerto Berrío y Cimitarra; el ELN por su parte surge en el MM
santandereano en jurisdicción de los municipios de Simacota y San
Vicente de Chucurí.
Durante la década de los 80, con el recrudecimiento del fenómeno
militarista y paramilitar en municipios como Puerto Boyacá, Puerto
Berrío y San Vicente de Chucurí y en los municipios del
sur del departamento del Cesar, las FARC y el ELN son desplazados hacia
el norte del MM a la subregión de la Serranía de San Lucas,
la cual durante las últimas dos décadas ha vivido un poblamiento
acelerado por parte de campesinos desplazados desde los municipios antes
citados, pero también por parte de campesinos desplazados del nordeste
antioqueño, de Córdoba, de Sucre, del Chocó, de Urabá
y de otras regiones del país.
Durante estos años muchos de estos campesinos engrosaron las filas
de la subversión como única alternativa reivindicativa después
de los reiterados asesinatos, torturas y desplazamientos de los años
80. Era obvio que la guerrilla encontrara en los campesinos desplazados
una nueva población afecta a su proyecto político, más
aún cuando los habitantes del MM se han caracterizado históricamente
por un sentido de lucha y de resistencia ante un establecimiento tradicionalmente
alejado pero coercitivo en la región. En este sentido es necesario
resaltar que el campesinado organizado, su lucha y sus reivindicaciones
son una manifestación y parte civil de la sociedad en el marco
del conflicto y de la lucha de clases regional. El campesinado organizado
tiene todo el derecho de posicionarse conceptual, política e ideológicamente
frente al conflicto, pues éste es un derecho constitucional y universal
y por consiguiente no se le puede dar arbitrariamente el carácter
de combatiente, victimizarlo y criminalizar sus actividades o acciones
de protesta y reivindicación social.
El desplazamiento forzado y otros crímenes de lesa humanidad como
el asesinato selectivo, la desaparición, las masacres, las torturas
y los cercos alimentarios y sanitarios sobre comunidades civiles campesinas
son implementados en el MM como mecanismo de expropiación violenta
de tierras y de consolidación de un modelo de desarrollo autoritario
desde el agenciamiento del paramilitarismo y de la guerra sucia por parte
de importantes sectores del establecimiento y del Estado colombiano.
2. Dinámicas actuales del conflicto en el Magdalena Medio
Según las cifras
del Cinep, Justicia y Paz y de la Mesa Regional Permanente de Trabajo
por la Paz correspondientes a las víctimas por violaciones de DDHH
en el MM se observa un aumento considerable de los homicidios como resultado
de las masacres efectuadas en la mayoría de los casos por grupos
paramilitares. El número de asesinatos por parte del paramilitarismo
sigue siendo mucho mayor que el número de muertos en combate, tendencia
que se mantiene durante los últimos tres años.
De un número considerable de amenazas, 5.757 durante 1997, se pasó
a la eliminación física de pobladores civiles, en su gran
mayoría campesinos, durante 1998, lo que motivó los masivos
desplazamientos de mediados de ese año.
Del análisis de las estadísticas sobre violaciones a los
DDHH durante los últimos años en el MM se concluye que los
enfrentamientos directos entre paramilitares y guerrilla no tienden a
aumentarse, por el contrario a reducirse, y que el accionar militar de
los paramilitares se ejerce de manera impune básicamente sobre
la población civil. Lo que podría explicarse en la protección
que brindan las fuerzas armadas al accionar paramilitar, y en el hecho
de que los grupos paramilitares prácticamente no adelantan acciones
militares directas sobre la guerrilla.
Se han incrementado los operativos y grandes avanzadas militares durante
los últimos meses. Por ejemplo a raíz del secuestro del
avión de Avianca efectuado por el ELN, operativo que incluyó
bombardeos aéreos a partir de los cuales se produjo el desplazamiento
de centenares de campesinos. En el marco del Plan Colombia las fuerzas
armadas han desplegado operativos contrainsurgentes significativos como
la Operación Bolívar a comienzos del 2001 que produjo el
desplazamiento de comunidades campesinas como resultado de las fumigaciones,
ametrallamientos y bombardeos indiscriminados. A partir del 10 de agosto
del 2001, inmediatamente después del rompimiento de los diálogos
entre el Gobierno y el ELN se inició el despliegue de 3.000 efectivos
de la Fuerza de Despliegue Rápido, de la Brigada Móvil N°
2 y de la Armada hacia el Valle del Río Cimitarra y el sur de Bolívar,
situación que ha obligado a desplazarse preventivamente al campesinado
ante la inminencia de fumigaciones, bombardeos y ametrallamientos sobre
objetivos civiles, tal y como ocurrió durante la Operación
Bolívar.
