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Martha Rodríguez: una voz de la fotografía y el documental
Sara Leukos / Martes 15 de octubre de 2013
 

En el año de 1992 Martha rodríguez, documentalista afirmaba:
-La fotografía es un paso y el documental es la extensión,
para denunciar la realidad social.

Esta afirmación, se convertiría en un desafío, una batalla en relación a nuestras búsquedas sociales y al sentido político que deseábamos imprimir a través de los documentales y la fotografía.

El trabajo, era incipiente, simple, solo atisbado por el ojo del espectro de lo que veíamos social y políticamente en las comunidades. En ese foco panorámico, nos instalamos bajo un mar de expectativas, sobre el aprendizaje de la fotografía ante el torrencial de dificultades que se advertían en las comunidades indígenas del cauca y las comunidades campesinas del suroccidente.

Martha Rodríguez, quien en 1953 había viajado a París y participaría del movimiento cinematográfico francés, regresaba a Colombia ingresando a la facultad de sociología de la Universidad Nacional en Colombia, donde conoce el cura Camilo Torres. En ese nuevo espacio, realiza trabajos sociales con el cura Camilo en la ciudad de Bogotá.
Sus estudios los reinicia en 1961 en Paris, bajo la Antropología donde decide estudiar cine y etnología. Así, para el año de 1965 regresa nuevamente a Colombia, continúa estudiando antropología y desarrolla su trabajo conceptual y de producción como documentalista sobre Colombia: Chircales (1972), Campesinos: primera parte de una trilogía sobre las luchas agrarias en Colombia (1976). La voz de los sobrevivientes (1980). Sobre los líderes asesinados en el Cauca. Amor, mujeres y flores (1981), Nuestra Voz de Tierra Memoria y futuro (1982); Nacer de nuevo (1987), Memoria viva ( 1992),

Así, en 1992 como documentalista y seminarista de talleres audiovisuales, cierne un trabajo de antropología audiovisual. Expone su trabajo conceptual y práctico, en los seminarios de participación libre en el museo nacional de Colombia, con el documentalista Iván Sanjinés. Muy dispuesta a su trabajo, ejerció una motivación a los estudiantes de diversas disciplinas de las ciencias sociales.

Con su trabajo audiovisual, presentaría un punto de encuentro que trazaba toda una significación de nuestra realidad subjetiva, con el recurso de la fotografía y el documental. Esa realidad, no era menos que la de otros: la visualización de las comunidades indígenas, negros, campesinos y familias en las grandes ciudades.

Asistíamos a sus seminarios, estudiantes de ciencias sociales, antropología, historia y sociología, iniciados en la fotografía y, otros en el trabajo audiovisual. No era terreno de unos y aislamiento para otros. Era la confianza de pensar en terrenos de debate y critica a nuestro trabajo y compromiso social. Hicimos un aporte desde diversos campos políticos y significando lo que nos parecía un gran cambio venidero, sin egos, ni restricciones.

Así, nos iniciábamos en la fotografía y el documental que sirvió para ver, construir y denunciar políticamente los casos aberrantes de violación de derechos humanos, las imposiciones contra-culturales a las comunidades, las representaciones de identidades y los conflictos políticos que pesaban sobre las comunidades indígenas, negras, campesinas y urbanas.

Martha Rodríguez, ejerció su influencia en los temas sociales y políticos a través de la fotografía y el documental. Su primera producción documental “Chircales” en 1972, evidencian como tema central las representaciones socio-políticas de la época. Su obra transita como un compromiso de lo estético hacia las formas y condiciones políticas y sociales del país.

Su pedagogía, inscrita en la antropología audiovisual había acertado. Nosotros constructores de una realidad, una vez más la viabilizábamos a través de la fotografía y el documental.
Martha -condujo sobre el arte audiovisual un recurso de lo estético, para ejercer una memoria histórica. Memoria de las comunidades que bajo la presencia de hechos sociales y políticos, señalaban diversos acontecimientos de guerra en Colombia. Un presente que aún acontece, bajo una memoria histórica que no se diluye en el tiempo.
En ese trazo, el aporte de Martha Rodríguez no se detiene y aún se vislumbra, nuevos surcos audiovisuales en todas las representaciones sociales, culturales sobre el conflicto político están vigentes, sobre una guerra que está muy lejos de finalizar en Colombia.

Documentales de Martha Rodríguez

- Chircales (1972), Campesinos: primera parte de una trilogía sobre las luchas agrarias en Colombia (1976). La voz de los sobrevivientes (1980). Sobre los líderes asesinados en el Cauca. Amor, mujeres y flores (1981), Nuestra Voz de Tierra Memoria y futuro (1982); Nacer de nuevo ( 1987), Memoria viva ( 1992), Amapola, la flor maldita ( 1998), Los hijos del trueno (1999), Nunca más ( 2001), La hoja Sagrada
(2002), Una cosa sola se vence ( 2004), Soraya amor, no es olvido ( 2006), testigos de un etnocidio, memoria de una resistencia ( 2011)