Agencia Prensa Rural

¿Qué escenario enfrentaremos después del 15 de junio en Colombia?
Olafo Montalbán / Sábado 14 de junio de 2014
 

Este domingo 15 de junio no vamos a escoger sino a eliminar. Escoger el escenario Santos con el apoyo de un mandato popular por la defensa de los diálogos y la posibilidad del fin del conflicto armado; y eliminar el escenario Zuluaga-Uribe, que ya sabemos lo que promete. Un modelo de Estado en guerra permanente, de carácter autoritario y neofascista con las sabidas consecuencias para lo oposición política, los sectores populares, las comunidades campesinas, etc.

No existe un tercer escenario, y el voto en blanco o la abstención no afectarán el resultado electoral ni la realidad con la que nos enfrentaremos a partir de este domingo. Es falsa, principista y sectaria la postura de que las candidaturas son idénticas, una completa falacia que quieren hacer creer quienes sostienen que nada los diferencia.

Para enfrentar el escenario que resulte este domingo, Santos o Zuluaga, ha surgido en las ciudades del país el Frente Amplio por la Paz y la Democracia, una amplia coalición de fuerzas, movimientos sociales, organizaciones, partidos democráticos y de izquierda, como una demostración de que el deber supremo de la paz y el compromiso de los diálogos están en manos de su verdadero dueño, el pueblo, y no en manos de presidentes o expresidentes que lo único que han sabido hacer es una guerra de clases desde el Estado por más de 50 años.

Ya un amplio sector democrático y de izquierda escogió el pasado 25 de mayo a Clara López y Aida Avella de la alianza Polo-UP, pero no alcanzó para pasar la segunda vuelta con sus dos dignos, limpios y conscientes millones de votos. Este hecho es un asunto concreto y nos da pie para pensar y actuar ante esta segunda vuelta el 15 de junio, donde la opción táctica es eliminar un candidato para que se reelija un presidente que, a pesar de lo neoliberal, oligarca, defensor de los TLC, autor intelectual y responsable de los falsos positivos, abrió de nuevo el camino de los diálogos y sostiene, así sea una promesa que tenemos que hacer cumplir con la presión de la lucha popular, que los continuará.

Este solo y único hecho tiene un valor y significado concluyente en esta coyuntura histórica, independiente de lo que hagan los abstencionistas o votantes en blanco.

¿Qué queremos eliminar el 15 de junio?

La tesis que sostiene que la continuación de la guerra es la vía para solucionar las contradicciones y causas históricas que dieron origen al levantamiento armado; la política de amenazas de muerte a y exterminio de la oposición por medios legales (montajes judiciales) e ilegales (a través del instrumento paramilitar); la política de expropiación de tierras vía paramilitarismo; la política de la “seguridad democrática” al servicio de familias y sectores privilegiados para salir a disfrutar en “paz” sus fincas de recreo y propiedades; la política de los falsos positivos como forma de estímulo a las fuerzas de seguridad del Estado para aparentar que iban ganando una guerra sin vencedores; la política de la corrupción, la mentira, la trampa y la utilización del aparato del Estado para enriquecerse; entre otras cosas.

En política no se escoge siempre el escenario de actuación, sino que se asume crítica y creativamente el que se presenta. De modo que, cuando hay posibilidades de incidir y escoger qué escenario preferimos, no hay lugar para vacilaciones ni posturas basadas en principios ideológicos. ¿Y cuál escenario escogeríamos? El que ofrezca al movimiento social y político, a la izquierda y la oposición, mejores condiciones para continuar la lucha por el cambio, que es lo que demanda el momento.

Cuál es la diferencia entre la facción de clase santista, y la facción de clase emergente zuluaguismo-uribismo? La forma como se proponen poner fin al conflicto armado. El reconocimiento de una amplia fracción dentro de ella de que la continuación de la guerra para vencer un enemigo invencible a lo largo de décadas ya no va más. Es más, que la oligarquía esté enfrentada en dos facciones, siendo aún dominante, le da a la izquierda y la oposición un respiro y la posibilidad de convertir su contradicción en una ventaja táctica.

La facción santista, desde que retomó el poder en el 2010, se planteó como viraje táctico finalizar el ciclo de autoridad y predominio que ejerció la facción terrateniente-mafiosa-paramilitar de tendencia conservadora y neofascista (uribismo-zuluaguismo), a la cual prestó su ayuda en una alianza de clases que hoy le pasa cuenta de cobro acusándolo de traidor.

Santos y su sector buscan desprenderse de la facción emergente (uribismo) que combina varias características: la clase terrateniente ligada a los intereses de la gran propiedad de la tierra y una de las principales actoras de poder y obstáculo a cualquier intento de reforma agraria; la mafia narcotraficante emergente de los 80; el paramilitarismo como aliado contrainsurgente en la defensa y preservación del modelo de sociedad y Estado en decadencia; y una gran parte de la institución militar.

Por eso no hay nada de nefasto ni contrario a los principios democráticos o revolucionarios ayudar a derrotar la facción oligárquica más beligerante. Es una cuestión táctica que la izquierda y el conjunto del movimiento popular debería asumir para generar un nuevo ambiente y contexto político de lucha en Colombia. Escoger el próximo escenario de acción.

La lucha histórica que la izquierda y el movimiento social y revolucionario han dado en Colombia continuará por la vía legal a partir de una apertura democrática tras la firma del fin del conflicto y hasta donde las condiciones lo permitan. Es claro que la apertura democrática, la asamblea nacional constituyente, el cambio del modelo neoliberal, las condiciones para la vida digna de la mayoría, no lo conseguiremos con una firma por más que signifique poner fin a la larga confrontación armada, como tampoco garantizará la seguridad en las ciudades, ni el fin de los combos y grupos paramilitares que continúan imponiendo sus condiciones en campos y ciudades.

No hay duda que participar en estas elecciones a través del voto táctico a favor del mandato de los diálogos por la paz con justicia social para eliminar la amenaza que se cierne sobre éstos, y asegurar su continuidad, es el camino. Pero así mismo, lo es echar a andar inmediatamente el Frente Amplio por la Paz y la Democracia, la gran coalición de fuerzas que se preparan para la continuación de la lucha y la movilización popular después del 15 de junio.

Junio 14 del 2014