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Organizaciones colombianas y canadienses protestan por visita del vicepresidente de Colombia
Redacción Revista Debate / Martes 13 de mayo de 2008
 

El 91 de King St. East, en Toronto, ubicado en la zona de King y Yonge, estuvo sumamente ocupado el pasado jueves por la mañana. Ahí funciona el Albany Club, un exclusivo centro de recepciones que ese día se vio invadido por inesperados visitantes: por una puerta, varias decenas de manifestantes se hicieron presentes portando pancartas de protesta, mientras que por la otra, poco más de un centenar de hombres y mujeres de negocios hacían fila, cada quien con un cheque por 350 dólares en mano, para participar en un desayuno.

Los primeros llegaron a protestar por la presencia del vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, a quien acusan de estar vinculado con grupos paramilitares en su país, así como también de tener responsabilidad en las graves violaciones a los derechos humanos que día a día ahí ocurren, mientras que los segundos se hicieron presentes para escuchar de primera mano cuál es la oferta que el país suramericano esta haciendo de cara a la implementación de un eventual Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Canadá.

Esta era la segunda jornada de la visita que hizo a Canadá el vicepresidente Santos, quien buscó en el país avanzar en la firma de un tratado de libre comercio, y para lo cual asistió a un desayuno con empresarios canadienses que fue organizado por el Consejo Canadiense para las Américas (CCA), en el cual animó a los hombres y mujeres de negocios canadienses para que inviertan en Colombia, “una de las cuatro principales economías emergentes” del mundo, según aseguró. Pero mientras Santos pronunciaba su discurso en el corazón del distrito financiero de Toronto, en la puerta principal de su auditorio varias decenas de activistas protestaban por su presencia en el país a través de una actividad que fue convocada por la organización sindical Canadian Labour Council, la Organización de Profesores de Ontario, el Canadian Auto Worker, así como también por la representaron en Toronto del Polo Democrático, organización política de izquierda en el país suramericano.

Adentro del Club, Santos hablaba de las maravillas que ofrece Colombia para la inversión, mientras que afuera, los manifestantes denunciaban los asesinatos de líderes sindicales, comunitarios e indígenas en Colombia, así como también la falta de garantías que, a su juicio, aún sufren para ejercer su labor y defender sus derechos.

Definitivamente el desayuno fue bien concurrido, así como también la actividad de protesta, sobre todo si se tiene cuenta que se llevó a cabo entre siete y ocho de la mañana, lo que significó que muchos de los asistentes se tomaron el tiempo para dejar oír su voz antes de iniciar sus actividades laborales regulares.

Primero derechos humanos y luego comercio, dicen trabajadores canadienses

John Cartwright, presidente del CLC, rechazó la presencia del vicepresidente Santos en Canadá diciendo que era una persona que estaba siendo cuestionada en Colombia por organizaciones de derechos humanos, así como también a nivel internacional, que le achacan el hecho de que siendo el responsable de la política oficial de derechos humanos del país suramericano, aparentemente no haya adelantado ninguna investigación contra los crímenes que han estado cometiendo los grupos paramilitares durante su gobierno. Esto, a pesar de que su gobierno ha estado negociando con ellos.

“Mientras se negocia con los grupos paramilitares se siguen cometiendo abusos”, dijo Cartwright, antes de explicar que los sindicatos canadienses ofrecían su apoyo, solidaridad, acompañamiento y hermanamiento a las organizaciones sindicales colombianas en busca de que se les proteja su vida, sus derechos y sus libertades sindicales

En ese sentido, dijo que la entidad que representa estaba estableciendo una alianza con sus pares colombianos a fin de rechazar un acuerdo de libre comercio, el cual no ha sido consultado con los trabajadores ni en Colombia ni en Canadá, sino que únicamente se ha manejado a nivel de altos funcionarios, y cuyos beneficios aún no se ven claramente, sino que al contrario, incluso consideran que podrían ser negativos en la medida que afectan los procesos productivos a nivel canadiense.

“Nosotros no aceptamos que en un país donde el registro de violaciones a los derechos humanos muestra una de las tasas mas altas del mundo, se estén haciendo negocios tan tranquilamente cuando hay charcos de sangre de por medio, muertes de sindicalistas, de líderes sociales”, aseguró, exigiendo que Canadá primero debe tratar el tema de los derechos humanos en Colombia, y solo después los temas comerciales.