La guerra como manifestación armada del conflicto social se da
en el MM entre guerrilla y el Estado, con la particularidad de que la
"guerra contrainsurgente" desarrollada por el paramilitarismo
ha victimizado principalmente a la población civil no combatiente,
que habita los territorios donde se desarrolla el conflicto armado.
La tendencia del paramilitarismo es asegurar el control sobre los cascos
urbanos de los municipios, esto se evidencia con su presencia permanente
en Santa Rosa, Simití, San Pablo, Cantagallo, Yondó, Puerto
Wilches y Barrancabermeja.
Las masacres paramilitares en Barrancabermeja (800 habitantes asesinados,
2.000 personas desplazadas de la ciudad y 60 desaparecidos durante los
últimos 20 meses) y las permanentes amenazas contra los habitantes
de las comunas y los miembros de las organizaciones sociales de la ciudad,
hacen ver la importancia que para este proyecto autoritario representa
el poder consolidar el control total sobre un corredor que una el eje
paramilitar del norte (arriba descrito) y el eje paramilitar del sur del
MM.
3. Accionar del Plan Colombia en el Magdalena Medio
Desde el 2 de diciembre del 2000 sobre el Valle del Río Cimitarra
se ha desarrollado una fuerte intervención militar y paramilitar,
generando un grave estado de violencia y zozobra en esta región,
caracterizada por el desplazamiento masivo de campesinos, los asesinatos
selectivos, las masacres, la fumigación indiscriminada de cultivos,
agravando la empobrecida economía campesina y aumentando la inseguridad
alimentaria; así mismo, han muerto decenas de animales domésticos,
víctima de los ametrallamientos y el bombardeo indiscriminado de
la región. Esta misma situación se vive en las zonas rurales
de los municipios del sur del departamento de Bolívar.
El recrudecimiento del accionar paramilitar se presenta en el contexto
social y político, marcado por la posibilidad del establecimiento
de una zona de encuentro para los diálogos entre el ELN y el gobierno
nacional. Los sectores más retardatarios de las fuerzas armadas,
de la iglesia, de los gremios (ganaderos, latifundistas, industriales,
comerciantes, constructores, avicultores) y de los políticos clientelistas
regionales, así como del narcotráfico, han optado a través
de la militarización de la sociedad y de la paramilitarización,
por la barbarie de las masacres, los asesinatos selectivos, el genocidio
y el desplazamiento forzado de miles de personas como la posibilidad real
de oponerse al proceso de paz y de paso consolidar un modelo de desarrollo
altamente autoritario y excluyente.
Las elites regionales y del país, ven en la región un área
estratégica para la explotación de sus riquezas, dada la
posibilidad de continuar con los megaproyectos extractivos del petróleo,
la madera y el oro, megaproyectos viales (fluviales y terrestres), el
lavado de dólares del narcotráfico mediante la compra y
concentración de tierras y el negocio del oro, la agroindustria
de la palma africana y la ganadería extensiva. En síntesis
se trata de un modelo de desarrollo regional extractivo y relatifundizador
agroindustrial fundamentado en la expropiación violenta y la violación
sistemática de todos los derechos humanos a partir de la fascistización
de la vida regional.
- La Operación Bolívar del Plan Colombia en el Valle
del Río Cimitarra: muerte, saqueo y destrucción
Sobre el Valle del Río Cimitarra se ha implementado un cerco militar
y paramilitar mediante el establecimiento de retenes permanentes y bases
paramilitares ubicadas a pocos minutos de las guarniciones y bases militares.
El bloqueo de la región que ha puesto en peligro la seguridad alimentaria
y sanitaria de 25000 pobladores, se vio agravado con la implementación
del operativo militar "Bolívar" adelantado por las fuerzas
del Estado, bajo el supuesto de un operativo antinarcóticos y de
lucha contra el paramilitarismo.
