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El paro agrario y la necesidad del frente amplio
Camilo Moreno / Viernes 4 de octubre de 2013
 

“La revolución es el arte de aglutinar fuerzas para librar las batallas decisivas... Ningún proceso se puede dar el lujo de excluir a ninguna fuerza... de excluir la palabra sumar” Fidel Castro, 1971

El paro agrario Colombiano ha demostrado la efectividad de las acciones de masas simultáneas para presionar cambios, o al menos forzar diálogos con el gobierno. Los cortes de carreteras, la toma de calles y plazas públicas y la movilización, son eficaces a la hora de presionar, aglutinar fuerzas y generar impacto de opinión.

El paro ha demostrado además la tenacidad y capacidad del campesinado colombiano a la hora de pelear por sus derechos. En un país cuyos circuitos de información y opinión están encerrados en el ámbito urbano, el paro agrario logró generar impacto y notoriedad. Se demostró además la vigencia de la lucha campesina, a pesar de décadas de exterminio y abandono.

La solidaridad que despertó el paro en los círculos urbanos puso de nuevo al centro el tema de la relación campo-ciudad, de los lazos innegables entre campesinos, productores y consumidores urbanos de productos agrícolas, y la evidente falta de planificación integral, socialmente justa, del gobierno en materia de política agraria y minera. Motivó también el ánimo de acción y lucha de otros sectores como la salud, transporte y educación que requieren urgente solución.

Sin embargo, en el inevitable proceso de pausa en la movilización es necesaria la reflexión de la izquierda sobre qué hacer y cómo continuar y profundizar la confrontación.

No es nueva la crisis del campo, como tampoco son nuevas las movilizaciones campesinas, lo que es tal vez novedoso el día de hoy, es la unidad, a pesar de las diferencias, de esas luchas agrarias en el tiempo. Hace décadas no existía un paro de manera simultánea en toda Colombia. Ese nuevo despertar de luchas nacionales está ligado a un proceso de UNIDAD del campo popular que viene gestándose hace algunos años. Nuevos actores políticos como Marcha Patriótica y Congreso de los Pueblos han emergido, con una base agraria muy fuerte.

Sin embargo, a pesar de la solidaridad urbana desatada, el paro agrario no logró transformarse en un paro cívico nacional, que pudiese paralizar al país entero forzando cambios estructurales de fondo en Colombia. Los campesinos han entendido que las luchas contra los TLC’s, las políticas agro-mineras excluyentes, la defensa de los territorios y la soberanía, tienen un alcance muy amplio que requiere del concurso de muchos sectores.

La movilización despierta conciencias, simpatías y anima a otros sectores a luchar. Pero toda movilización tiene un alcance limitado en el tiempo, en sus fines y sus logros. Por muy importante que haya sido, su impacto eventualmente puede decaer y el movimiento puede correr el riesgo de fracasar.

La izquierda debe impulsar, aprovechando estos momentos de agitación, un escenario de UNIDAD intersectorial, una especia de FRENTE AMPLIO, FRENTE COMUN, MOVIMIENTO AMPLIO, como se le quiera llamar, para que ,aglutinando todos los sectores y espacios en lucha, dispuestos a movilizarse, se genere un programa nacional por la democracia, la paz con justicia social, la soberanía y la independencia.

Este FRENTE debe preparar las condiciones para una gran movilización nacional, para un paro de alcances incluso más profundo que los anteriores. Transformar la movilización en movimiento permanente requiere del concurso consciente de la izquierda para unir fuerzas, aglutinar energías, y converger en un escenario que dispute el poder.

“Astucia, astucia y más astucia” es lo que se requiere para lograr unir las fuerzas, dejar a un lado las inevitables diferencias, al menos por el momento, y lograr constituir un bloque de poder capaz de forzar los cambios y las transformaciones. Si algo se ha demostrado el día de hoy, es que la gente está lista y dispuesta a luchar y a movilizarse, se inventa formas, crea modos de lucha. La gente vive en la práctica la consigna que alguna vez Marx establecía: Cada paso, cada avance en el movimiento real vale más que mil programas.

Se están dando discusiones en el seno de la izquierda sobre diferentes interpretaciones acerca del paro agrario, su alcance e impacto. Las potentes luchas agrarias han despertado ideas sobre la eventualidad de que en Colombia, a través de la movilización de masas, pueda existir el día de hoy la posibilidad de una situación de alcance incluso revolucionario, o por lo menos, con posibilidades de una transformación profunda.

Que tengamos o no en la actualidad una situación de alcance profundo lo establecerá la historia. Nuestra tarea debe consistir en estar siempre preparados para no desaprovechar ninguna oportunidad.

Constituir ahora un potente movimiento de masas, que profundice las luchas, que aglutine procesos, que una sectores, es una tarea urgente para el campo popular y democrático. Sin esa herramienta de masas, sin ese Frente de combate, sin esa convergencia necesaria entre las luchas rurales y urbanas, cualquier oportunidad de cambio profundo en Colombia se convertirá siempre en simple ilusión.

La oportunidad sólo es tal si existe desde antes una fuerza firmemente organizada, capaz de convertir en potencia nacional las luchas sectoriales y regionales. El elemento decisivo de toda situación es la fuerza pacientemente organizada y predispuesta desde tiempo atrás, recordaba Gramsci.

Sería también un error subestimar las posibilidades de estos procesos de movilización actuales, viéndolos solo como manifestaciones de alcances irremediablemente limitados, que a lo sumo, lograrán ciertas concesiones locales.

Ni el triunfalismo excesivo, que al no percibir los pasos concretos para aprovechar la oportunidad de cambio, cae siempre en la frustración y la derrota; ni el extremo opuesto de aquellos que siempre predicen el fracaso. Aquellos que sin siquiera iniciar la lucha, ya se sienten derrotados de antemano.

La izquierda tiene la oportunidad y la necesidad de unir fuerzas en un gran FRENTE que haga realidad los sueños de paz democrática, de soberanía, independencia y bienestar para las mayorías. Uniendo rebeldías en un gran torrente nacional, con convergencia de amplios sectores en lucha en lo rural y lo urbano. Que ésta sea una oportunidad para Colombia de alcances profundos dependerá de todos nosotros, de nuestra lucha, de nuestra astucia para lograr dominar el arte de la Unidad.

Para aquellos ’quietistas’ que sólo llaman a la unidad en tiempos de elecciones, que siempre desconfían de las capacidades del pueblo y de sus formas de lucha, que solo ven con buenos ojos las movilizaciones sectoriales, parciales, y locales, vale recordar el poema de Roque Dalton, en el que se escucha el coro de nuestros ’quietistas’ latinoamericanos:

Estamos por el alzamiento de las masas

pero solo cuando se alcen todas las masas

Es tonto y fatigoso ir

de lo pequeño a lo grande

¿por qué no comenzar

por lo grande?

Esperar

sin desesperar.

Acechar

la oportunidad.

A lo que Dalton respondería lanzando la pregunta al viento:


¿Y si llega la OPORTUNIDAD?

¿Que tendrán ustedes en las manos

cuando llegue la OPORTUNIDAD?

¿Podrían siquiera reconocerla?.