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Por qué no marchamos...
 

El Archipelago Movement for Ethnic Native Self-Determination (AMEN-SD) del pueblo soberano del territorio del archipiélago raizal de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, manifiesta su solidario apoyo al siguiente escrito, publicado por Conferencia Afrocolombiana.

Advertencia. Esta es la opinión de alguien como tú, ella o él, que quiso expresar su indignación por tan reprochable acto que se convoca con bombos y platillos para el 4 de febrero por parte de sectores uribistas, elitistas, empresariales, ganaderos y medios difusos de la información que pretenden confundir a las personas víctimas del secuestro, quienes terminarán apoyando los rescates militares y la política guerrerista de "Alvaraco". Si quieres y tienes tiempo de leerla, hazlo (es larga). Y si estás de acuerdo con ella y puedes rotarla a más personas que la lean, mucho mejor. Si no la vas a leer que quede constancia de que no saldré a marchar, y punto.


La marcha de los que se dicen "buenos" contra los que ellos mismos catalogan de "malos"

por Edilson M

Cuando escuché, inicialmente, que el 4 de febrero se iba a marchar contra el secuestro imaginé que se iba a repudiar este fenómeno cometido no sólo por las FARC sino también por el ELN, los paramilitares y el mismo estado colombiano, con sus Fuerzas Militares y de Policía. De igual modo pensé cuando se habló de rechazar el terrorismo. Sin embargo, hoy en todos los "medios de información difusa" se habla solamente de "marchar contra las FARC". Me pregunto y le pregunto a las demás personas si acaso las FARC son las únicas que secuestran, asesinan, masacran y realizan actos denominados "terroristas". ¿Dónde se invita en la convocatoria a la marcha del 4 de febrero a repudiar los secuestros, masacres y crímenes de lesa humanidad cometidos por los paramilitares, hoy rearmados con el nombre de “Águilas Negras” (anteriormente, “pájaros”) que siguen amedrentando y aterrorizando a campesinos, afrodescendientes, indígenas, mujeres, sindicalistas, estudiantes, políticos, ecologistas, defensores de derechos humanos, activistas sociales y ONG, tal como lo muestran los hechos de los últimos días, donde amenazan de muerte a los acompañantes del profesor Gustavo Moncayo, caminante ya no de la paz sino del mundo entero, tratando de buscar apoyo para el acuerdo humanitario y la liberación de su hijo Pablo Emilio Moncayo, abandonado junto con otros policías y soldados por el estado en las selvas de Colombia por más de 10 años? ¡Ese es el pago del gobierno colombiano por "servir a la patria"!

Tampoco se escucha que se rechazará el terrorismo de estado. El más terrorista de todos. ¿O acaso no se consideran como actos terroristas al derecho a la salud los cierres de hospitales, o al derecho al trabajo los despidos masivos de obreros y trabajadores que viven de un salario mínimo? ¿O al derecho a la educación la no cobertura de niños y jóvenes excluidos del sistema escolar por no contar con recursos económicos para pagar por una educación consagrada como derecho universal y, además, gratuito? ¿Acaso no es terrorismo el dejar morir a personas en las puertas de las EPS, empresas que comercializan el derecho a la salud? ¿Acaso no es terrorismo la privatización y venta de empresas públicas y estatales a capitales transnacionales y extranjeros que se lucran del pago injusto e incrementado de impuestos que tenemos que hacer personas como usted o como yo, que ni siquiera tenemos un empleo? Porque "es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja" que encontrar empleo estable y con todas las condiciones de seguridad social en Colombia. ¿Acaso eso no es terrorismo?

Parece que la concepción que tienen algunas personas, especialmente las que convocan a la marcha del 4 de febrero, del término “terrorismo” es sólo secuestrar y asesinar por parte de las FARC. Aún así, el estado colombiano, en cabeza (untada de narcotráfico y paramilitarismo) del gobierno Uribe ha cometido indiscriminadamente asesinatos, masacres y secuestros permanentes con gente inocente. Ejemplos de ello son: Las muertes a manos de la Policía, el paramilitarismo y el ejército colombiano de los estudiantes de la Universidad del Valle: Jhonny Silva, Julián Hurtado, William Salas y Katherine Soto. La masacre por parte del ejército a una familia campesina de Cajamarca, donde murió un bebé de seis meses de nacido. Según las declaraciones del comandante del ejército eran guerrilleros. La privación de la libertad a un padre de familia inocente que por llevar el nombre de un narco, hoy lo tienen preso en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita en Boyacá y a punto de ser extraditado a Estados Unidos. La masacre en Guaitarilla (Nariño) y en Potrerito, Jamundí, donde cayeron muertos dos grupos de Policía y un civil a manos y armas del ejército. Y lo peor es que hasta ahora no se conocen penas ni condenas a estos crímenes y criminales de lesa humanidad. A lo sumo, los retiran del servicio militar "para" luego ser acogidos por el paramilitar. ¡Qué cosas! ¿No?

Por si quedan dudas del terrorismo de estado, en el gobierno de Avaro Uribalas Colombiano por desgracia, se creó el Partido de la Unidad Colombiana. El partido de la U, de la Ultraderecha, que junto a otros partidos oficialistas han salido untados de la narcoparapolítica por donde se les mire. No en vano ya hay unos 15 congresistas presos y otros tantos vinculados a procesos judiciales, todos furibundos uribistas, inclusive el mismísimo primo de Uribe, Mario Uribe, resultó implicado en la parapolítica. Sin embargo, Alvaraco sigue como si nada, como Pedro por su casa, llevando un mensaje de guerra y consiguiendo respaldo de Europa para continuar su política guerrerista. Sí, Europa; la misma que invadió a América hace más de 500 años. ¡Qué moral! ¿No?