Según el informe de la comisión internacional de verificación
de los hechos sucedidos durante la Operación Bolívar en
el valle del río Cimitarra se evidenció el bloqueo alimentario
y sanitario de las FFAA sobre 2.350 campesinos (470 familias) en 17 veredas
del municipio de Remedios, el saqueo de 47 fincas por parte de los militares,
la desaparición de Atiliano Rodríguez, la detención
arbitraria por parte de organismos de inteligencia de 5 campesinos, la
tortura de un anciano y de Arturo Castro en las veredas de La Cruz y Dosquebradas
(municipio de Remedios); fue igualmente asesinada una anciana, detenido
y posteriormente asesinado Carlos Ramírez, dirigente campesino
miembro de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra
- ACVC. Jaime Pachano, campesino de la región fue asesinado por
sicarios paramilitares en la ciudad de Barrancabermeja cuando pretendía
que las Fuerzas Armadas le indemnizaran las pérdidas por el envenenamiento
de sus reses como resultado del paso de las tropas por su finca. Igualmente
fueron robadas por el ejército decenas de cabezas de ganados y
bienes y enseres del campesinado. Los proyectos comunitarios de la ACVC
fueron nuevamente atacados, es el caso del saqueo de la cooperativa de
Puerto Nuevo Ité, los daños causados a los trapiches e ingenios
paneleros de la ACVC y a la trilladora de arroz; el proyecto de ganadería
bufalina financiado por el PNUD de la ONU estuvo a punto de ser destruido
por las tropas oficiales.
En las violaciones a los derechos humanos cometidas en el marco de la
operación "Bolívar", que movilizó a 3500
hombres de las fuerzas armadas, están comprometidos, según
los testimonios de los pobladores y de los dirigentes de la ACVC, los
efectivos y comandantes de las siguientes instituciones militares: el
Batallón Palagua de la Brigada XIV, el Batallón de Contraguerrillas
N° 47 "Héroes de Tacines" de la Brigada XIV, el Batallón
Reyes de la Brigada XIV, el Batallón de Contraguerrilla "Motilones",
el Batallón de Contraguerrillas N° 45 "Héroes De
Majagual" de la V Brigada, la Brigada Móvil N° 2 y la
Fuerza de Despliegue Rápido.
-El Plan Colombia contra el campesinado y los proyectos de la ACVC
Los resultados de la verificación preliminar no oficial, que sumó
mas de un centenar de testimonios en terreno, han dejado en claro que
el operativo "Bolívar" no fue un operativo antinarcóticos,
ni contra el paramilitarismo, sino que por el contrario las principales
víctimas del operativo fueron inermes campesinos desplazados, torturados,
asesinados y saqueados; la organización social y económica
del Valle del Río Cimitarra quedó dramáticamente
afectada por el accionar vandálico de las tropas oficiales; las
Fuerzas del Estado atacaron y obstaculizaron el normal desempeño
de proyectos comunitarios de comercialización en cooperativas,
el proyecto de caña de azúcar y de trapiches paneleros,
proyectos de vivienda, proyectos arroceros y de ganadería bufalina
de la ACVC a sabiendas de los objetivos sociales de estos proyectos financiados
por el Banco Mundial a través del PDPMM, el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo - PNUD, el Fondo Noruego de Derechos Humanos,
Consejería en Proyectos de Noruega, el proyecto ECHO de la Comunidad
Económica Europea, la Cruz Roja Española, Cormagdalena,
el Ministerio De Agricultura, el Banco Agrario, Fonade y el Ministerio
del Interior; el Estado y el gobierno colombiano a través de sus
fuerzas armadas victimizaron, vulneraron y violaron los derechos humanos
civiles, políticos, económicos, sociales, ambientales y
culturales de los pobladores del Valle del Río Cimitarra.
-Las fumigaciones del Plan Colombia en el Magdalena Medio: la miseria
fumigada de los campesinos
En el desarrollo de la operación Bolívar según las
fuentes oficiales fueron fumigadas 5.000 Ha de coca en la parte baja de
Valle del Río Cimitarra, según las verificaciones preliminares
llevadas a cabo por la ACVC la mayoría del área fumigada
corresponde a cultivos de pancoger, potreros de pequeña ganadería,
terrenos baldíos y cuerpos de agua. Durante la semana del 23 al
29 de abril en la parte media del Valle del Río Cimitarra fueron
fumigadas unas 270 hectáreas de las cuales sólo 70 correspondían
a cultivos de coca. Entre el 5 y el 25 de agosto fueron fumigadas nuevamente
723 hectáreas de pancoger y solamente 466 hectáreas de coca
según censo realizado por los mismos campesinos.
