Asociación Campesina del Catatumbo
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El Catatumbo: la cenicienta del gobierno de turno
Felipe Barrera Herrera / Martes 11 de febrero de 2014
 

La región del Catatumbo, dirán algunos, ya pasó de moda, ya no es comidilla para los medios que se relamían con los niveles de audiencia que el amarillismo les entregaba, pues ya no hay “trifulca”, ya no hay videos de campesinos sangrando ni del ESMAD saqueando. Aún así la difícil situación del Catatumbo no es diferente a la que inició el estallido de protestas en junio de 2013, no hay una política de acción clara del gobierno Santos mientras los campesinos de la región siguen hundidos en la pobreza.

La situación no es nueva, no es la primera vez que el Catatumbo protesta y que el gobierno incumple. En el año 1996 motivados por el hambre, la sed, y el dolor de patria los campesinos de esta región nororiental se volcaron a las carreteras para exigirle al gobierno condiciones necesarias para una vida digna, pues el país, con Ernesto Samper a la cabeza, se encontraba ocupado en la flamante apertura económica de César Gaviria y no había tiempo para ordenar la casa, pues como siempre para nuestros gobernantes primero está la visita. Sin embargo se llegaron a acuerdos que el campesinado en medio de su transparencia recibió con la convicción de que el gobierno cumpliría, pero fueron engañados. El Plan Estratégico de Desarrollo Sostenible para el Catatumbo el cual surgió de aquellos acuerdos sigue siendo hoy en día otra promesa por cumplir. En vista de esto, en 1998 se reanudan las protestas, sin embargo, la respuesta fue la misma con un agravante: Mancuso y sus escuadrones de la muerte llegan a la región y con la presunta complicidad de la policía y el ejército deja un saldo de 11.500 personas asesinadas, 60 masacres y 14.237 desplazados.

Así las cosas, por su ubicación y su economía, en el Catatumbo se fueron instalando paulatinamente los “paras” y las guerrillas. Por la falta de oportunidades y la miseria deambulando por las calles, los cultivos ilícitos pasaron a ser parte del día a día en la región, lo cuál sumó una desgracia más a la lista. En el año 2003, el gobierno nacional encabezado por Álvaro Uribe, militariza la zona para combatir los grupos armados y empezar un plan de erradicación de cultivos ilícitos lo cual, sin un plan de ayuda a la comunidad, se traducía en más desempleo, más pobreza y más desplazamiento. Esto significó otro golpe a la economía del campesino del Catatumbo, que sin la posibilidad de sembrar su café, su arroz y sus papas se acogió a la hoja de coca para comer la comida que el gobierno, siendo esta una región tan rica, le negó por la incompetencia de quienes no supieron ni saben entender la importancia de esta tierra, que a pesar de ser la cenicienta de los gobiernos de turno es una de las principales despensas agrícolas de los Santanderes, además de ser una gran poseedora de minerales e hidrocarburos.

Agobiados por la crisis que trajo la llegada del ejército a la región, se toma la decisión de organizar el movimiento campesino y en el año 2005 se conforma la Asociación Campesina del Catatumbo (ASCAMCAT), la cual, en conjunto con la Mesa de Interlocución y Acuerdo (MIA) llegan a un acuerdo con el Gobierno Uribe para instaurar una zona de reserva campesina (ZRC) en la región, contemplada en la Ley 160 de 1994 para regular la ocupación de baldíos y consolidar la economía campesina en el país, con el compromiso de la comunidad catatumbera de no recurrir a los cultivos ilícitos como método de subsistencia.

Hoy en día, el presidente Juan Manuel Santos se niega a cumplir las promesas de su antecesor (y ex jefe) y cierra la puerta a la ZRC con la excusa enclenque de que los grupos al margen de la Ley se apoderarán de ella y no garantiza su protección, como debería ser.

Producto de este círculo vicioso de protestas y falsedades gubernamentales, en junio de 2013 explota el Catatumbo con más fuerza que nunca, la región entra en paro y las consecuencias llegan, Ecopetrol presenta pérdidas millonarias, el comercio se paraliza y el país vio a través de las pantallas como eran acribillados quienes querían, por lo menos, que les respetaran y protegieran el derecho a trabajar el campo. Después de 53 días de paro se logra la firma del acuerdo social por el Catatumbo, en el cual el Gobierno y la ASCAMCAT por medio de su representante César Jerez se comprometían a dialogar y volver a la región un “laboratorio de paz”.

A la fecha los diálogos adelantados en Cúcuta no avanzan, los miembros de ASCAMCAT denuncian falta de garantías, y al parecer las dimensiones de la agitación social que han caracterizado a la región parecen no ser suficientes para apostar por un cambio definitivo. Todavía no existen más que acuerdos de empleo temporal, 400 subsidios y mercados a familias en situación de vulnerabilidad, la puerta a las ZRC no dejan ver una luz mientras que Juan Manuel Santos sigue hablando de paz, paz que en medio de pobreza y abandono no es más que otra promesa rota de quienes han hundido al Catatumbo en lo más profundo de la miseria. Si bien los acuerdos no se cumplen, la erradicación continúa y, por supuesto, como el pan de cada día, las amenazas contra los dirigentes campesinos de la región no se han hecho esperar.

Mientras en este país de reinas de mentiras, de telenovelas de traquetos y sabrosura ficticia, la preocupación más grande es si Falcao llegará a Brasil 2014, los campesinos del Catatumbo pasan las duras y las maduras, esperando a ver si por fin Santos se pone la mano en “el considere” y deja la ceguera que le producen los millones que valen las tierras que reclaman los campesinos, las cuales no sería raro ver en un futuro en manos de una “benevolente” multinacional que viene a dar la esquiva “prosperidad para todos”. Por ahora, las famélicas conversaciones continúan y en vista de la falta de seriedad del gobierno el movimiento campesino llama a la unidad y a la defensa del territorio.

Twitter: @FelipeBarreraH