Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Notas al sol
Pedagogía para la paz
Hay que salir del campo mediático para avanzar en una socialización y aprehensión de los contenidos desarrollados en La Habana, que ligados al proceso de construcción de paz regional y territorial, le den una solidez tal que sea capaz de aguantar los embates de los sectores guerreristas
Zabier Hernández Buelvas / Miércoles 10 de diciembre de 2014
 

Director Semanario Voz, licenciado en Ciencias sociales de la Universidad Francisco José de Caldas de Bogotá, Esp. en Desarrollo y Gobierno Local de la Universidad de Nariño. Investigador social y analista de contextos y dinámicas políticas, sociales y económicas territoriales. Ex Asesor de Paz Departamental de Nariño 2008-2011; Ex Subsecretario Departamental de Gobierno de Nariño 2012 2013; Ex Comisionado Municipal de Paz de Pasto 2016-2019. Poeta, escritor, ensayista, periodista empírico alternativo.

Temas relacionados

Sin duda el proceso más importante que vive hoy la sociedad colombiana es el diálogo y las posibilidades de la paz. Los acuerdos que se han publicado muestran un camino verdaderamente cierto de esas posibilidades, aunque sin muchas muestras de cambios en las estructuras del poder tradicional, lo cual constituye la mayor amenaza al proceso.

Dos aspectos deben tenerse en cuenta. Por un lado la necesidad de avanzar en un fuerte y amplio proceso pedagógico de arraigo territorial, entendiéndose lo territorial, integrado por lo rural y urbano, en los cuales los acuerdos son distantes.

Hay que salir del campo mediático para avanzar en una socialización y aprehensión de los contenidos desarrollados en La Habana, que ligados al proceso de construcción de paz regional y territorial, le den una solidez tal que sea capaz de aguantar los embates de los sectores guerreristas en el bloque de poder dominante, especialmente, en perspectiva del proceso de refrendación.

Hasta ahora, lo que se conoce en las masas sociales rurales y urbanas son hechos que interfieren en la credibilidad del proceso. Desde las chuzadas a los negociadores hasta la retención del general Alzate, el proceso ha servido para alimentar la voracidad mediática de los conglomerados de la información en Colombia y el mundo, y poco ha llegado de los contenidos reales pactados en los tres primeros acuerdos firmados por las partes.

Y por otro lado, el inicio de los diálogos con el ELN, el cual se encuentra en estado de hibernación, por no decir crítico, más por la torpeza gubernamental de creer que este proceso, frente al de La Habana, es un “problema menor”. Diálogo de “segunda clase” es la idea que tiene el gobierno de este proceso, en un contexto de enfoque militarista y cuantitativo, con el cual se están asumiendo los acercamientos con esta guerrilla, olvidando que tanto las FARC como el ELN nacen de las mismas fuentes de inequidad, pobreza y abandono a que han sido sometidos históricamente por las políticas gubernamentales y de Estado vastos territorios y comunidades, por lo tanto merecen igual trato y reconocimiento en la mesa.

En vez de esta actitud infantil del gobierno frente al ELN, se debería comprender que este diálogo representa una oportunidad de darle integralidad al proceso de atención a problemas centrales para el país de reformas y alternativas, como el de la minería, la educación y el desminado humanitario, temas estos que en los contenidos conocidos hasta ahora en La Habana no tienen fuertes desarrollos.

Pedagogía popular sobre los contenidos de La Habana e inicio de los diálogos con el ELN son dos de las decisiones centrales que debemos tomar y defender en el momento actual del proceso de paz.