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Entre el señalamiento y la lucha
Jorge Acuña / Martes 16 de julio de 2013
 

A pesar de lo que pasa en el Catatumbo, de las multinacionales y los planes de explotación de recursos naturales, a pesar de los múltiples abandonos por parte del estado de los que son víctimas los campesinos y campesinas de esta zona del país, a pesar de los 4 muertos por exigir el respeto por derechos humanos y constitucionales que poseemos, a pesar de los 35 días de protestas y de la aguerrida lucha que estos colombianos nos han enseñado.

A pesar de esto y mucho más, es incomprensible que aún existan personas capaces de menospreciar e incluso señalar y estigmatizar este paro. Paro que no es más que muestras del inconformismo que poco a poco se empieza a evidenciar en el país, causado por la acelerada incursión del modelo extractivista-exportador enmarcado en el proceso de globalización, bajo la figura de locomotoras del “desarrollo”.

Este tipo de modelos de políticas públicas, que en últimas permiten, de manera descarada e inhumana, arrasar con nuestros recursos naturales, y que el único “desarrollo” que generan, es aquel que logran apropiarse las multinacionales y los grandes empresarios y emporios económicos que día a día sólo llenan sus arcas a costillas de un pueblo laborioso y trabajador que necesita y exige mejores condiciones de vida.

La problemática suscita grandes interrogantes y profundos análisis, los cuales no se harán en cuestión de dos o tres líneas, pero que se evidencian a grandes rasgos en la forma como el gobierno nacional responde a un pueblo que exige. Represión, persecución y ataques sistemáticos, de los cuales han sido víctimas las protestas en el Catatumbo, ¿serán formas y dinámicas usadas para proteger por encima de cualquier cosa los intereses particulares de grandes empresas multinacionales que invierten sus dineros para la explotación de minerales y el cultivo de biocombustibles en el país?

Sin dar respuestas obvias a esas interrogantes que se suscitan, me pregunto: ¿será que este gobierno es tan miope, para no darse cuenta de lo que está sucediendo y lograr salidas que beneficien a las partes en conflicto? El pueblo se está cansando y está despertando ante tanto atropello e injusticia, respondiendo a problemáticas que deberían terminar por agruparse. Inconformidades que no son sólo rasgos especiales de unos pocos que se sintieron afectados y decidieron “perturbar el desarrollo nacional”, sino que en últimas son un sentir general no solo de los campesinos del Catatumbo, sino de cada uno de los que en sus diferentes regiones y bajo las diversas particularidades que nos permite conocer este país, construyen día a día un mejor mañana para los suyos.

Se avecinan protestas a lo largo y ancho del país, cafeteros, mineros, estudiantes y trabajadores, entre otros. Se han programado jornadas de movilización y paros, procesos que en últimas hacen eco del ejemplo que nos ha dado el Catatumbo, pero que se reconocen en un progresivo ejercicio para perder el miedo y por una enfocada decisión de exigir lo que por décadas ha sido expoliado por los gobiernos de turno y los negocios con multinacionales que en un país tan diverso como Colombia han desarrollado.

Ahora, ¿y el resto de colombianos qué? Si bien no todos somos de aquellos que permaneceríamos días y días apostados en las orillas de las carreteras o no estaríamos marchando día y noche por las calles de nuestras ciudades. Tenemos el compromiso de ponernos a reflexionar y analizar en qué condiciones estamos viviendo, y que es lo que con el paso de los años ha pasado con nuestro país. Pensar que esos campesinos, esos mineros, esos estudiantes y cada uno de los que exigen al gobierno, son hermanos colombianos que por x o y razón hacen efectivo el derecho a la protesta, los cuales buscan soluciones concretas a las problemáticas que muchos de nosotros vivimos a diario y que por ese motivo pueden ser merecedores de nuestro respeto y depronto admiración o por lo menos no se hacen acreedores de nuestro señalamiento y estigmatización, compartiendo o no sus luchas.