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Ponencia presentada al Congreso de solidaridad con Venezuela bolivariana, en Duisburg, Alemania
Venezuela y Colombia: dos hijas de Bolívar que el fascismo intenta enfrentar
Luz Perly Córdoba / Domingo 29 de octubre de 2006 / français
 

“Hoy que nuevamente el brazo y la espada libertaria de Bolívar recorren incansables la gran patria latinoamericana, millones de Bolívares florecen en el corazón de las mujeres y hombres que luchamos por una patria latinoamericana, justa, grande, digna y soberana para todos”

Históricamente, Colombia y Venezuela son dos naciones hermanas, hijas del libertador Simón Bolívar y por tanto herederas de la tradición libertaria legada por la heroica gesta de nuestros patriotas en la guerra revolucionaria contra la tiranía española. Nuestros pueblos comparten indisolublemente vastos rasgos culturales y profundos lazos de solidaridad y hermandad que han trascendido por largo tiempo las diferencias formales de las líneas divisorias fronterizas.

Pese a los planes imperialistas y fascistas del Pentágono, tan fielmente ejecutados por los cachorros locales que intentan propiciar un ambiente hostil entre nuestros pueblos hermanos, aplicando la vieja treta de dividir para reinar, nuestros pueblos hoy más que nunca marchan unidos hacia la reconquista de la libertad y el rescate y consolidación de la gran patria latino bolivariana.

En el marco actual de la globalización e internacionalización del capital y el ajuste geopolítico hegemonista, los Estados Unidos y las otras grandes potencias están implementando un orden económico, político, jurídico y militar supranacional obligatorio, que restringe el derecho a la autodeterminación, a la soberanía y a la dignidad de los pueblos y naciones del mundo.

Hoy, los temas de la “seguridad global” y de la “seguridad democrática” han cobrado mucha importancia en la agenda mundial. Por su parte, Estados Unidos se ha abrogado el derecho de intervenir económica, política y militarmente en cualquier país bajo el supuesto de mantener su democracia y su orden mundial injusto e inhumano.

El capitalismo imperialista norteamericano y sus aliados en su esencia y práctica política, económica, social y cultural, producen estados administrados por gobiernos fascistas, terroristas, mafiosos, mercenarios y autoritarios, avasallando pueblos enteros para saciar sus apetitos económicos voraces.

La demagogia e inmoralidad de la Casa Blanca maneja un discurso diferente según le convenga; los derechos humanos, la lucha contra el terrorismo, la defensa de la biodiversidad, el respaldo a la democracia, la búsqueda de la paz, la lucha contra el narcotráfico, en el sostenimiento de su anacrónico y decadente nuevo - viejo orden mundial capitalista.

Ayer Vietnam, Panamá, Granada, Nicaragua, Salvador, hoy Iraq, Afganistán, Colombia, mañana Irán, Venezuela, Bolivia, Corea del Norte. Ayer el comunismo, hoy el terrorismo, el sheriff del tío Sam no descansa en su afán odioso de atormentar la humanidad.

Colombia vive hoy un prolongado conflicto político - militar, que peligrosamente entra en los niveles de una guerra civil; dicho conflicto es el resultado de una confrontación entre la clase dirigente del estado y los sectores populares debido a los elevados niveles de inequidad y exclusión económica, social y política a la que han sido sometidos la gran mayoría de los ciudadanos. En Colombia la situación de pobreza y hambre constituyen una realidad cotidiana que hace para millones de personas la vida corta, triste y llena de sufrimientos.

Como respuesta a la grave crisis económica, social y política del país y ante el ascenso de la lucha popular en Colombia, el régimen del dictador Álvaro Uribe Vélez, mediante su mal denominada política de “seguridad democrática”, ha puesto en marcha un proyecto fascista reflejado en el fortalecimiento del aparato militar, el incremento irracional del gasto militar mientras la educación y la salud pública agonizan, la militarización de la vida nacional, la ejecución de sus fracasados planes “Colombia” y “Patriota”, la red del millón de sapos, la compra de chatarra militar a los gringos, la presencia de mercenarios y asesores norteamericanos en suelo patrio colombiano, los batallones de alta montaña, los soldados campesinos, la legalización e institucionalización de las hordas asesinas paramilitares, en resumen, la guerra total contra los pobres.

La elite que actualmente está promoviendo el modelo fascista en Colombia, es conformada por sectores de la burguesía industrial, la burguesía financiera, comerciantes y terratenientes, a los que se suman sectores de las fuerzas armadas, los narco – paramilitares incluyendo sus nóminas en todas las esferas del poder estatal, los narcotraficantes y la tradicional dirigencia politiquera y corrupta del país.

