Carta abierta
A los votantes indecisos
“Se trata de defender al país de un grupo de hombres que torpedeará cualquier intento de salida pacífica al conflicto y que nos veamos obligados a soportar cuatro años más de una política de odio, balas y sangre”.
/ Sábado 14 de junio de 2014
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Estudiante de Comunicación Social y Periodismo.
Por estos días, un importante número de colombianos ha anunciado que no acudirá a las urnas para elegir entre alguno de los candidatos en contienda, a ellos quiero enviar estas palabras, y si me permiten, me dirigiré también a aquellas personas que irán a cumplir la cita en sus puestos de votación pero lo harán en blanco.
El Voto en Blanco en Primera Vuelta ha de servir como mecanismo de protesta, es la forma de hacer ver que no se está de acuerdo, no sólo con los candidatos de turno, sino con sus partidos y las formas que éstos tienen de hacer política.
Es cierto que en Colombia no existe partido que pueda asegurar haber llevado al país al estado de equilibrio y desarrollo que prometen durante sus campañas. Sin embargo, en esta Segunda Vuelta las cosas son a otro precio porque el voto en blanco ya no es vinculante. Independientemente de la cantidad de equis que se marquen sobre su casilla, no tendrá incidencia de manera alguna.
El 60% de abstención en el territorio nacional nos ha puesto en una encrucijada, así no se vote o se haga en blanco, alguno de estos dos hombres, Oscar Iván Zuluaga o Juan Manuel Santos, tomarán las riendas del país por los próximos cuatro años.
Debo detenerme a hacer una aclaración porque mis palabras podrían sonar a propaganda. Ninguno de estos dos candidatos me representa, evidentemente mi voto en Primera Vuelta no fue por ninguno de ellos, pero como dije en líneas anteriores, la abstención de millones de colombianos me puso entre la espada y la pared. No sabía que pensar, si abstenerme esta vez o votar por Juan Manuel Santos.
Necesito ser sincera de nuevo, ni por un segundo contemplé la posibilidad de votar por Oscar Iván Zuluaga, ¿por qué? Sencillo, por su padrino.
Es aquí donde algunos podrían decirme: Bueno, ¿y es que JMS no fue en su momento ahijado político de Álvaro Uribe también? ¿No fue su ministro? ¿No estuvo relacionado de un modo u otro con los casos de los mal llamados ‘Falsos Positivos’? Sí, y en mi defensa diré que para ese entonces (Campaña Electoral 2010) no estaba habilitada para votar. En aquel momento no habría apostado por Santos precisamente por lo que representaba su jefe, así como tampoco lo hice este año en primera instancia por el modelo económico que ha venido defendiendo.
Si no me siento plenamente representada por ninguno de estos dos sujetos, entonces, ¿por qué no me permito votar en blanco o dejar de votar? Porque tuve que crecer bajo ocho años de un gobierno que sin ningún reparo se atrevía a señalar de terrorista a todo aquel que pensara diferente y lo compartiera, un gobierno que facilitó y consintió el accionar de grupos paramilitares que legitimaran su poder en los rincones más alejados del país, muchas veces usando a la Fuerza Pública para apoyar este tipo de prácticas. Un gobierno que sólo vio, (y por supuesto sigue viendo), en el derramamiento de sangre, la solución a los problemas internos del país. Una administración que dejó un sistema de salud agonizante y que pretende apoyar a los trabajadores y campesinos en sus exigencias hoy en día, cuando en ocho años no fue capaz de tomar medidas que les representaran mayores garantías.
Porque me resisto a tener que vivir un nuevo periodo de éste régimen escondido bajo otro disfraz.
No quiero que los avances alcanzados en temas de paz se vayan a la basura y sigamos perpetuando un sistema bélico que refuerce el odio y promueva el rencor entre los colombianos, porque bien o mal todos somos hijos de la misma tierra, la misma problemática social y falta de oportunidades.
Me niego a pensar que en unos años deba entregarle mi hermano a la guerra y desprecio la idea de tener que seguir sumando vidas de niños y jóvenes a los embates del conflicto, (ese que OIZ ha negado en varias oportunidades).
Creer que un neoliberal e hijo de una de las familias más adineradas de Colombia, va a entregar el país a un modelo ‘Castro-Chavista’ es como para reír a carcajadas… carcajadas que se borran inmediatamente si se piensa en el fortalecimiento de las Bacrim y las buenas relaciones que aquel hombre, nostálgico de poder, y su partido, sostienen con los grupos que llevan a cabo la limpieza social, la intimidación y la satanización de quien no encaje en su modelo.
Esto no significa en ningún momento que Juan Manuel Santos sea el redentor de los colombianos, ni que en un segundo mandato vaya a convertirse en un hombre nuevo, ni más faltaba, pero hay algo a tener en cuenta: Por la constante adhesión que ha tenido su campaña por parte de diversos sectores políticos y sociales, que no corresponden a las maquinarias políticas tradicionales, el candidato presidente se ha visto en la necesidad de acoger propuestas que defendían dichos grupos, y así sea por obligación o por no perder el apoyo que ya ha ganado, deberá ser coherente y seguir adelantando aquellas iniciativas.
Aquí es donde entraría mi última reflexión, que esperaría sea tomada en cuenta por alguien… Se nos ha enseñado que elegimos un representante para que éste, una vez haya alcanzado el poder, haga y deshaga a su antojo sin tener en cuenta a sus votantes, pero, en la teoría, es el mandatario quien debe estar al servicio del pueblo. ¿Qué pasaría si por primera vez ejercemos como veedores? ¿No es más fácil impedir el retroceso y el retorno a un sistema oscuro, para vigilar a partir de allí, y de manera permanente, las políticas públicas, los acuerdos con el sector privado, etc.? Esto no se trata de volverse ‘Santista’, ni olvidar los errores que ha tenido JMS en el pasado. Se trata de defender al país de un grupo de hombres que torpedeará cualquier intento de salida pacífica al conflicto, que se aterroriza al imaginar a un exguerrillero en el Congreso pero que no sintió mayor malestar al recibir a un paramilitar en el mismo lugar.
Es una convicción personal, pero prefiero elegir, seguir con lupa y hacer oposición de manera democrática y no volver a un sistema de miedo, de amenaza, enredos y nexos sospechosos con los sectores más oscuros de este país. Extiendo mi invitación para que usted, aquel que no ha decidido aún que hacer, piense si es posible que comparta mi postura, que no olvide lo que ha sucedido en el mandato de Juan Manuel Santos, pero que en virtud de esa misma memoria, no permita con su indecisión que el país caiga nuevamente en manos de Álvaro Uribe y su fachada de turno, que nos veamos obligados a soportar cuatro años más de una política de odio, balas y sangre.
Muchas gracias.
Andrea Castellanos B.