Las fumigaciones en la región se implementan no obstante las propuestas
de sustitución de cultivos de coca concebidas por las comunidades
en el Plan de Desarrollo y de Protección Integral de los DDHH Del
Magdalena Medio a cuyo financiamiento se comprometió el presidente
Pastrana en los acuerdos del éxodo campesino del Magdalena Medio
el 4 de octubre de 1998. Las fumigaciones indiscriminadas se dan desconociendo
intencionadamente que la ACVC adelanta un proceso de sustitución
concertada de cultivos de coca en la parte media del Valle del Río
Cimitarra en lo que se conoce como el Proyecto de Aldea Comunitaria de
Puerto Matilde, una propuesta integral de sustitución de cultivos
de coca enmarcada en el Plan de Desarrollo de la Zona de Reserva Campesina
del Valle del Río Cimitarra, zona de reserva campesina que el gobierno
colombiano a través del Incora se ha negado sistemáticamente
a decretar oficialmente violando los acuerdos de 1998.
-La militarización - paramilitarización de Barrancabermeja
en el marco del Plan Colombia
En la totalmente militarizada ciudad de Barrancabermeja, capital regional,
durante el año pasado fueron ultimados selectivamente y en masacres
500 habitantes, en lo transcurrido del presente año han sido asesinadas
por el paramilitarismo 300 personas, han sido desaparecidas 60 y se han
visto obligados al desplazamiento forzado 10.000 habitantes de las comunas
populares de la ciudad, cada 14 minutos en promedio es asesinada una persona
mientras que la institucionalidad y el establecimiento justifica la barbarie,
asociada a su accionar, connivencia, omisión y negligencia, vinculando
sistemáticamente a la población civil victimizada ya sea
con la guerrilla, ya sea con el paramilitarismo.
-La zona de encuentro, la cooperación del grupo de países
amigos del proceso de paz con el ELN y las iniciativas comunitarias de
desarrollo regional en el Magdalena Medio
El presidente Pastrana firmó en 1998 unos acuerdos económicos
relativos a la formulación, financiación y ejecución
del Plan de Desarrollo y de Protección Integral de los Derechos
Humanos del Magdalena Medio - PDPIDHMM, para responder a la exigibilidad,
por parte de las comunidades movilizadas en el Éxodo Campesino,
de los derechos económicos y sociales de la región. Este
plan fue formulado por las comunidades campesinas en el marco de un ejercicio
sin antecedentes de planificación participativa del desarrollo
y de cualificación de las reivindicaciones sociales de la región.
El incumplimiento de estos acuerdos ha tomado matices de cinismo institucional
y parainstitucional a raíz del requerimiento que el gobierno colombiano
le ha hecho a la Unión Europea para el financiamiento del fortalecimiento
del proceso de paz con el ELN a través de procesos de inversión
en los territorios de la eventual zona de encuentro.
De un lado el gobierno colombiano trata, en contravía de las propuesta
comunitarias de desarrollo plasmadas en el PDPIDHMM, de que estos recursos
financien su plan agroindustrial latifundista de siembra de 30.000 Ha
de palma africana en el Magdalena Medio, de hecho el gobierno colombiano
ha anunciado que con estos dineros ya tiene listo el financiamiento de
la siembra de 9.200 Ha de palma, a través de supuestas organizaciones
sociales como Asocipaz o el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Medio.
De otro lado organizaciones no gubernamentales agrupadas en un sinnúmero
ya de convergencias, plataformas, asambleas, redes y programas que se
han autoeregido como voceras de la "sociedad civil" colombiana
hacen ingentes esfuerzos por captar la cooperación internacional
especializándose fugazmente en temas como el conflicto social,
la guerra, la paz, los derechos humanos, el DIH, el postconflicto, el
desarrollo regional y hasta la sustitución de cultivos de coca
y amapola, utilizando para ello un discurso virtual donde el campesinado,
el proletariado, sus partidos y sus organizaciones son víctimas,
como en un teatro, de un fuego cruzado entre una, según estos,
compleja multiplicidad de actores.
