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El efecto nevera
Pedro Arenas / Martes 17 de marzo de 2015
 

Una nevera es un armatoste aislado térmicamente que separa lo externo de los compartimentos internos, los cuales tienen temperaturas diferentes para satisfacer la necesidad del usuario. Este fenómeno se conoce como enfriamiento por calor. En el congelador puede haber cosas viejas que podrían estar descompuestas (como los camarones que no deben durar allí más de un par de meses, porque se corre el riesgo de intoxicación), pero hay usuarios que podrían creer que en la heladera se garantiza que los productos duren años en buen estado. El gobierno de Colombia por fuera, está alimentando el interés del movimiento reformista, lo que no siempre coincide con la heladera en que se mantiene la política interna en materia de drogas.

Colombia gana fama con anuncios que son aplaudidos de buen modo por expertos, académicos y países que se identifican con su discurso internacional renovador en materia de drogas. Esta semana, el Ministro de Justicia Yesid Reyes en la sesión anual de la Comisión de Narcóticos de la ONU en Viena[ii], pidió “aprovechar la oportunidad para hacer una revisión profunda” de los marcos normativos internacionales al respecto[iii], a propósito de la preparación de la reunión extraordinaria que hará Naciones Unidas el próximo año en Nueva York para hablar del “problema mundial de las drogas”.

Esta vez la delegación colombiana empatizó con Argentina que reclamó más enfoque en salud pública; con Guatemala, que llamó a revisar los resultados de lo hecho hasta ahora; con México, que pidió tener en cuenta los daños sociales ocasionados por la violencia que conlleva la guerra contra las drogas; con Uruguay, en la idea de poner a la persona humana en el centro de las políticas; con Lituania que junto a otros europeos puso el acento en los lazos que unen derechos humanos, desarrollo y drogas; y (quizá) con Bolivia, que dijo que las políticas de Estados Unidos han servido para intervenciones de carácter militar que socavan la soberanía de los países. Estas reacciones se contraponen a la burocracia de la Oficina de drogas y crimen de la ONU (UNODC con sede en Viena) que cuidando sus intereses, ha concentrado allí el proceso previo a la histórica reunión de 2016, y hace poco por ampliar el debate a otras agencias del sistema, desconociendo que las drogas son “un problema” que se relaciona con el objeto del PNUD[iv], la OMS, la FAO, la oficina de Derechos humanos, ONUSIDA, UNICEF y UNESCO, para mencionar solo algunas de ellas.

Es imposible negar que Colombia anima la discusión en Latinoamérica y el mundo, de lo que dan fe las declaraciones del Presidente Santos en Cartagena hace tres años; el Informe Insulza sobre escenarios[v] elaborado por expertos que invitó la OEA a instancias de Colombia; lo mismo que el Grupo de Trabajo sobre Alternativas al encarcelamiento de la CICAD[vi], que es liderado por este país. Pero hay indicios que en estos espacios la temperatura es distinta a la congelada política que sigue aplicándose adentro, lo que implicaría que hay pocas lecciones prácticas que empujen adelante, desde el ejemplo, las reformas que se pregonan.

El Ministro Reyes advirtió, recién posesionado de su cargo actual, que “hay que ponerle límites a la intervención del derecho penal en materia de drogas”, lo cual es buen augurio. Algunos colegas suyos en el continente han pensado igual pero han resultado presos de la vorágine de reuniones y la pléyade de asesores que hacen ver como inmodificables las políticas, al cabo de lo cual el enfoque coercitivo de las convenciones de drogas sigue mandando, tras lo cual impera la idea de que deben producirse previos cambios internacionales para poder proceder internamente.

Pero no sobra recordar que Uruguay expidió ley de marihuana y aunque la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes quiso asustarle nada ha podido hacer contra ese país; Bolivia aceptó el cato de coca[vii] hace años, sembró la planta en su Constitución y liberó el masticado de hoja a pesar de la oposición de Rusia, Egipto y otros; Ecuador cambió su código penal sin hacer ruido para establecer el principio de oportunidad en casos de drogas así como la proporcionalidad en el tamaño de la pena según el tipo de delito[viii]; Colorado lleva un año vendiendo cannabis recreativo y la Casa Blanca ha “observado esto con interés” pero nadie lo ha impedido. Es decir que las convenciones vienen siendo socavadas de hecho y no hay que esperar a que la UNGASS las reforme o las derogue (lo cual es poco probable) para emprender cambios adentro del país, pues ellas están perdiendo su rigidez positivista y la realidad las viene haciendo flexibles según los contextos.

