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Uribe persigue a comercializadores de leche cruda para cumplir exigencias del TLC
 

Como todos los géneros agropecuarios, que constituyen la dieta alimentaria básica de los colombianos, la leche fue entregada por el gobierno en las negociaciones del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos. Y como siempre, los perdedores serán los productores nacionales, quienes no podrán hacer frente a la competencia de las grandes multinacionales que la producen y comercializan. El TLC supondrá la masiva importación de leche en polvo desde EU, cuyos productores reciben cerca de 11.300 millones de dólares anuales en subsidios.

En el TLC con ese país se acordaron unas cuotas recíprocas de nueve mil toneladas de leche para el primer año, lo que resulta asimétrico a favor del país del Norte, el mayor productor de leche fresca del mundo (15,2% del total mundial), mientras en nuestro país no existen estímulos para exportar, como lo manifiesta el mismo presidente de Colanta, Genaro Pérez (El Espectador, 25/07/08). EU produce 77.5 millones de toneladas de leche en polvo, mientras Colombia produce seis millones. Pero además, el gobierno de Uribe eliminó los aranceles a los lactosueros, un desecho que sustituye la leche fresca para elaborar derivados lácteos, con la ilusión de un mayor contingente por parte de EU, el cual nunca se cumplió.

Si Colombia bajo el TLC logra exportar leche a EU, primero deberá registrar y pedir permiso de importación ante el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la Administración de Comidas y Drogas (FDA), el Departamento de Salud y Servicios Humanos, el Centro para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición y la Oficina para el Etiquetado de Alimentos. Con el TLC apenas se creó un Comité Permanente de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, que no es vinculante, y en el cual los EU se comprometen a ¡recibir y tener en cuenta! los análisis de riesgo de Colombia, que de ninguna forma implica un acceso real a ese mercado.

La expedición de los decretos 616 y 2838, que prohíben la comercialización de leche cruda, tiene su motivación en las exigencias planteadas en materia de normas sanitarias y fitosanitarias del TLC con EU y los compromisos adquiridos por Colombia en la Organización Mundial del Comercio, desconociendo que la misma Organización Mundial de la Salud recomienda hervir la leche cruda y aplicar normas higiénicas para evitar la llamada contaminación cruzada durante la preparación de los alimentos.

Pero los decretos, además de beneficiar a los oligopolios norteamericanos, también lo hace con los originarios de la Unión Europea, con la cual la Comunidad Andina está negociando un TLC. Ocho de los 10 principales exportadores de productos lácteos en el mundo son de la UE, quienes controlan el 57% del mercado mundial de exportación de la cadena.

Los decretos 616 y 2838 concentrarán en un oligopolio la producción y comercialización de leche, dejando sin empleo a más de 160 mil personas de todo el país, que directa e indirectamente viven del mercado que se genera en torno a la leche cruda, como jarreadores, productores de quesos, almojábanas, quesillos, suero costeño, dulces y otros productos. El propio ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, ha declarado que está “trabajando para que los agroindustriales (pasteurizadores) puedan absorber más producto y, a su vez, sea menor la cantidad que entre por los canales informales (cruderos)” (Portafolio, 25/07/08). Como si fuera poco, los consumidores no tendrán más opción que comprar leche pasteurizada, que vale $1.930 el litro, mientras la cruda cuesta $900. Esa situación, en un país con más de 22 millones de personas en la pobreza y unas nueve millones en la miseria, debe ser motivo de indignación desde todos los sectores nacionales.

Así es la política de la “confianza inversionista” de este gobierno, cuyo único propósito es beneficiar al capital extranjero, por encima de valiosos intereses nacionales. Mientras persigue a quienes -para sobrevivir- comercializan leche cruda, le abre las puertas de par en par a las transnacionales, sin importar las consecuencias que eso conlleve. En el TLC con EU, por ejemplo, permitió la entrada de pollo y gallinas viejas desde el primer día de vigencia del tratado, sin pagar arancel (El Tiempo, 15/05/06) y la importación de carne bovina de más de 30 meses, cuando la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) ha determinado que EU no es un país libre de BSE (Bovine Spongiform Encephalopathy) o ‘Vacas Locas’. ¿Para el gobierno de Uribe es más grave que su población consuma leche hervida, con la que él mismo se crió, a que consuma desperdicios importados de otros países?

En concordancia con los arbitrarios decretos 616 y 2838, al país no le quedará más que repetir hechos como los descubiertos en diciembre de 2002, cuando la multinacional Nestlé importó al país 320 toneladas de leche vencida, no apta para consumo humano. Ministro Palacio: ¿Qué hace daño? ¿La leche hervida o la leche vencida?

Las movilizaciones y actos de protesta que realizaron más de 10 mil productores de leche el 19 de agosto en Bogotá, contra la persecución del Gobierno Nacional, son insumos que alientan la resistencia que a nivel nacional se ha dado y se debe continuar para denunciar el modelo económico, social y cultural que las potencias del Norte, gracias a gobiernos sumisos como el de Uribe, pretenden imponer con los TLC de EU, Canadá, la AELC y la Unión Europea.