En el Magdalena Medio, mientras tanto, las víctimas del paramilitarismo
de Estado y de las acciones militaristas del Plan Colombia contra la paz
como la Operación "Bolívar" se cuentan a diario
por decenas. La realidad real de los muertos, y de los vivos que se resisten
a morir, es aquella realidad de 25.000 campesinos en el Valle del Río
Cimitarra que viven cada día como si fuera el último en
medio de la agresión perpetua del Estado, de la zozobra del cerco
alimentario y sanitario propiciado por los militares y los paramilitares
con sus retenes convertidos en verdaderos mataderos de humanos, los ametrallamientos
y bombardeos, las fumigaciones indiscriminadas con glifosato sobre el
pancoger, los animales y el agua.
Sin duda esta realidad dista mucho de la virtualidad retórica con
que el establecimiento pretende lavarse las manos y la conciencia, dista
mucho esta realidad regional de la aparente complejidad del conflicto
que exponen los burócratas institucionales y no gubernamentales
de la paz.
4. Conclusiones
El Magdalena Medio es un escenario en el que se presentan y se resuelven
conflictos asociados a las agobiantes desigualdades regionales que caracterizan
al país, a la lucha de los excluidos por el control de lo público,
a la lucha de los campesinos por recuperar y tener sus tierras, a la lucha
de amplios sectores alternativos de la sociedad regional por el acceso
a las instancias de toma de decisiones y de la administración participativa
de los recursos naturales, a la lógica militar del conflicto armado.
El hecho de que el MM sea una región estratégica para la
confrontación hace de ésta un escenario propicio para la
escalada del conflicto en un contexto en el que las tendencias igualitarias
son dramáticamente reprimidas por factores polarizantes abiertamente
autoritarios.
En esta medida y con la implementación del Plan Colombia se está
fortaleciendo una propuesta de modelo de desarrollo basada en la contrarreforma
agraria anticampesina y en el privilegio a la implementación de
megaproyectos de economía extractiva y agroindustrial. Para consolidar
este modelo de desarrollo excluyente se realiza el aseguramiento de territorios,
necesariamente asociado a la expropiación violenta de tierras y
la comisión sistemática de crímenes de lesa humanidad
bajo el amparo de la impunidad institucionalizada.
Con el Plan Colombia en el Magdalena Medio la guerra contrainsurgente
toma una nueva dinámica no solamente por la abierta posibilidad
logística y financiera de implementar grandes operaciones militares
como el Operativo Bolívar, sino también por la vía
de la total militarización y paramilitarización de lo público,
escenario propicio para penalizar la protesta social y victimizar -legalmente-
las tendencias igualitarias y emancipadoras de las organizaciones y los
movimientos sociales.
Los cultivos campesinos de coca en el Magdalena Medio (menos de tres hectáreas
por familia) son una alternativa de sobrevivencia y resistencia campesina
en zonas de colonización, a donde el campesino fue desplazado forzadamente
y donde la única presencia del Estado históricamente ha
sido la represiva y militar. Estos cultivos son una coyuntura y su problemática
no explica de ninguna manera el conflicto regional, el cual tiene claramente
unas causas de carácter estructural. De tal forma, la lucha contra
las drogas, con la cual se está justificando la intervención
de los Estados Unidos en el conflicto regional es solamente una máscara
que oculta los reales intereses extractivos de las multinacionales y del
establecimiento colombiano en la región
Barrancabermeja, septiembre 9 del 2001
Notas:
[1] Plan de Desarrollo
y de Protección Integral de los Derechos Humanos del Magdalena
Medio, Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra,
Barrancabermeja 1999.
[2] Codhes, Unicef,
"Un país que huye, desplazamiento y violencia en una nación
fragmentada", Santa Fe de Bogotá, julio de 1999.
[3] Corporación Colectivo de Abogados Alvear Restrepo, CREDHOS,
"Hoy, como ayer, persistiendo por la vida: redes de inteligencia
y exterminio en Barrancabermeja", Santa Fe de Bogotá, 1999.
