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San Valentín: entre el amor y los abusos
Esta fiesta celebrada en otros países, es también una oportunidad para mostrar los abusos laborales cometidos bajo los invernaderos
Semanario Voz / Jueves 20 de febrero de 2014
 
Trabajadora de agroindustria de flores en la sabana de Bogotá.

Según la Corporación Cactus, organización dedicada al trabajo con las obreras y los obreros de los invernaderos de flores, el 14 de febrero de cada año miles de flores son exportadas desde Colombia a diversos países del mundo (1.270 millones de dólares percibidos en 2012).

Es una época en la que medios masivos de comunicación pregonan la rentabilidad del negocio de la floricultura, las dificultades de las empresas por aspectos climáticos como las heladas en la Sabana de Bogotá o la pérdida (que en realidad es disminución de la ganancia) de los empresarios por la revaluación del peso y el aumento de la competencia con otros países en el mercado global.

Según Cactus, la prensa exalta la importancia de este sector de la economía por la generación de empleo (150 mil trabajos directos e indirectos).

Sin embargo, poco o nada se habla de lo que ha representado la floricultura para las y los trabajadores que con su esfuerzo cotidiano hacen posibles las ganancias de las empresas, sobre la base de la reiterada violación de los derechos laborales (a la sindicalización y a la salud entre otros); de nefastas prácticas de explotación laboral como el aumento progresivo de las cargas de trabajo; el no pago de seguridad social; el “pago” de horas extras en tiempo; la prueba técnica para aspirar a un empleo, y la evasión de obligaciones como el pago de liquidaciones al cierre de algunas empresas.

Además, no difunden estudios médicos donde se revela que dos tercios de estas trabajadoras padecen problemas asociados a la exposición a los pesticidas, que van desde náuseas hasta abortos espontáneos.

Otro significado

Por estas razones, el 14 de febrero ha sido utilizado por las trabajadoras colombianas para conmemorar el “Día de las trabajadoras y los trabajadores de las flores”, como una oportunidad, no solo para reivindicar los derechos laborales de quienes trabajan bajo el plástico en los cultivos, sino también para pensar en las negativas consecuencias de esta agroindustria en el país y otras partes del mundo.

Por un lado, los conocidos problemas de contaminación ambiental (suelos y aguas) producidos por el uso intensivo de agrotóxicos, la dedicación de extensas zonas de tierra fértil para la producción de flores y no de alimentos para quienes habitan el territorio, la no tributación de las empresas de flores por ser un sector exportador, recursos que de ser recibidos por los municipios podrían destinarse a inversión social.

La floricultura, como otras agroindustrias de exportación, lejos de favorecer los intereses de las y los trabajadores y de quienes habitan los territorios sabaneros, favorece los intereses de un negocio que a la larga no es bueno para la región.