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No hay mal que dure cien años…
Cabildo Indígena Cerro Tijeras / Martes 1ro de abril de 2008
 

Primero aparecieron escuadrones paramilitares que perpetraron masacres
como la del Naya que costó la vida a no menos de cien personas. Nos
quisieron someter al miedo. Luego al hospital del municipio de Suárez lo
transformaron casi que en un puesto de salud que no puede atender la
demanda ni las necesidades urgentes de la población. Entonces nos quitaron
la salud. Posteriormente enfilaron baterías contra la educación al tratar
con desdén a los docentes a la hora de contratarlos y cancelarles sus
salarios. Pretendieron embarcarnos en la ignorancia. Una vez dadas las
condiciones con esta política de estado, concebida y desarrollada con el
ánimo de desocupar a los territorios de sus pobladores, aparecieron
multinacionales como Kedhada y EPSA quienes, ante la pauperización de las
comunidades, le pusieron el precio que se les antojó a las tierras del
Cabildo de Cerro Tijeras. De esta manera Smurfit Cartón de Colombia, por
ejemplo, se hizo a no menos de 500 hectáreas que antes producían comida para las comunidades y
que ahora dieron paso a monocultivos de pino.

El indio recula pero no se entrega. Por eso, y con la certeza de que esas
tantas hectáreas fueron adquiridas de manera irregular por la empresa, las
fincas El Canadá y La Carolina son objeto del mandato de Liberación de la
Madre Tierra que se viene desarrollando en el departamento del Cauca,
recuperaciones que no son individuales y que corresponden al mandato de
Unidad, Tierra y Cultura de los Pueblos Indígenas. Sin tierras para
cultivar, el hambre acecha a las comunidades.

En vista de que no han logrado romper el corazón del indio, ni con sus
armas ni con sus leyes, el gobierno Uribe esgrime su más reciente
estrategia: la de ofrecer recompensas por los líderes indígenas que, según
él, vienen promoviendo las recuperaciones, todo lo cual nos pone en el
cuadrilátero de delincuentes y condena de manera oficial la demanda
ciudadana y la protesta legítima y social. A los pocos días de estas
palabras y poniendo en evidencia el contubernio entre gobierno y
multinacionales en detrimento del pueblo colombiano, la empresa Cartón de
Colombia demandó al Cabildo de Cerro Tijeras por, según ellos, “invadir”
sus fincas. ¡Quien lo creyera! Lo que para ellos es una invasión a
propiedad privada para nosotros es una recuperación de terrenos que nos
fueron sonsacados con argucias y engaños.

Cartón de Colombia dice que en sus 25 años en la zona ha
realizado un invaluable aporte social. Da cuenta de obras, de escuelas, de
vías, de generación de empleo, todo lo cual fue desmentido por las
comunidades en una reciente reunión celebrada entre las partes en el
municipio de Suárez. ¿En dónde están esas obras, de qué carreteras nos
habla si nos movemos por trochas que se destrozan cuando entra su
maquinaria, a que escuelas y hospitales se refiere? Nosotros no pedimos
concesiones ni limosnas, le exigimos que cumpla con las comunidades. No
hay que llamarnos a engaños, la zona sigue sumida en la pobreza y el
olvido, todo lo cual es de interés del gobierno y de la multinacional
porque así podrá seguir comprando tierras bajo sus condiciones y ampliando
la nefasta frontera de monocultivos. Si bien lo anterior las comunidades
seguimos dispuestas a hablar y concertar, la palabra es nuestra única
arma y la razón nuestra gran verdad.

Demandar al cabildo es sentenciar a su dirigencia a una muerte segura en
una zona plagada de armados ilegales. Son de esperarse las amenazas y los
señalamientos por lo que culpamos al presidente Álvaro Uribe Vélez y a
las directivas de la multinacional por cualquier desenlace trágico.

A usted no lo reconocemos como presidente de los indios de Colombia,
tampoco acatamos las leyes expedidas a favor de multinacionales por un
congreso manchado con la sangre de cientos y miles de hombres y mujeres
cuyo único delito ha sido la dignidad. Señor Uribe, lo invitamos a que se
desmovilice, la primera víctima del odio y la amargura acumulada en su
corazón es, irónicamente, usted mismo.