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Proceso de Paz
Un corto mensaje a los medios de comunicación
Ana María Martínez / Martes 24 de septiembre de 2013
 

El día jueves 14 de septiembre culminó la ronda número 14 de diálogos entre el gobierno nacional y las Farc – EP. Los medios masivos de comunicación no desperdiciaron la oportunidad para mostrar su pesimismo frente al proceso que se está llevando a cabo en la Habana pero tampoco para dejar en evidencia la baja capacidad de análisis que muchos periodistas tienen de este singular momento político de la historia de nuestro país. Sin lugar a dudas, esto no deja de ser preocupante precisamente porque la única información a la que tiene acceso el colombiano del común acerca de lo que está sucediendo en Cuba, es la que le viene transmitida a través de estas fuentes.

Esta imagen un tanto distorsionada que nos llega a los colombianos nos da luces sobre algunos elementos de lo que debería pasar en nuestro país para que la paz sea algo sostenible y duradero en el tiempo. Los siguientes son algunos de esos mensajes y unas breves reflexiones al respecto:

“… las declaraciones reforzaron la idea de que la negociación no solo avanza con desesperante lentitud sino en medio de complejas tensiones”1. ¿Acaso es posible que un conflicto de casi un siglo de duración se resuelva en un par de rondas de negociaciones? ¿No es apenas obvio que en un tema tan ampliamente complejo como lo es la participación política y que genera un abismo de gran tamaño entre dos extremos políticos, se expongan diferencias de criterio y resultado? En esa perspectiva, el gobierno nacional y los medios de comunicación tienen una responsabilidad fundamental y directa en generar un conjunto de condiciones que le permitan al ciudadano de a pie, comprender que la paz no es algo que “se hace” en la Habana y que tampoco es posible definir un marco temporal discreto que limite los resultados.

"Es por eso que están en La Habana dialogando, porque si estuvieran fuertes no lo harían", precisó el mandatario, quien enfatizó que "nadie en Colombia le ha dado tan duro a las Farc como este servidor, nadie"2. De esta forma, cita escuetamente el Tiempo las declaraciones dadas por Juan Manuel Santos durante este fin de semana. Esto evidencia que se sigue padeciendo de un lenguaje guerrerista y de producción del terror y el odio que debería estar confinado en las supuestas épocas de avecinamiento de la paz. Puede que se trate de un simple juego de palabras que buscan darle fortaleza al mandatario nacional en tiempos en que su imagen política se encuentra por el suelo. Pero no podemos dejar de lado que esto envía un mensaje equivocado a la sociedad. Lo más sensato que debería hacerse, si queremos que esto tenga éxito, es que la sociedad colombiana haga una reflexión acerca de que el proceso que se está llevando a cabo en la Habana, a pesar de sus dificultades, es un hito histórico sin precedentes en la vida nacional y que, si hoy es posible que dos contrarios estén sentados en la misma mesa, es porque se dieron las condiciones políticas propicias para ello.

"Pese a los avances que se han conseguido en las negociaciones iniciadas en noviembre pasado, buena parte de los colombianos dudan de que se llegue a un acuerdo de paz, principalmente porque desconfían de las verdaderas intenciones de las Farc después de los fracasos de otras iniciativas para poner fin al conflicto"3. Este es un claro ejemplo de cómo, a través de los medios de comunicación se está promocionando la idea errada de que la paz “es algo que se hace” y lo que es peor aún, que es algo que “hacen” el gobierno nacional y la insurgencia. Es decir, se considera la paz como un hecho o un proceso externo a la vida cotidiana de cada colombiano. Para Lederach, un importante teórico de la paz, ésta es posible si se ve traducida en los pequeños actos cotidianos de quienes viven el día al día de los conflictos. De acuerdo a este autor, “en escenarios de conflictos profundos, las palabras y las promesas no constituyen una medida adecuada de que se ha producido un cambio genuino. Las acciones, actitudes, respuestas y conductas de la población sí que lo son”.

Por esta razón, considero fundamental tener en cuenta que hay tres elementos que no pueden faltar en el proceso de paz. Primero, es fundamental el papel que desempeñan los medios de comunicación; si estos siguen reproduciendo posiciones adversarias a la paz, muy difícilmente se logrará en Colombia un ambiente propicio para que esta sea un estado perdurable a lo largo del tiempo. Segundo, además de la información, es clave también la formación, la educación (Verdad y Memoria) que debe acompañar el logro de la paz en lo amplio de la sociedad colombiana. Y es que una parte importante de nosotros, los nacionales, desconoce las raíces históricas del conflicto y la violencia. Tercero, desde ese ámbito de lo formativo y lo comunicacional es inaplazable que se promueva una conciencia colectiva en torno a que una paz sin justicia social y sin transformaciones estructurales reales en la política y en la sociedad, solo será una paz disfrazada y mentirosa que no le conviene a nadie.