Por otra parte, para la consolidación de sus siniestros proyectos económicos y militares rapaces, el Pentágono atiza hoy la hoguera del fascismo en Colombia devastando al país con sus planes de guerra y hambre, en un intervencionismo abierto y cada vez más descarado, convirtiendo al país en un laboratorio de su política guerrerista y expansionista que busca proyectar a otros países de la región latinoamericana.

Venezuela, que viviera también por largo rato bajo el aberrante dominio de una burguesía antipatriótica y sirviente del imperialismo yanqui, hoy ha retomado con coraje y dignidad la senda libertaria de Bolívar, y de la mano del comandante Chávez ha iniciado un proceso irreversible hacia la consolidación de la revolución bolivariana que se ha traducido en el bienestar de las inmensas mayorías, y que hoy sin lugar a dudas se levanta como ejemplo de lucha y valentía a seguir por los pueblos explotados y humillados de Latinoamérica y el mundo. El bravo y heroico pueblo de Venezuela, hoy es el candil que ilumina el camino de la libertad, la dignidad y la soberanía para nuestros pueblos.

La injerencia política y militar norteamericana en Colombia apunta, además, a amedrentar a los pueblos de América Latina. Estados Unidos busca un reposicionamiento geoestratégico en la región, ante el creciente descontento popular que despiertan las políticas neoliberales en Ecuador, Perú, Brasil, y Panamá. Así mismo, los norteamericanos observan con inocultable desagrado el proceso de cambios sociales y políticos que vive Venezuela.

Mientras en Venezuela se superan dificultades, Colombia se desangra por la guerra y la violencia, generadas por el seguimiento fiel de las políticas financieras y las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la imposición de la estrategia norteamericana para las Américas a través del Plan Colombia, el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), la Iniciativa Regional Andina (IRA), y el Eje de Desarrollo Occidental, además del denominado Plan Puebla - Panamá.

En efecto, el Plan Colombia, la IRA y el fracasado ALCA, hoy convertido en tratado de libre comercio, exigen en primera instancia la liberación de mercados de capitales, comunicación, transporte y energía, y se suman a las demás medidas impuestas por el FMI.

Dentro del marco estratégico norteamericano existe el denominado “Eje de Desarrollo Occidental” que pretende utilizar la región denominada “Región Histórica Marabina” que comprende los estados venezolanos de Zulia, Trujillo, Mérida y Táchira, y los departamentos colombianos de Guajira, Cesar y Norte de Santander. En toda esta región se pretende imponer una dinámica acorde con los planes de globalización económica por el alto contenido minero (carbón, entre otros) y las grandes cantidades de tierras fértiles, que pueden ser utilizadas en el plano agrícola y pecuario. La instalación de bases militares de los Estados Unidos en Colombia ya existe en las zonas de yacimientos petrolíferos, importantes fuentes de agua, carbón mineral, bancos genéticos de bosques y arrecifes coralinos, entre otros.

El departamento de Arauca se encuentra ubicado al oriente de Colombia en la frontera internacional con Venezuela, posee una extensión de 23.517 kilómetros cuadrados y, según proyecciones del DANE, la población para 2005 en el departamento era 273.136 habitantes (representa el 0,59% del total nacional), de los cuales 149.034 (54,6% se encuentran ubicados en las cabeceras urbanas y 124.102 (45,4% en el sector rural) a lo largo de siete municipios: Arauca (capital), Arauquita, Saravena, Fortul, Tame, Cravo Norte y Puerto Rondón.

Hasta el desarrollo de los campos petroleros descubiertos por La petrolera estadounidense Occidental Petroleum Company (Oxy), Arauca era un típico territorio de la Orinoquia, una continuación de los llanos de Venezuela que llegaba hasta el piedemonte de la Cordillera Oriental de Colombia. Un territorio olvidado por el estado y sus gobiernos de turno donde no había más que pobreza, marginamiento y aislamiento del resto del país.

Todo empezó a cambiar cuando en 1983 se descubrió que en ese apartado y olvidado departamento, llamado en ese entonces intendencia de Arauca, se encontraban grandes yacimientos de petróleo; el crudo llenó las arcas de las multinacionales, exacerbó la corrupción con los dineros de las regalías y se revirtió para los habitantes del departamento en violencia y pobreza.

En particular las transnacionales petroleras y mineras de origen norteamericano y europeo controlan el negocio del sector, desde la producción hasta la comercialización. Para proteger sus intereses económicos intervienen directamente en el conflicto colombiano a través del financiamiento de la guerra contra la población, incluido el apoyo económico y logístico a los grupos narco – paramilitares.

