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A seis años del golpe
Washington busca guerra con Venezuela
Eva Golinger / Domingo 6 de abril de 2008
 

Anoche tuve un sueño muy extraño. Estaba hablando por teléfono con
George W. Bush, diciéndole que si solo hablara con el presidente
Chávez, todo se pudiera resolver. Sabía que la honestidad, sinceridad,
cariño y encanto de Chávez pudiera convencer hasta el diablo mismo.
Lamentablemente, ese sueño está muy lejos de la realidad. En lugar de
querer hablar con Chávez, Bush lo quiere colocar – con su país entero
– en la lista de estados terroristas; clasificación que abrirá la
puerta a la invocación unilateral de la Doctrina de Guerra Preventiva.
A seis años del nefasto golpe de estado contra el comandante Chávez y
la revolución bolivariana, suenan los tambores de guerra desde
Washington.

En abril del 2002, Venezuela y el presidente Chávez no figuraban en
ninguna lista de amenazas, preocupaciones o peligros para Estados
Unidos. Si, es cierto que estaban financiando partidos políticos, ONG,
sindicatos y cámaras de comercio de la oposición a través de la NED.
También promovían disidencia dentro de las fuerzas armadas y luego
ayudaron ejecutar el golpe de abril. Fue después, en junio del 2002
que la USAID llegó al país y estableció su Oficina para las Inciativas
hacia una Transición (OTI), con un presupuesto por encima de los diez
millones de dólares para invertir y alimentar el creciente conflicto
nacional. Y luego, asesoraron y apoyaron el sabotaje económico de
diciembre 2002 que duró hasta febrero del 2003, causando mucho daño a
la industria petrolero y la economía venezolana, pero que terminó
reforzando la resistencia revolucionaria ante el golpismo fascista.
Washington estaba siempre presente, aplaudiendo los esfuerzos de la
oposición (bien financiados y planificados desde el seno imperial),
pero aún no consideraba a Venezuela como una amenaza de algún nivel
preocupante. Más bien, confiaban en sus aliados de siempre, aquel
movimiento de la oligarquía venezolana que había ganado el avalo de
Washington desde los tiempos del pacto de Punto Fijo.

No fue realmente sino hasta después de que perdieron el referéndum
revocatorio, entregando una victoria abrumadora a Chávez y la
revolución, que los halcones y estrategos del Norte se dieron cuenta
que en Venezuela había un problema. La oposición en la cual habían
confiado tan ciegamente les había engañado. Ellos no tenían ni el
apoyo de la mayoría ni la capacidad de derrotar al jefe de estado
venezolano y su movimiento revolucionario. Todo lo que habían contado
a Bush y sus socios era mentira.

Condoleezza Rice, entonces Asesora de Seguridad Nacional, se dio
cuenta del grave error que habían cometido, confiando tanto en un
grupo de oligarcos resentidos que ni siquiera podrían lograr salir de
Chávez después de golpes de estados, sabotajes económicos y hasta un
revocatorio financiado por más de nueve millones de dólares de la NED
y la USAID. Poco después, cuando Condoleezza asumió el cargo de
Secretaria de Estado, ella decidió tomar control de la situación. La
confianza que Washington tenía en la fracasada oposición venezolana
había permitido que Chávez creciera como un líder internacional. Había
abierto la puerta a la llegada al poder de una cantidad preocupante de
gobernantes socialistas e izquierdistas en América Latina. Había
comenzado a seriamente amenazar la dominación de Estados Unidos en la
región, y su control sobre la economía del hemisferio. Peor aún, con
la guerra en Iraq costando billones de dólares más de lo inicialmente
pensado, y tardando mucho tiempo más de lo anticipado, Washington y
sus aliados estaban comenzando a preocuparse por las reservas
petroleras a nivel internacional. No era entonces algo permisible
dejar que la mayor cantidad de reservas petroleras en el mundo
quedaban en manos de un jefe de estado socialista, antiimperialista,
Y quien estaba liderando un movimiento revolucionario por todo el
continente; lugar además, considerado por Estados Unidos como su
"patio trasero".

La política de Condoleezza reorientó la estrategia de Washington hacia
Venezuela. Fue ella quien por primera vez declaró a Chávez como
"fuerza negativa en la región". Fue ella quien dirigió al
Departamento de Estado clasificar a la Venezuela bajo Chávez como una
amenaza a la seguridad de la región. Y fueron solo meses después que
la CIA y el Pentágono siguieron sus pasos, colocando a Venezuela en
una lista de "prioridades" para los equipos de inteligencia y defensa.

