Agencia Prensa Rural

El próximo domingo
De ser confiables las encuestas, y ojalá estén equivocadas, el próximo domingo quedarán en primero y segundo lugar los candidatos presidenciales Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, quienes se disputarían la segunda vuelta en el mes de junio.
Lisandro Duque Naranjo / Miércoles 21 de mayo de 2014
 

Me asusta el crescendo del candidato del Centro Democrático, porque eso quiere decir que son numerosos los colombianos que, aparte de sentir nostalgia por los ocho años de gobierno del expresidente de la República que comanda ese grupo, se han leído esos 25.000 trinos —datos del propio AUV—, de pésima redacción y peor gusto, con que su autor ha azotado las redes sociales durante los últimos cuatro años.

No habiendo grandes rupturas entre el concepto de Estado que ha ejercido el actual mandatario y el que caracterizó a quien lo antecedió en el cargo, pues ambos son neoliberales, es forzoso responderse por qué sería menos indeseable aquel que éste, en el caso de que fuera inminente que el asunto debiera resolverse entre el uno y el otro.

Primero que todo, por la paz, aunque ese logro a veces parezca inasible, más por desgano del establecimiento que de la insurgencia.

Y segundo, por simple cuestión de urbanidad. Santos cumple los oscuros deberes de su clase en forma cortés. Maneja la hipocresía —ese requisito civilizatorio—, de manera casi convincente.

El expresidente, en cambio, considera que su mayor virtud es la franqueza, ese lado rústico de lo sincero. Piensa que su autenticidad radica en exhibir una conducta como de fonda típica, con todo y barbera, aunque se encuentre en un ámbito académico o en un foro internacional. Le resbalan los controles, las fórmulas protocolarias, las fronteras entre lo privado y lo público, y por añadidura, entre sus intereses familiares y los de la institucionalidad. El pueblo le encuentra esos rasgos muy carismáticos, razón por la cual, cuando hace el ridículo por fuera —desafiando, por ejemplo, a otro presidente a darse trompadas—, le exalta el detalle como un acto de soberanía patria. Uribe es imprescindible para el truhán que algunos colombianos llevan por dentro.

Prueba de eso, es que la trepada del Centro Democrático en las encuestas se produjo esta semana tan pronto se conocieron las denuncias sobre el favor que le hizo Óscar Iván Zuluaga, cuando fue ministro de Hacienda, a José Roberto Arango, para “salvarle” unos honorarios de un millón de dólares. Tenderle esa mano al amigo significó destituir a un funcionario que ya estaba a punto de coronar una investigación sobre Interbolsa, con lo que este asunto se aplazó para cuando ya era tarde, dejando a un gentío en la ruina. Esa alza súbita de la favorabilidad en las encuestas también se motivó en el descubrimiento de un centro de ‘chuzadas’ dirigido por el “asesor espiritual” del candidato Zuluaga, su coterráneo Luis Alfonso Hoyos, y por un aprendiz de nazi, versión local y mestiza de los jóvenes feroces del Tercer Reich. Personal de rutina si se tiene en cuenta que el entorno propio, y el de su jefe, está conformado por señoras regañonas que vociferan sus anatemas como madres superioras, por funcionarios con historial de haber arrojado al fuego bibliotecas completas, por periodistas mercenarios, por convictos de crímenes atroces, en síntesis, por lo peor de la especie humana.

De la simpleza mental del expresidente dan cuenta también su falta de dudas en cuanto emprende, su satisfacción por sentirse temido, sus gustos poéticos y su carencia de pudor ante lo repetitivo de su discurso. Tiene que ser muy especial este personaje, para que, comparado con él, Santos resulte ejemplar.

Aún así votaré el domingo por Clara López y Aída Avella, piezas imprescindibles para la segunda vuelta, quede quien quede.

Tomado de El Espectador