El falso dilema de la derrota de Santos
/ Martes 6 de mayo de 2014
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Médico y antropólogo, participó en la Comisión de los Notables en el pasado Proceso de Paz en Colombia
La publicación del video del candidato Vargas Lleras en las ferias del Pauna 2004 (zona esmeraldera) cabalgando alegremente y a lo “charro norteño”, con reconocidos paramilitares narco-esmeralderos como Carranza, Pedro Orejas y Yesid Nieto (1) y las poco creíbles explicaciones dadas por el candidato a vicepresidente de Santos de su festiva presencia allí; junto a la publicación por parte del diario El Espectador (04.05.2014) del documento sobre las actividades del “asesor íntimo” de Santos, el venezolano “escuálido” JJ Rendón (2) con los narco-paramilitares llamados Rastrojos, han lesionado seriamente no solo la legalidad y legitimidad de la campaña electoral de Santos, actual presidente de Colombia, sino su credibilidad ante la sociedad colombiana, al poner en evidencia la profundidad y tamaño de la penetración y enmarañamiento del narcotráfico dentro de la clase dominante de Colombia, y revivir el fantasma de la campaña presidencial de Ernesto Samper en 1994.
Es muy probable que estas 2 noticias, más la realización del Paro Agrario y Popular que está en desarrollo a pesar de la represión, alteren la votación prevista para el próximo 25 de mayo y es muy probable que Santos, a pesar de tener la mayoría de la maquinaria gubernamental y partidista así como los dineros oficiales puestos a su servicio electoral, sufra un serio retroceso y hasta un real descalabro electoral.
Esta situación es inédita en las luchas electorales y partidistas de la clase dominante en Colombia, porque hay dos factores que antes no se daban: Uno y talvez el más importante, un proceso de paz con la guerrilla de las FARC en La Habana que ha llegado a acuerdos que nunca antes se habían alcanzado para finalizar el sexagenario conflicto social y armado colombiano, y otro, la división dentro de la clase dominante que este proceso ha inducido y que ha llegado hasta el tradicional militarismo cipayo colombiano, el que siempre había estado férreamente unido.
Hoy se puede decir que hay dos grupos de militaristas: el llamado “núcleo duro” que lidera Harold Bedoya y adláteres, quienes han cerrado filas en torno a las propuestas exterminadoras de Uribe Vélez, y otro que, apoya la tesis “santista de que la victoria es la paz” (de Santos) liderada por su ministro de defensa Pinzón y apoyado por gran parte de los generales en retiro agrupados en ACORE y por la OTAN.
Es decir que, si Santos no logra ganar las elecciones con todo el poder a su servicio para dar continuidad al proceso de paz en curso en La Habana y sube alguno de los 3 peleles o títeres de la “operación avispa” presidencial que ha lanzado Uribe Vélez aliado con Pastrana (Zuluaga, Peñalosa, o Marta Lucía), la perspectiva será un regreso al 2002; porque creo que si bien la candidatura de la alianza Polo-Up a pesar de todas las dificultades, represiones del régimen y todo tipo de limitaciones, será como lo dije alguna vez, un cero a la izquierda en las cifras electorales.
Muchos amigos me escriben y me dan sus opiniones, pero más que todo, me dejan saber de la incertidumbre que los corroe frente a ese panorama tan desolador como regresivo. Es decir que, para evitar la subida de uno de los peleles de Uribe y el regreso a la guerra de exterminio, hay que apoyar electoralmente a Santos para que continúe el proceso de paz que trae en la Habana: Algo así como “del ahogado el sombrero”.
Mi opinión es que se trata de un falso dilema que la clase dominante quiere descargar (como la crisis económica y financiera actual) sobre el pueblo explotado colombiano para que le resuelva sus contradicciones económicas y políticas y que deben resolver ellos solos. En lo personal, no creo en la paz santista de la OTAN, o postconflicto que llaman, implementada por su ministro Pinzón y que sin duda se prolongará 8 años más con la elección y reeleción del cerrero y arbitrario Vargas Lleras. Tal panorama tampoco es sustancialmente mejor que el regreso al Plan Colombia de Pastrana-Uribe.
Si bien hay que esperar hasta el resultado final de “todas” las elecciones, la lucha popular por una paz con Justicia Social, Democracia y Soberanía, por la solución política al conflicto social armado colombiano, y por un proceso constituyente renovador que le dé el poder a los de abajo; debe y tiene que seguir su marcha ininterrumpida y la movilización social (en las duras y en las maduras) suba Santos o no suba. Esa es la incertidumbre de la lucha popular de masas que no se puede abandonar por una coyuntura electoral transitoria como la que estamos viviendo actualmente en Colombia.
Lapidarium: Recomiendo ver el video sobre Vargas Lleras en Pauna y, leer con detenimiento el documento publicado por el Espectador: