Réquiem por las Reservas Campesinas por Alfredo
Molano Bravo
Bien o mal, superficial o no, la reforma agraria de los años 60 logró parcelar unas pocas tierras en las regiones donde la concentración era ya peligrosa: Córdoba, Sucre, Magdalena, Tolima, Caquetá, Meta. Trabajé con el Incora en algunos de esos proyectos. El gobierno de Lleras Restrepo buscaba con el apoyo campesino modificar el régimen agrario, pero hizo una concesión que contribuyó a la larga a fortalecer lo que buscaba atenuar. Las inversiones en infraestructura para los campesinos --distritos de riego, carreteras, escuelas-- dispararon el precio de la tierra, y cuando los terratenientes hundieron la reforma con el Pacto de Chicoral (1972), en muy pocos años las tierras distribuidas estaban de nuevo concentradas. En Córdoba, por ejemplo, la gran mayoría de parcelas regresaron a manos de los grandes propietarios y los campesinos se volvieron colonos en Paramillo, en Urabá, en el Atrato. Lo mismo sucedió en todas las regiones donde se hundió la reforma. En otras palabras la crisis agraria se trasladó a las zonas de colonización y allí pelechó el conflicto armado y el cultivo de coca, amapola y marihuana. Un río de dólares inundó esas regiones y enriqueció a todas las fuerzas económicas y políticas: comerciantes, ganaderos, gamonales, curas y militares. Y por supuesto financió a la guerrilla y más tarde --como a ningún otro sector de la sociedad--, a los paramilitares. En los años 80 las organizaciones de colonos buscaban una forma para poder defender de la ruina --y por tanto de la concentración-- sus pequeñas o medianas propiedades, y propusieron crear una figura donde prevalecieran las fincas campesinas. La función principal de esa figura legal seria la de limitar la concentración de tierras en zonas especificas. Los colonos podían comprar y vender, pero nadie podía tener más de una finca familiar. La idea era consolidar la economía campesina y evitar el despojo de tierras. El gobierno de Samper, apoyado en el equipo del entonces ministro de Agricultura José Antonio Ocampo, Rafael Echeverri y Luz Amparo Fonseca, llevó la iniciativa al Congreso, y la ley sancionó la figura de Reservas Campesinas. Fedegán y la SAC pusieron el grito en el cielo: ¡limitar la concentración era un atentado contra la libertad! No obstante, el Banco Mundial respaldó el programa y en 10 años invirtió en el proyecto piloto de Zonas de Reserva Campesina unos seis millones de dólares, mientras los gobiernos aportaron uno y medio. Se sacaron adelante las zonas de Cabrera, El Pato y Calamar, pese a la feroz oposición de las Fuerzas Militares que atribuían a las Reservas ser una estrategia de la insurgencia. En todas esas regiones se persiguió con saña a los dirigentes campesinos. El caso más conocido por la opinión pública fue el de Calamar, donde la Fiscalía de Osorio metió a la cárcel a todo el Concejo Municipal sin prueba alguna, como quedó patente meses después cuando los jueces soltaron a los acusados. Paralelamente los paras usaban la motosierra a diestra y siniestra: un millón y medio de campesinos, según la Contraloría, han sido desplazados desde el año 2000. El gobierno de Uribe comenzó a bombardear el programa suspendiendo la Zona de Cimitarra en el Magdalena Medio, pese a haber sido creada por el gobierno de Pastrana. Fedegán, la SAC, las Fuerzas Militares y sobre todo Indupalma ganaron la partida: el valle del río Cimitarra está destinado por los poderosos gremios económicos de Antioquia y del Magdalena Medio a la ganadería extensiva y al cultivo de palma africana. El miércoles pasado en el IICA, el Banco Mundial en una muy lacónica ceremonia, dio por finalizado el compromiso adquirido hace 10 años con los campesinos y con el Estado. Los representantes de las Zonas de Reserva le agradecieron al Banco haber sostenido el proyecto contra viento y marea. El programa queda en cuidados intensivos con pronóstico reservado. El Incoder no tiene plata para sostener los proyectos ni el gobierno voluntad. La política agraria de Uribe se limita a crear milicias de soldados campesinos, con los resultados que son públicos. |