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La televisión unidimesional
Colectivo La Trocha / Lunes 23 de febrero de 2015
 

Sacaron Russia Today (RT), medio de comunicación ruso, y Canal Capital, medio público de la Alcaldía Metropolitana de Bogotá, de la TV Colombia Diogital que es una cablera privada. Igual sucedió con otras empresas que sacaron diversos medios de comunicación, entre ellos RT y Telesur.

Antes de que sacaran estos canales, rondando el año 2009 y 2010 en las cableras de Colombia sacaron Venezolana de Televisión, que es un canal del Estado Venezolano y que publicaba los avances sociales, económicos y culturales del Gobierno Bolivariano de Venezuela. Las primeras empresas en sacar este canal -que tenía cobertura en diversas compañías-, fueron las más grandes de éstas, las que tenían –y tienen- mayor cobertura. Una de esta cableras fue la extinta Cablecentro, luego vinieron otras; al final, las parabólicas locales también sacaron del aire a VTV, entonces los colombianos dejamos de saber lo que pasaba en Venezuela, directamente de las fuentes concretas y factibles. Cuando preguntamos por qué habían sacado del aire a VTV, nos dijeron que en la Radio Televisión Nacional de Colombia, RTNC (ahora esta institución se llama Autoridad Nacional de Televisión, ANT), no había permiso para pasar ese canal, preguntamos por qué no le daban permiso y nos respondieron que “no era tarea de ellos dar la aprobación a los canales”. Nos quedamos sin este canal, ahora teníamos que buscarlo por internet para enterarnos de las misiones y los logros venezolanos. Esto mismo sucedió en el gobierno de Sergio Piñera en Chile, y en el gobierno de Martinelli en Panamá.

A finales del 2014, la TV Colombia Digital, que compró varias parabólicas locales en diversas ciudades para conformar una sola, con accionistas dentro de los antiguos dueños de las parabólicas locales, sacó del aire sin previo aviso a Russia Today. Como hicimos con Venezolana de Televisión, llamamos a la cablera para conocer los pormenores de la retirada del aire del canal. Los que contestaron el teléfono nos dijeron que para pasar el canal debían tener el permiso del gobierno de Rusia, lo que nos pareció extraño, pues es un canal de señal abierta y gratuita. Además, ¿Qué tenía que ver el gobierno con la señal en otros países? Esto también es absurdo porque se tendría que enviar cartas a todos los gobiernos para que dieran permiso de ver los canales que están inscritos en su jurisdicción.

Luego de semanas esperando el supuesto permiso, la ANT anunció que RT tenía abierto el espacio radioeléctrico en Colombia y que el canal podía estar en cualquier cablera. Sin embargo, nunca lo pusieron. Llamamos para anunciarle a la secretaria que ya habían dado la aprobación, ésta nos dijo que lo pondrían en una semana, luego llamamos una vez más y nos dijo que ese canal no lo iban a poner, que no estaría dentro del plan de la cablera. Algo parecido sucedió en México con Enrique Peña Nieto como presidente, igual en Perú y Honduras. Y ni hablar de las amenazas de congresistas de EE.UU. contra RT, donde lo acusan de ser “Como el Estado Islámico”.

Todo esto nos causa gran sorpresa, pero justo cuando pensábamos que colocarían RT, sacaron del aire a Canal Capital, llamamos y nos dijeron que ninguno de los dos los colocaría. En este instante nos percatamos de que no era la voluntad de la cablera la que estaba sacando del aire dichos canales alternativos, sino que era todo un plan sistemático y organizado para sacar del aire los canales alternativos, aquellos que mostraban la otra realidad del mundo: aquella realidad que los medios corporativos esconden, aquella que los mass media al servicio del neoliberalismo tapan.

Todo está conectado. Quien crea que éstas son acciones individuales de diversas empresas, se engañan. Esta es una forma de la lucha de los EE.UU y los gobiernos aliados a éste para impedir que un mirada distinta a la del neoliberalismo y el consenso de Washington sea mostrada al mundo. De esta manera, los medios corporativos pueden pasar a sus anchas engaños y falsedades sobre gobiernos populares o sobre las acciones de los movimientos populares, antiimperialistas y antiglobalización. Si los medios corporativos no tienen contendientes, su mensaje es único e incuestionable.

Las empresas trasnacionales y multinacionales, así como las empresas nacionales que comparten el botín de los servicios y los bienes, siempre se unirán para evitar que el botín que comparten les sea quitado, para evitar que los pueblos despiertan del letargo. Las sanciones de EE.UU. y la Unión Europea contra Rusia es una de las formas de lucha Occidente para mantener el control del mundo. La decisión de sacar RT y Canal Capital hace parte de la política hegemónica de EE.UU y sus aliados.

No es difícil darse cuenta de que la mayoría de los canales de las cableras latinoamericanas son de EE.UU. y uno que otro de Latinoamérica. Estos canales son controlados y dirigidos por las corporaciones económicas y financieras o por grupos de poder de la comunicación como la SIP (sociedad interamericana de Prensa). Todos estos canales siguen la línea política de EE.UU., por ello no se preocupan en darle cobertura a las noticias que ponen en entredicho los intereses económicos y políticos de EE.UU. y sus aliados. Uno de los ejemplos recientes fue la poca cobertura que le dieron a las protestas antirracistas en Ferguson, EE.UU; o la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa por parte de la policía y el Estado, en complicidad con bandas de narcotráfico; y esconden la situación en Ucrania causada por un gobierno neo-nazi.

Los medios corporativos siempre mantienen una misma línea editorial, defienden a capa y espada el neoliberalismo y la política de EE.UU.; por ello, siempre procuran tapar los errores, las contradicciones y los antagonismos de este gobierno; cubren los daños ambientales, sociales o culturales de las trasnacionales. Por otro lado, viven inventando mentiras sobre los gobiernos populares, toman fotografías pasadas o ajenas para anunciar supuestas represiones y convierten la mentira en noticia. Inventan testimonios contra movimientos sociales y populares para deslegitimar la lucha de los pueblos.

Los gobiernos neoliberales y las empresas trasnacionales, la oligarquía y los grupos de poder desean que los pueblos solo vean una realidad, realidad inventada y virtual que las personas sin consciencia asumen como verdadera. De esta manera mantienen aquel hombre unidimensional del que habló Herbert Marcuse, que aprueba guerras ilegítimas, sanciones retardatarias y decisiones antihumanas.