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Debate
El 12 % de Zuluaga
Yezid Arteta Dávila / Miércoles 28 de mayo de 2014
 

No es una cifra abrumadora: 3.7 millones de votos. Muy, pero muy lejos de las que alcanzó Uribe, su mentor, quien superó la barrera de los 7 millones. Más lejos aún que las del propio Santos que alcanzó un aplastante techo de 9 millones de sufragios cuando fue elegido presidente. Maduro casi llega a los 8 millones y Correa pasó de los 5 millones a pesar de que Venezuela y Ecuador son países con menos habitantes que Colombia.

Zuluaga, representa menos del 12% de los 33 millones de ciudadanos habilitados para votar. Muy poquito si su aspiración es gobernar a un país que, está probado, ya no se le educa a garrote y cada vez se vuelve más rebelde e independiente. Si no lo han votado más es porque la mayoría de colombianos no están interesados en él, no quieren saber nada de autoritarismo y menos de barbarie. La barbarie de la guerra.

El pánico no es la mejor arma para enfrentar una amenaza. Eso se sabe desde los tiempos de Sun Tzu y hasta los niños y adultos aficionados a los juegos de guerra también lo saben.

Magnificar el tamaño y la capacidad real de una bestia metafísica por los aullidos que emite o por la manera como se sacuden los arbustos cuando avanza, es una de las herramientas empleadas por la gente del cine y la literatura para atrapar al público.

En Colombia la guerra es verdad en cambio el cine puede o no serlo. El pasado domingo, cuando la luz natural desapareció del trópico y hubo que encender las luces artificiales para ver la realidad, hubo un segmento del mundo político y periodístico que, al enterarse de las cifras electorales, se vieron a las puertas del Apocalipsis y algunos han empezado a vender hasta las joyas de la abuela.

El miedo distorsiona la cabeza y la frase delirante reemplaza al análisis político racional. Hay un país más allá de Uribe y Zuluaga: nueve veces más grande que lo que ellos representan. De dónde sale entonces la conclusión, simplista, a mi modo de ver, de que la mayoría colombiana “gira hacia la derecha”.

No creo que la gente de la Costa Caribe que el domingo de elecciones se fue a la playa para pegarse un baño y comerse un plato de mojarra con patacones y ensalada de tomate y cebolla esté dando un “giro hacia la derecha” como lo dicen los analistas. Lo que diga Uribe y Zuluaga les importa un comino. En esta región el abstencionismo se encaramó hasta el 70 % y más.

En Tunja, capital de un departamento que nos han vendido como cuna de clérigos, militares y godos, ganó Clara y Aida, la fórmula de la izquierda con mayor grado de pureza. Y, en Barrancabermeja, donde el paramilitarismo libró la batalla más cruel y sanguinaria contra los opositores, volvió a recuperar su viejo talante comunero.

Otra cosa es que con esa minoría de 12% Zuluaga, su maestro y su combo, capturen los resortes del poder y hagan lo que les venga en ganas. Es decir que gobiernen, en contra del resto del país. Incluso que gobiernen en contra del 2% que, según las encuestas y las fuerzas militares, simpatizan con la guerrilla, una cifra que puesta en carne y hueso son casi un millón de almas.

Así, es la única manera que puedo entender el “giro a la derecha”: una minoría gobernando a rajatablas con su catecismo ideológico sin mirar a ninguna otra parte. Como los caballos de tiro. Una minoría gobernando bajo la mirada dubitativa de la mayoría de los colombianos.

Es más, pienso, que si no hubiese sido por el sectarismo de buena parte de los dirigentes de la Izquierda - que hoy sacan pecho por los resultados de Clara y Aida, cuando hicieron todo lo posible para que no se aliaran y miraban con insolencia a estas dos mujeres – y los saltimbanquis de Petro que se especializaron en armar Frankensteines en los quirófanos políticos, hoy estaríamos hablando de un “giro hacia la izquierda” en Colombia y el tema de Zuluaga hubiera quedado como una mera anécdota de campaña.

Faltan un poco más de quince días para saber de qué color es el humo que saldrá por la chimenea de la Registraduría. Es poco. Pero en tiempo de reposición se han ganado muchas finales. El 15 de junio, día de elecciones, se juegan tres partidos del mundial de futbol. Ver en directo a Ribery o Messi, seguro que es mucho más entretenido que ir a votar. Eso no significa, vuelvo y digo, que el país esté “girando hacia la derecha”.