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Revolucionario de tiempo completo
 

Muchos hablamos del revolucionario, del revolucionario de tiempo completo. ¿Y cuál es el espíritu que hace que el revolucionario sea un verdadero revolucionario?, ¿Qué lo motiva a tener ese espíritu luchador por el pueblo pobre? Y digo….. “luchamos para no morir “

Desde que decidimos empuñar el arma de la lucha diaria contra el régimen fascista colombiano, ya tenemos un espíritu revolucionario… cierto es, aun no somos verdaderos revolucionarios, solo tenemos un espíritu pequeño, que nació en el momento que encaminamos los senderos del compromiso con el pueblo en la transformación de una mejor sociedad con justicia social.

Y comó hacer que crezca ese espíritu esencialmente humano, cada día en los que nos unimos en solidaridad y necesidad, con el obrero, campesino, indígena, los estudiantes y todos aquellos movimientos sociales, barriales, sindicales y organizaciones políticas en pro de los verdaderos intereses del pueblo, para forjar nuestro crecimiento, en mente, cuerpo y espíritu para una solidez revolucionaria. Nuestra madurez política e ideológica debe estar basada en los fundamentos teórico-prácticos, en relación con la educación diaria, de literatura, escritura e interacciones colectivas en coyunturas sociopolíticas, socioeconómicas y socioculturales.

El estudio de una formación revolucionaria es tanto individual como colectivo.

El espíritu de un revolucionario ejerce a través de la maduración y compromiso en la lucha de clases, no es solo una lucha en armas, o política, social, cultural o económica; es ante todo una lucha de amor, amor a la justicia, amor a la verdad, amor a la vida, amor al aire, el agua, el viento, la alegría, los colores, amor a los animales, al niño, al anciano, a la mujer, al hombre, amor al humilde al débil, amor a la causa con raíces de cambios profundos, amor a creer en un sueño de tranquilidad y esperanza a un pueblo que ha sufrido sobre sus hombros el peso de la tiranía liberal-conservadora, soportando innumerables atropellos, humillaciones, dolor y angustias que han tenido un pasado. Y si no luchamos por una nueva Colombia en paz con justicia social, tendremos un futuro de sangre, terror y muerte, como el que vivimos actualmente.

El espíritu de un revolucionario tiene muchos contratiempos, se enfrenta a una ideología neoliberal-capitalista, es una contraparte que nos pone a prueba nuestra fe…

Si esa fe que tenemos por nuestra causa proletaria, esa creencia colmada de una gran convicción de entrega, de lucha diaria por la transformación de los más bellos sentimientos humanos, esos valores que nos hacen nacer como gente, esa contraparte que busca minar, aplastar y fraccionarnos para convertir a hombres y mujeres en verdugos de nuestro propio pueblo, cuyas personas que caen en la trampa mediática con fines maquiavélicos, pasa a planos sin dimensiones, dejan abandonando su identidad de clase pobre, y pasa hacer, "esclavo sin cerebro" del capitalismo y el mounstro imperialista, se convierten en seres irracionales con cada invitación que el sistema oligárgico hace de traicionar al pueblo colombiano, utilizando cada medio de comunicación como la radio, la televisión, la prensa, la internet, toda la tecnología de punta con sus mensajes subliminales o como todo aquello que les pueda servir como veneno ideológico al pensamiento revolucionario.

Nuestro único enemigo es el régimen capitalista y su asesor imperial, enemigo de nuestros sueños libertarios, enemigos de la paz, de la vida y enemigos de los que aman a su pueblo sufrido más que a su propia vida, porque aquel ser humano con espíritu revolucionario no tiene más que su vida para ofrecerla en el triunfo de una Colombia soberana e independiente, aferrado a esa fe política como Cristo a su dios y a su pueblo.

Esos contratiempos, esos obstáculos que miden el convencimiento de cada uno de los que luchan por defender la tierra, el hogar, la educación, la enseñanza, los que luchan por el progreso, el desarrollo agrario científico, los que luchan por una verdadera democracia donde se respete la libertad del pensamiento por los que luchan por un país sin violencia, por un país tranquilo para nuestros hijos y ancianos, por los que luchan por la emancipación de las mujeres, por todo lo que nos lleve a una paz interior para una paz exterior, si fortalecemos ese chaleco, que nos ayude a cubrirnos de los dardos mortíferos de la ideología neofascista, al madurar día a día en nuestra identidad de clase baja; al estudiar nuestra historia, comprenderla y profundizarnos en cada sufrimiento de la humanidad pobre como si fueran propios, o dolernos cada injusticia que se cometa en ella, estar convencidos de su humilde causa, sentirla como cada parte de su cuerpo.

He ahí el espíritu del revolucionario, lo demás es el bagazo. Al revolucionario, las mentiras del imperio les rebotan como pelotas de caucho…pero vuelvo y digo… ¡aquí no es… aquí no es!