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Argentina: Monsanto se expande, y ahora con un herbicida más tóxico
Luego de la exitosa instalación, por parte de la oscura empresa Monsanto, de una planta acopiadora de granos transgénicos en el partido cordobés de Malvinas Argentinas, la monopólica multinacional ahora se expande hacia San Luis, donde planea instalarse en el valle de Conlara. Allí también encuentra resistencia de los habitantes que están al tanto de su escandaloso pasado, y que se preocupan aún más por el futuro, ya que al glifosato se le sumaría otro herbicida todavía más tóxico: el glufosinato de amonio.
Pedro Jesús Galvani / Sábado 10 de agosto de 2013
 

Luchadores sociales nucleados en la asociación Campesinos del Valle de Conlara buscan concientizar a la población acerca de las consecuencias que trae amparar a la empresa Monsanto, que busca sembrar maíz transgénico en aquella tierra rica en agua subterránea. A los devastadores riesgos para la salud y para la tierra que viene provocando en todo el mundo desde hace décadas, se le añade un factor aun menos prometedor: el uso de un herbicida para sus nuevos tipos de semilla, un químico que recientemente fue incluido en el listado de la Unión Europea de químicos a prohibir.

El glufosinato es un herbicida, distribuido mayormente por Bayer, manufacturado para las semillas transgénicas que son las únicas que pueden resistir su toxicidad. El científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Andrés Carrasco, aduce que el motivo de la implementación de este nuevo pesticida se debe a que las malezas adquirieron resistencia al glifosato, por eso la necesidad de la industria agrogenética de un nuevo producto más potente.

Extractivismo nac & pop

En los últimos tiempos ha sido iniciativa del Gobierno Nacional (con las directrices plasmadas en el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial) la inserción de cultivos transgénicos, los que al ser intensivos y no darle tiempo a la tierra a que se recupere, la deterioran, causando erosión, dejándola inutilizable. Esto a su vez altera el ciclo hidrológico del lugar, haciendo que pierda humedad, se vuelva árido y que el agua que escurre a la tierra pierda su efecto de filtrado por el follaje.

Otra consecuencia, muy visible en nuestro país, es la extensión de estos monocultivos, que corren sus fronteras expandiéndose cada vez más, expulsando campesinos y pueblos originarios de sus tierras ancestrales, y generando situaciones conflictivas que terminan en verdaderas masacres de parte de los empresarios y el Estado para con los pueblos aborígenes.

Un ejemplo de esto, que alcanzó cierto renombre en los medios, fue el caso de Cristian Ferreyra, integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), quien resistía el avance del desmonte ordenado por instituciones gubernamentales para que los empresarios agropecuarios expandieran sus siembras a costa de desalojar campesinos pobres. Este campesino fue asesinado impunemente en Santiago del Estero por sicarios enviados por un empresario sojero.

Por otra parte, la manipulación genética al servicio de los intereses de empresarios inescrupulosos ha agregado, además de las previamente mencionadas, más adversidades al monocultivo. Con la aparición de los transgénicos se abrió todo un arco de irresponsabilidades, que privilegia el rédito antes que la salud de la población damnificada, que usualmente es la más pobre. En este aspecto el caso de Monsanto es un ejemplo paradigmático.

Monsanto, una empresa con prontuario

La historia de Monsanto con la biotecnología es igual de aberrante que en las otras ramas en las que también se desempeña (Monsanto es la creadora del mortal PCB, del cual encubrió sus efectos cancerígenos durante años, y del devastador Agente Naranja, usado en la invasión estadounidense a Indochina, así como de la hormona de crecimiento bovina, que contamina la leche), y su historia abunda en abusos corporativos.

En lo que respecta a la industria genética, Monsanto cuenta con un extenso prontuario; sus semillas modificadas genéticamente han causado estragos de diversa índole en EEUU e India y están prohibidas en la Unión Europea.

Uno de los efectos de los productos de Monsanto es la monopolización de los alimentos: la empresa pretende insertar sus granos modificados en todo el mercado, y que los productores usen solo aquellos “fabricados” por la multinacional.

Una de las consecuencias son las demandas de la empresa a agricultores, que sufren contaminación a causa del viento que esparce las semillas de Monsanto, por “robo”, ya que tienen patentadas las semillas.

Pero en una perspectiva más grande, la peligrosidad de que una empresa sea la “dueña” de las semillas que se usan para alimentar a la humanidad -y más si ésta es Monsanto- no son difíciles de prever.

Otro aspecto no menos importante es el tema de la falta de control y revisión de los productos genéticamente modificados, y las consecuencias que pueden provocar a futuro son inciertas, ya que la multinacional ejerce presiones para que no se realicen estudios que puedan resultar perjudiciales para sus ganancias.

Una problemática importante está dada también por el uso de los herbicidas, altamente tóxicos, para mantener los cultivos. Una de las particularidades de las semillas modificadas genéticamente es su resistencia a herbicidas que no podrían soportar de no haber sido manipuladas biológicamente. El problema está en que estos químicos son tóxicos para el humano; el glifosato es uno de estos productos, el más tristemente célebre de los últimos años, y es aquí donde ahora se le añade el glufosinato.

Fuentes: http://urgente24.com / http://lavaca.org / http://www.ecoclimatico.com