El año siguiente, con un Chávez reelegido por una mayoría aún más
grande y el anuncio del "rumbo al socialismo del siglo 21",
Washington estaba agarrándose por los pelos. Ya Evo Morales había
ganado la presidencia en Bolivia, y Ecuador iba en un camino parecido.
En Argentina, Uruguay, Nicaragua – por donde miraban, los países de la
región estaban liberándose de las cadenas imperiales y para
Washington, todo indicaba que Chávez era el responsable (claro con un
Fidel detrás guiándolo). Y es justamente en el 2006 que la Casa Blanca
y el Departamento de Estado anuncian que Venezuela ha sido colocado en
una lista de "países que no colaboran suficientemente con la lucha
contra el terrorismo"
– lista en la cual no hay otro país, por cierto
- solo Venezuela. Era un "intermedio" entre un país amigo y un país
enemigo. Era un aviso a Chávez y al pueblo venezolano, que si no
cambiaran su rumbo, recibirán la ira del imperio.

Vimos una primavera llena de maniobras militares, portaaviones,
submarinos nucleares, destructores con misiles, y toda clase de nave
de guerra de Estados Unidos y los países de la OTAN flotando por las
costas venezolanas en un claro acto de intimidación. Luego, aumentó el
intento de causar conflictos entre Venezuela y sus vecinos, primero
con Curazao y las Antillas Neerlandesas, los cuales decían los medios
internacionales que Chávez quería invadir y anexar. Después con el
vecino país Guyana, circulaban rumores sobre una ocupación venezolana
del territorio en reclamo entre los países. Y finalmente, en el 2007 y
hasta principios del 2008 lograron agitar el conflicto entre Venezuela
y Colombia, aunque debido al apoyo y razonamiento de las naciones
latinoamericanos, esto tampoco resultó en cosa más grave.

Sin embargo, estos "ensayos" de conflictos regionales, han dado la
oportunidad a Estados Unidos aumentar su presencia militar en la
región y convencer a la opinión pública internacional de que Chávez es
una causa de problemas. La guerra mediática esta más fuerte que nunca
contra Venezuela y contra el presidente Chávez en particular. La
táctica de la "demonización del líder" está siendo utilizado de manera
sistemática en los medios de comunicación estadounidenses, europeos y
latinoamericanos.

A seis años del golpe contra Venezuela, la revolución y el comandante
Chávez, el propio presidente Bush ha solicitado la posibilidad de
colocar a Venezuela en la lista de estados terroristas. El Congreso de
Estados Unidos esta promoviendo la aprobación de la Resolución 1049,
la cual designa a Venezuela como un estado terrorista por su relación
"estrecha" con las FARC y con los países de Cuba, Irán, Siria y Corea
del Norte, quienes están todos clasificados por Washington como
terroristas. Esta clasificación auto-justificaría cualquier acción
unilateral que Washington ejecuta contra Venezuela, sea una invasión
militar, un acto de magnicidio o una ocupación de un territorio
regional para "asegurar" los "intereses de Estados Unidos y sus
aliados"
.

El 28 de marzo de este año, el Comando de Operaciones Especiales del
Departamento de Defensa de Estados Unidos inició la "Operación
Libertad Duradera – Caribe y América Central", la cual no es ni
maniobra militar ni un ejercicio ficticio. Es una operación militar
verdadera que ha desplegado un batallón élite de 36 soldados, la Guardia
Nacional de Estados Unidos y un equipo de combate, que incluye
portaaviones, submarinos, aviones de combate, destructores con
misiles, etc., para preparar la defensa y respuesta de Estados Unidos
contra la amenaza del terrorismo en la región.

A seis años del golpe fracasado contra la revolución, Washington
intensifica su guerra contra Venezuela y sus aliados en la región. El
4 de mayo habrá un referéndum en Santa Cruz, Bolivia, promovido,
financiado y avalado por Estados Unidos que busca crear una autonomía
federal – un país independiente – en ese territorio rico en recursos
naturales e ingresos económicos. El resultado de ese proceso afectaría
todo el continente y abrirá la puerta a los infectuosos movimientos
separatistas que buscan la desintegración de la unidad latinoamericana
y la recuperación de la dominación imperial de Washington.

A seis años del golpe, somos más fuertes, más unidos, más conscientes,
pero muchísimo más amenazados. La urgencia de un bloque regional
contra el imperialismo y contra la injerencia de Washington está más
vigente y necesaria que nunca. Tanto como el pueblo venezolano salió
hace seis años a las calles para rescatar su constitución, su
democracia, su presidente y su revolución, hoy los pueblos de América
Latina tienen que salir unidos a rechazar y derrotar la guerra
imperial que se acerca como una tormenta mortal a las costas de la
revolución continental.