Hablando de moral, o mejor, de doble moral, tenemos, precisamente a Alvaraco. El sí sabe de eso. O como es que por un lado niega toda posibilidad de diálogo con las FARC y de encuentro en una zona de despeje y por el otro, monta un monólogo con los paramilitares en una zona despejada como lo fue Santafé de Ralito. ¿No se les hace extraña y sospechosa su actitud? O por qué no quiere reconocer el estatus de beligerancia para las FARC y mientras tanto amenaza y constriñe a la Corte Constitucional para que le dé a los paramilitares el beneficio de ser juzgados con el delito de sedición política? Si como están las cosas, ninguno de los jefes paramilitares hoy presos y procesados por la ley de in-Justicia y Paz... paz, paz, han sido condenados y sí se conoce de víctimas que por exigir justicia han sido acalladas por los mismos paramilitares en complicidad con el estado, imagínense si son juzgados con el delito político de sedición. Ahí sí que es cierto que montan y legalizan el gobierno paramilitar de forma abierta y descarada y como la sociedad en que vivimos parece una sociedad que avala eso entonces, ¿qué nos espera?

Lamentablemente, la sociedad que hoy dice apoyar una marcha contra las FARC está validando el paramilitarismo, el narcotráfico, el secuestro y el terrorismo desde otras formas. Y después ella misma se queja porque en el exterior nos muestran como el país más violento y narcotraficante. Además, estos actos lo único que logran es agudizar el odio entre los colombianos. Pues con esto parece que en Colombia hay unos "buenos" y otros "malos" y no una mezcla de buenos y malos. ¿O acaso no hay generales que se suponen "buenos" y resultan implicados en narcotráfico? ¿O no hay políticos que se suponen "buenos" y resultan corruptos o, en el peor de los casos, vinculados con el paramilitarismo? Entonces, ¿por qué unos se dicen buenos y catalogan a otros de malos?

Por eso y por otras razones que se quedan por fuera de estas largas líneas no marcharé. Por el contrario, invitaré a otras personas a no marchar, explicando los motivos por los cuales no debemos participar en ese acto. Y aclarando que no por eso estoy de acuerdo con el accionar de las FARC. Yo rechazo el secuestro y el terrrorismo no sólo de las FARC, también del paraestado colombiano, de los paramilitares y las Fuerzas Militares que con complicidad y benevolencia de empresas multinacionales, transnacionales, gamonales y terratenientes, empresarios y ganaderos, banqueros y políticos corruptos están sumiendo a la mayoría de la población en la miseria y la pobreza absoluta.

Yo pregunto si en esa marcha se protestará contra la desaparición de los trabajadores de la cafetería del Palacio de Justicia. ¿Contra la impunidad frente al exterminio de más de 1.500 militantes de la Unión Patriótica? ¿Se rechazarán los crimines de estado contra los indígenas, campesinos, afrodescendientes, mujeres y otros sectores sociales, de los cuales ha sido condenado el estado colombiano por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en varias ocasiones? ¿Se repudiarán las masacres cometidas por paramilitares en Las Delicias, Mapiripán, Naya, Nilo, Trujillo, La Gabarra, Sur de Bolívar y otras tantas que están en el olvido? Como es evidente que no va a ser así y que se va apoyar la guerra de Uribe contra las FARC, como si ese fuera el único problema del conflicto social y armado en nuestro país o como si eso lo arreglara, no saldré a marchar.

Saldré a marchar cuando se manifiesten por la vida digna, la dignidad de los pueblos, la paz con justicia social, la reforma agraria, la defensa de los derechos humanos y otras tantas demandas que son la causa real y estructural del conflicto social y armado que hoy nos toca vivir.


Y añadimos…

Que con todos aquellos sancionables y reprochables acontecimientos, reposando en y sobre la cabeza del energúmeno de la Casa de Nariño, actos vergonzosos ante el mundo para el estado colombiano, como también la publicación virtual del libro “Biografia no autorizada de Álvaro Uribe Vélez (el señor de las sombras)”, Editorial Oveja Negra, por Joseph Contreras, corresponsal de Newsweek, el sábado 22 de diciembre 2007, el periódico El Espectador se atrevió a publicar una insinuación falsa sobre nexos de nuestra organización AMEN-SD con narcotraficantes, y no nos queda más que preguntar: ¿Dónde están ahora aquellos ávidos y eficientes investigadores militares, policivos, fiscales, jueces que pudieron descubrir nuestra supuesta e inexistente mala actuación basada en componendas de calumnias irreales sobre el inocente pueblo raizal, pero quedan tan ciegos e inútiles que no pueden ver la realidad ocurriendo alrededor de y directamente sobre ellos, cuando se relaciona con Uribe y sus secuaces?

Es un hecho real que desde la voluntaria adhesión en 1822 de nuestros ancestros a la Gran Colombia (Constitucion de Cúcuta) y no a Colombia como nación, (aunque así lo creen muchos), el estado colombiano nos mantiene permanentemente bajo una ignomiosa posición de sometimiento y secuestro, sin que hayamos podido desarrollar y ejercer en los 186 años después una vivencia digna como pueblo soberano que somos. así que, como también somos secuestrados consuetudinarios, ¡no marchamos!