[4] "Los cuerpos de seguridad, los terratenientes y narcotraficantes
financian, coordinan y dirigen grupos paramilitares que buscan imponer
su modelo de seguridad y desarrollo. Existe un control autoritario de
la población, se ha eliminado con violencia a los disidentes y
limitados todos los intentos de protesta social y política, se
han realizado innovaciones tecnológicas en la actividad ganadera,
se extendió el fluido de energía eléctrica, se ampliaron
las redes viales y se construyó una infraestructura económica
y social. Se ha perseguido y desplazado a los productores de economía
campesina, bajo el pretexto de eliminar la base de apoyo a la guerrilla,
se ha desarrollado y se está desarrollando una contrarreforma agraria
y la consolidación de un paraestado. Con un sistema privado de
seguridad, regulación económica, control político,
cobro de impuestos, políticas sociales y procedimientos para dirimir
los conflictos". CLEBER, CREDHOS, Derechos Humanos en el Magdalena
Medio: 1999 - 2002, Barrancabermeja, enero de 1999.
[5] Según testimonios de las comunidades desplazadas algunas administraciones
municipales de la región están en poder de los grupos de
paramilitares. Son igualmente reiterativas las aseveraciones del campesinado
sobre los nexos del ex gobernador de Bolívar Miguel Navas con el
paramilitarismo. Durante el éxodo campesino de 1998 de 10.000 personas
hacia Barrancabermeja este administrador público catalogó
el desplazamiento como "organizado por la guerrilla" y a sus
líderes como "agentes de la subversión".
[6] "En este campo del conflicto alrededor de la tenencia de la
tierra, los grupos paramilitares juegan el papel de ejércitos privados
del mercado de tierras, que a través del terror imponen un sistema
de precios que conduce al despojo y desplazamiento de los campesinos que
han valorizado la tierra a través de años de trabajo en
dichos predios. El modo de funcionamiento de este "mercado"
de tierras asociado al proyecto narcoparamilitar y ganadero, desarrollado
en otras regiones como el caso de Puerto Boyacá, San Vicente de
Chucurí, Tierra Alta en el departamento de Córdoba, muestra
el desplazamiento de la población nativa y su reemplazo por una
población afecta al proyecto paramilitar. De esta forma, se transporta
la base social del modelo de "desarrollo" y "orden"
que ofrece el proyecto de modernización agraria contrainsurgente
al cual está vinculada la acción paramilitar",
Zárate, Gustavo, Op. Cit., 9.
[7] OMCT, AAJ, FEDEFAM, Pax Christi International, Comission of the Churches
on International Affaires, Comission Justice Et Paix, "El Terrorismo
de Estado en Colombia", Ediciones NCOS, Bruselas, 1992
[8] "Las organizaciones políticas y sociales que desarrollan
procesos de movilización popular por reivindicaciones políticas,
económicas y sociales (servicios públicos, mejores condiciones
laborales, vías, derecho a la vida, necesidades básicas
insatisfechas, defensa de las empresas como Ecopetrol, Telecom, o el simple
hecho de oponerse a las políticas de Estado), son estigmatizadas,
señaladas y satanizadas de ser organizaciones fachada y apéndices
de la guerrilla, para justificar la persecución, la represión
y el aniquilamiento de los distintos procesos alternativos de los pobladores
civiles de la región. Casos como el del exterminio de la UP en
todo el MM, del Movimiento Obrero, Campesino y Popular de Sabana de Torres,
de la Coordinadora Campesina del MM, del Partido Comunista Colombiano,
del COMUN del Municipio de Vélez, del Movimiento de Acción
Comunitaria de Aguachica, de la ANUC, de dirigentes de la USO, de miembros
de la Corporación Regional Para la Defensa de los DDHH del MM -
CREDHOS, por parte de la Red 007 de la Armada Nacional; son producto del
régimen político que no permite la diferencia, las manifestaciones
populares y los espacios alternativos que se desarrollarían en
cualquier democracia burguesa" Mesa Regional Permanente de Trabajo
por la Paz, Op., Cit., pag. 48
[9] Zárate, Gustavo, Op., Cit., pag 6
[10] Zárate, Gustavo, Op., Cit., pag 7
[11] Ver actas del proceso de negociación del Exodo Campesino de
1998 del MM
[12] Colectivo de Abogados Alvear Restrepo, CREDHOS. Op., Cit, pag. 212
[13] Tribunal Internacional de Opinión, Opinión del Tribunal
Internacional, Barrancabermeja, 1999.
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