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Pacto por la paz
Los candidatos presidenciales deben comprometerse a continuar los diálogos de La Habana, porque la paz es un asunto de Estado y de interés nacional. El Consejo Nacional de Paz, que será convocado en los próximos días por el presidente Juan Manuel Santos, debe centrarse en promover el apoyo a los diálogos con las guerrillas, incluyendo al ELN y el EPL, y a convocar el pacto por la paz de cara a las elecciones del 25 de mayo.
Semanario Voz / Jueves 3 de abril de 2014
 
Marcha por la paz en Bogotá, el 9 de abril de 2013. Foto J.C.H.F.

A petición de Marcha Patriótica, el presidente Juan Manuel Santos aceptó convocar el Consejo Nacional de Paz, creado por la ley 434 de 1998, a iniciativa del entonces presidente Ernesto Samper Pizano. Según Santos, su Gobierno quería convocarlo en una etapa con mayores resultados de la mesa de La Habana, pero ante los argumentos aceptó hacerlo con la finalidad de que la “sociedad civil” pueda respaldar el proceso que está llegando a acuerdos, así sean parciales, en la mitad de la agenda.

El presidente, ante los integrantes de Marcha Patriótica, reconoció que el debate del tercer tema seleccionado, narcotráfico y los cultivos de uso ilícito, va por buen camino y será pronta la elaboración de puntos de acuerdo. Lo reafirmarían los delegados gubernamentales y de las FARC-EP al término de la 22ª ronda de conversaciones, al reconocer que existen coincidencias identificadas y ya plasmadas en textos. Y en este contexto, consideró que el Consejo Nacional de Paz podría ser un factor para dinamizar los diálogos con apoyo social y político.

Desde La Habana, los voceros de la delegación de paz de las FARC-EP manifestaron su acuerdo con la decisión de convocar el Consejo. “Todo lo que ayude a rodear de apoyo los diálogos de La Habana es bienvenido para nosotros”, dijo uno de sus voceros. El temor de algunos analistas es que este tipo de organismos sea aprovechado por lagartos de todo tipo.

Temor fundado pues en un país como Colombia existen muchos lagartos en la fauna política que aspiran a utilizar estas instancias representativas como trampolín de sus intereses personales. Por ejemplo, el primero que apareció fue Lucho Garzón, autonombrado coordinador del Consejo Nacional de Paz, como quiera que el único que podría designarlo es este mismo. Lucho llega con agenda propia ligada a la campaña reeleccionista de Santos. ¡Por ahí no es la cosa!

La convocatoria del Consejo Nacional de Paz tiene sentido si es para apoyar el proceso de paz, rodearlo con iniciativas propias y gestando un pacto de paz que debe ser suscrito por todos los candidatos presidenciales que entiendan que la paz es un derecho fundamental. En este deben estar representadas las fuerzas insurgentes que estén comprometidas en procesos de paz, como lo señala la ley 434 de 1998 que lo creó.

El Consejo Nacional de Paz se fundamentó en el hecho de que la paz es un asunto de Estado esencial. Está inscrito en el espíritu del artículo 22 de la Constitución Política que establece que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, lo cual significa que reconoce el carácter de razón de Estado de la paz.

Pilar fundamental es abrirse a una mayor participación política y social en las deliberaciones del Consejo Nacional de Paz, incluyendo a los representantes de las FARC-EP y del ELN y de organizaciones sociales y políticas como Marcha Patriótica, la Unión Patriótica, el Congreso de los Pueblos y organizaciones agrarias, sindicales, populares, juveniles, estudiantiles, indígenas, de negritudes y comunidades LGBTI que no están representadas.

El Pacto por la Paz de los candidatos presidenciales y partidos políticos le dará el peso institucional de Estado, mientras que el frente amplio por la paz como expresión democrática le dará la base fundamental a las decisiones del Consejo que vayan en esta dirección. Por ende la iniciativa popular estará en la dirección de la asamblea nacional constituyente para que sea el pueblo, la gente del común, la que en últimas consagre las decisiones que deberán proporcionarle una nueva institucionalidad democrática, de amplia participación y de mayor equidad social a la nueva Colombia. El primer problema de los colombianos es la paz.