Santos es “non grato en Canadá”

Por su parte, Luis Alberto Mata, refugiado colombiano que fungió como Consejero de Paz del Departamento del Valle del Cauca en Colombia, y que ahora pertenece a la representación de Polo Democrático Alternativo en Canadá, aseguró que la participación en la protesta era para sentar un precedente considerando ‘non grata’ la presencia del vicepresidente Santos, “un personaje altamente cuestionado en Colombia luego de que tres jefes, dos de ellos narcotraficantes de alto calibre en Colombia, y uno de ellos comandante paramilitar, denunciaran en sus declaraciones ante la Fiscalía General de la Nación, y en el marco de la ley de “justicia y paz” en Colombia, bajo juramento, que ellos crearon un escuadrón de la muerte en Bogotá que se llamó el Bloque Capital luego de que el señor Francisco Santos y otros políticos en Colombia viajaron a varias regiones del país para entrevistarse con otros personajes del hampa para proponerles la creación de este grupo paramilitar en Bogotá”.

Mata explicó que en esos años lo que sucedía era que la guerrilla colombiana estaba sentando bases y obteniendo cierto arraigo en algunas zonas marginales de la capital colombiana, y que el planteamiento de Santos y otros políticos era que había que detenerlos y que la mejor manera era llevando a Bogotá a los grupos paramilitares de manera organizada, es decir no esporádicamente tal y como había sucedido anteriormente.

“Después de estas reuniones, los grupos paramilitares entraron a Bogotá y fueron asesinados 1.500 jóvenes, crímenes que han sido documentados por la Defensoría del Pueblo, la misma Fiscalía ha recibido centenares de denuncias, y por los organismos de derechos humanos. Entonces, en Colombia se le señala a este personaje, a Francisco Santos, el vicepresidente de Colombia, como una persona de la cual se sospecha y se cree que ha tenido vínculos directos con la conformación y auspicio de estas redes de asesinos”, aseguró Mata.

Y agregó: “Entonces, nosotros estamos aquí para decirle al señor Santos que consideramos no grata su visita, y que nos parece que Colombia, antes que ‘business’, necesita justicia, libertad y reparación, se necesita respeto a los derechos humanos… y hemos venido a decirle que queremos derechos humanos, que queremos justicia, y que queremos que se hable de paz antes que de negocios”.

Finalmente insistió en que sólo en los meses que van de este año, 26 sindicalistas han sido asesinados en Colombia por escuadrones de la muerte, así como también nueve personas que lideraron las marchas en contra de los crímenes de estado el pasado 6 de marzo.

La situación de los derechos humanos ha mejorado en Colombia: Santos

Pero mientras afuera del Albany Club sus compatriotas lo consideraban como persona no grata en este país por su supuesta vinculación con los grupos paramilitares, adentro, al calor de una taza de café, el vicepresidente colombiano afirmaba que la situación de los derechos humanos ha mejorado en Colombia, señalando una supuesta reducción en el número de asesinatos de líderes sindicales e indígenas desde el año 2002.

Santos reconoció que su país todavía padece enormes problemas fruto de los años más álgidos de violencia, y dijo que la reintegración de cerca de 35 mil integrantes de los grupos armados paramilitares, acusados fuertemente de estar vinculados con el gobierno del presidente Álvaro Uribe, “es una de las tareas más difíciles”.

No obstante, insistió en que durante los pasados cinco años la situación de los derechos humanos ha mejorado de forma considerable, lo cual, dijo, lo comprueba la reducción del número de asesinatos.

“En el 2002, unos 200 líderes sindicales fueron asesinados. El año pasado sólo 25. Lo mismo se puede decir con los líderes indígenas. Decir que la situación no ha mejorado es mentir”, afirmó.

Una vez terminado el desayuno, y cuando ya los manifestantes habían abandonado el 91 de King St. East para dirigirse a sus respectivos centros de trabajo, Santos partió de inmediato hacia Ottawa donde se reunió el viernes con funcionarios de alto rango del gobierno canadiense, a fin de tratar de avanzar en la concreción del tan anhelado Tratado de Libre Comercio, un objetivo que todo parece indicar aún está muy lejos de lograr.