Como parte de la estrategia de terror y muerte contra la población de las áreas de interés económico norteamericano, los grupos paramilitares ingresaron en Arauca desde el año 2001 provenientes del departamento del Casanare y establecieron su influencia en los municipios de Tame, Puerto Rondón y Cravo Norte.

Esto ha traído, como consecuencias gravísimas, la estigmatización de los habitantes de la región, catalogados de miembros auxiliadores de la guerrilla, los bloqueos alimentarios por parte de militares y paramilitares, el desplazamiento forzado como método de guerra, el destierro de los campesinos de las áreas municipales, las detenciones masivas, ilegales y arbitrarias, las masacres colectivas y el asesinato selectivo principalmente de lideres de la región o de comunidades que se han organizado y han ejercido sus derechos constitucionales a la libertad de expresión, movilización y protesta pacifica.

Por otra parte en desarrollo de la estrategia paramilitar estatal, dichas bandas de asesinos se han desplazado a países vecinos como Venezuela, donde han desplegado su accionar criminal; incluso participaron en la preparación de un atentado al presidente Hugo Chávez, financiados por reaccionarios venezolanos que buscan desestabilizar el actual proceso de cambio en ese país hermano. Estas maniobras del estado gringo están encaminadas a generar un ambiente hostil contra la republica bolivariana de Venezuela, que permita considerarse seriamente ante una invasión yanqui a ese país con el apoyo de los ejércitos lacayos vecinos.

La estrategia que desarrolla la proyección de las bandas paramilitares sobre Venezuela y la revolución bolivariana está auspiciada por el ala más retardataria de la oposición venezolana, teledirigida por Washington y apoyada por las elites fascistas colombianas.

Los paramilitares ya han tomado posición en este lado de la frontera en la Serranía del Perijá (departamento del Cesar), controlan la Guajira y han entrado a controlar el Catatumbo (Norte de Santander), así como una buena parte del departamento de Arauca y sus incursiones son constantes hacia el territorio venezolano.

"La táctica paramilitar es aglutinar fuerza, esperando y concentrar hombres y recursos. Van a esperar dos cosas; o que un extremo y poderoso sector de la oposición venezolana los contrate para hacer la guerra adentro de Venezuela al estilo de la contra nicaragüense, o que el mismo gobierno de los EU, una vez que salga de su problema en Iraq si sale bien, decida apoyarse sobre las fuerzas militares para intervenir en Venezuela. Los paramilitares están esperando eso y por eso están controlando la frontera, y cada vez concentrando más armas y equipos en la frontera" (el representante a la Cámara Gustavo Petro).

Durante los últimos años se han incrementado las provocaciones de los paramilitares colombianos en la frontera con Venezuela. Pero no solo en Colombia los grupos paramilitares están funcionando. En los estados venezolanos fronterizos se han detectado grupos de sicarios que como ya dijimos asesinan dirigentes campesinos por el simple hecho de recibir tierras del estado confiscadas a terratenientes oligarcas.

La organización criminal paramilitar que opera en la línea de frontera y que incursiona en Venezuela, maneja el contrabando de gasolina venezolana hacia Colombia, el tráfico de armas y el tráfico de drogas, y de igual forma viene desarrollando actividades de boleteo, extorsión y secuestro a ganaderos y comerciantes venezolanos. Eso establece unas organizaciones criminales muy bien articuladas a ambos lados de la frontera, que colaboran entre sí.

Es claro entonces que la política norteamericana para la consolidación de sus intereses económicos en la región, busca con todas esta estrategias generar un ambiente de hostilidad y discordia entre las dos naciones hermanas, que sirva como excusa para seguir intentando desestabilizar el proceso revolucionario de Venezuela. El plan maestro de Estados Unidos es que Venezuela le pelee su guerra en Colombia y que Colombia le entregue el petróleo venezolano.

Es por eso que ahora que el águila imperial capitalista del norte se cierne sobre los pueblos bolivarianos de Venezuela y Colombia pretendiendo de nuevo hundir su asquerosa garra depredadora y saqueadora, ha llegado el momento de levantar nuevamente las banderas del antiimperialismo bolivariano para detener a la bestia fascista.

¡¡Ante la globalización salvaje del imperialismo capitalista: Globalizar la resistencia!!

¡¡Por la defensa de la revolución bolivariana venezolana: Unidad latinoamericana!!

¡¡Fuera gringos de Latinoamérica y el mundo, fuera!!