Agencia Prensa Rural
Mapa del sitio
Suscríbete a servicioprensarural

Saludo de excombatiente al proceso de dejación de armas
1ª Cumbre Nacional de excombatientes por la revolución y la democracia
Carlos Arturo Velandia Jagua / Sábado 7 de marzo de 2015
 

La guerra en Colombia se acaba, tiene sus días contados, es nuestro deber ayudar a su bien morir para que nazca la oportunidad de construir nuestro país entre todas y todos, sin tener que volver a ejercer la fuerza contra nada y contra nadie para hacernos escuchar, para ser tenidos en cuenta.

Hay dos bombas instaladas en nuestro país, siempre las ha habido, sólo que en esta ocasión una de ellas, la bomba del conflicto armado, se hace cada vez más pequeña y con una mecha más larga, en tanto que la otra, la bomba del conflicto social, se hace cada vez más grande y con su mecha más corta. Se trata pues de que las partes del conflicto armado y la sociedad entera, seamos capaces de desactivar definitivamente la bomba del conflicto armado, con eso sólo nos quedamos con la bomba del conflicto social, compuesta por una mezcla de conflictividades sociales, políticas y económicas, además de un inmenso acumulado de promesas y pactos incumplidos. Los colombianos no tenemos más alternativa que darle trámite a través de la palabra, pero de la palabra que se toma las calles, de la palabra que se hace verbo, de la palabra que camina para hacerse acción positiva y transformadora; pero eso si, de la palabra divorciada de la violencia.

Vivimos un momento epocal, una intersección entre dos épocas: una vieja, caduca, violenta, de 50 años de dolor que queremos dejar atrás; la otra nueva, desconocida, abierta ante nuestros ojos, pero de la que sólo podemos prever, es decir anticiparnos a que será “problemática y febril”, pero que será una época en la que la sociedad ya no será interpretada ni cooptada por discursos de guerra, lo que equivale a decir que ya no habrá pretextos para hacerse oír, para luchar por lo que crea que le corresponde y le pertenece, para luchar con voluntad soberana, con decisión de poder ciudadano.

Todas y todos los presentes, acumulamos invaluables experiencias de lucha, de sacrificio y también de renuncias; hicimos dejación de armas, unos en procesos colectivos, otros como en mi caso en procesos individuales, pero todos sin excepción hemos creído que en la ampliación de la democracia están las condiciones para construir un país más justo y más humano. Con estas experiencias y con esta convicción hoy asistimos a la gran oportunidad que tiene el país de parar la guerra y superarla de manera definitiva. Hoy nuestros hermanos revolucionarios agrupados en las FARC-EP y el ELN están dando lo mejor de sí para sacar al país de la guerra y lo hacen con convicción y con decisión.

En este trance del país, quizás el más importante de su historia, nosotros los excombatientes por la revolución, por la democracia y por la paz debemos aportar y ayudar al buen suceso del fin de la guerra y la apertura a la construcción de justicia social en paz y con equidad.

Debemos decirles a las partes que los caminos que hoy transitan ya los caminamos nosotros, que sentimos sus esfuerzos como esfuerzos propios, que estamos listos para apoyar los esfuerzos por el fin de la guerra y por avanzar hacia la paz estable y duradera.

Debemos decirles a las partes que cuentan con nosotros, que estamos prontos a ayudar en lo que demanden, que nuestra experiencia en los procesos de normalización y de búsqueda por ser ciudadanos de pleno derecho es valiosa porque no todo lo que funcionó ayer puede o debe funcionar hoy. Somos testimonio vivo de políticas y prácticas exitosas unas y fracasadas otras, esto lo podemos aportar a la hora de tramitar los procesos de normalización, de las insurgencias en los contextos actuales y en los términos en que lo determinen los acuerdos.

Debemos decirles que nuestra experiencia y disposición será útil para que en el futuro quienes hagan dejación de armas, no sientan que se necesita volver a las armas y retornar a las montañas de Colombia, decirles que nuestra experiencia es también suya, que le pertenece a Colombia y sus gentes.

Me despido con un abrazo fraternal de camarada en la búsqueda de la paz y la justicia social.

Vuestro hermano
Carlos Arturo Velandia Jagua – Felipe Torres