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Control criminal territorial en Medellín ¿Futuro modelo de seguridad?
En los meses de junio y julio se han realizado ataques con granadas en distintos locales del centro de la ciudad, con lo cual los habitantes, comerciantes y transeúntes han sido los más afectados. En el centro de Medellín (comuna 10) hay una disputa por el control del territorio entre las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y la Oficina del Valle de Aburrá, ambas estructuras narcoparamilitares.
Colombia Informa / Miércoles 13 de agosto de 2014
 

La reingeniería criminal es evidente en este territorio de Medellín y en algunos barrios aledaños como Aranjuez y Manrique. En los meses de junio y julio hubo explosiones de granadas en locales comerciales del centro, lo que reafirma la búsqueda de control del territorio por parte de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y de la Oficina del Valle de Aburrá.

El centro como espacio de comercio legal e ilegal se convierte en un lugar estratégico a nivel urbano, por ello para la administración el desarrollo del centro de Medellín se ha pensado como un lugar para el tránsito peatonal y la transformación urbana, a través de la estratificación predial y la construcción de obras públicas. Fernando Quijano, integrante de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), en conversación con Colombia Informa, aseguró que: “El centro es apetecido por quienes están atrás de las Convivir , es decir, por quienes están al frente del poder en la oficina del Valle de Aburrá y de Los Urabeños; en esa disputa están haciendo salir a mucha gente, les están comprando a las buenas o a las malas locales y sitios del centro, obviamente porque ellos saben lo que significa y les beneficia la transformación del centro”.

Asimismo, la propuesta del pacto de fusil tiene como uno de sus objetivos el control territorial del crimen, no solo local sino departamental, mediante una coordinación y reorganización de las bandas criminales (BACRIM) fortaleciendo así las dos estructuras narcoparamiltares y permitiendo, al tiempo, el sometimiento o exterminio de grupos ilegales más pequeños o bandas que no se encuentran bajo su dominio. Este modus operandi evita posibles rebeliones individuales y colectivas, además asegura el control total de los territorios. Al respecto, Fernando Quijano afirma que: “estando sometidas las bandas, estando bajo un único patrón hay una pacificación a sangre y fuego, por eso se ha denominado el pacto del fusil (…). Lo que viene ocurriendo muestra que el crimen en esta ciudad, absorbida por un capitalismo salvaje, es puntal e importante”.

La participación de algunos exoficiales de la Policía en estas estructuras y el posible conocimiento de la Policía de Medellín, Metropolitana del Valle de Aburrá (Meval), sobre el control del territorio refuerzan la hipótesis de un futuro modelo compartido de seguridad entre la oficialidad y las estructuras narcoparamilitares. Sin embargo, aunque no se puede afirmar la participación de la institucionalidad en las estructuras narcoparamiltares, genera alta sospecha el hecho de que las BACRIM tengan cada vez más poder dentro del territorio,. Lo que sí es claro es que el Valle de Aburrá (Antioquia) es apenas un plan piloto para reproducir este modelo de control criminal a nivel nacional, creando así redes de coordinación entre las estructuras narcoparamilitares y el Estado.