¿Y Colombia? Bien gracias, ¡congelada en el tiempo! Seguir fumigando cuando se es el único país del mundo en hacerlo no es indicio de “revisión profunda”; al contrario, lo anunciado después del acuerdo de drogas de La Habana es que ésta se seguirá empleando, algunos técnicos oficiales afirman que la falla de ese programa radica en que no se han sabido medir los costos frente a los resultados, y el Plan Nacional de Desarrollo[ix] que se “discute” en el Congreso anuncia un mayor énfasis en erradicaciones forzadas del andén pacífico[x]. La relación entre estas economías y la construcción de la paz con la mediación de esta estrategia configura riesgos reales en las zonas campesinas, indígenas y afros.

Que Colombia, avance en la idea de ponerle límites al derecho penal debería ser posible, incluyendo la desjudicialización de los pequeños productores de cultivos de “uso ilícito” en la reforma al estatuto de estupefacientes que se ha anunciado[xi] o en pequeñas reformas del código penal que aliviarían la pesada carga que lleva el sistema judicial al cargar con casos de consumidores y cultivadores, lo que resolvería la injusticia de meter presos a cientos de personas que no son criminales; el Consejo Nacional de Estupefacientes debería reconocer las conexiones entre drogas y desarrollo, para que sean instituciones encargadas de la promoción socio-económica las que materialicen el estado social de derecho en esas comunidades rurales, y no las fuerzas de seguridad. Pero también Colombia, más allá del reconocimiento del uso de marihuana medicinal, por ejemplo, podría trabajar en la conexión cultivo de coca-pasta base de cocaína-mercados. Si esto no lo hace Colombia ningún otro país lo hará por él.

La consistencia es uno de los valores de este milenio, como diría Italo Calvino[xii]. En política, al discurso le sigue la acción, pero nada se saca si hoy se reclaman modificaciones venidas de los demás, posando de víctimas del narcotráfico (como lo hace Colombia), y mañana se refuerza la idea de unos éxitos obtenidos merced al Plan Colombia y a la securitizada visión de la consolidación contrainsurgente que también asume que “la mata mata” y que si “usted arranca la mata le traemos otra y se acabó el problema”[xiii]. Menos coherencia se observa si luego de cuatro años se mantiene el símil de la bicicleta estática[xiv], pero poco se hace para bajarse de ella y echarse a andar.

El efecto nevera no es lo mejor que puede pasarle a Colombia, hay que tirar el armatoste, poner todo a la luz pública, descongelar los productos, botar lo que esté inservible y cause daño a la población y el ambiente. Eso sería mirarse por dentro y empezar en realidad la “revisión profunda”.

Notas:

[i] El autor fue Alcalde de San José del Guaviare. El Instituto de Estudios para el desarrollo y la paz, Bogotá.

[ii] Cada año se reúnen en Viena, más de mil funcionarios de casi 60 países para hablar de los avances tras la meta de un mundo sin drogas. Este año la Comisión de Narcóticos tuvo su sesión No. 58.

[iii] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/minjusticia-pide-revision-profunda-de-estrategia-de-onu-articulo-548260

[iv] En la construcción de la Agenda Post 2015, expertos internacionales del PNUD han señalado que la dependencia de los cultivos ilícitos está relacionado con fenómenos de pobreza, exclusión y falta de oportunidades, entre otros. A su vez los Principios Rectores del Desarrollo Alternativo de la ONU afirman que la superación del cultivo ilegal es una consecuencia de la llegada del desarrollo a los territorios afectados.

[v] http://www.oas.org/documents/spa/press/Introduccion_e_Informe_Analitico.pdf Se conoce como el problema de las drogas en las Américas y también como el Informe Insulza por el nombre de José María Insulza, Secretario General de la OEA.

[vi] http://www.cicad.oas.org/apps/Document.aspx?Id=2739 el cual se reunió a finales del año anterior en ciudad de Guatemala.

[vii] Extensión de 40x40 mts permitida por la Ley boliviana en zonas tradicionales de producción de coca.

[viii] El nuevo código ecuatoriano, en menos de un año, ha permitido la salida de la cárcel de cerca de 2.000 personas detenidas por ofensas menores de drogas.

[ix] Camilo González Posso, “La paz en el Plan Nacional de Desarrollo” (lit. b y c del punto 9 de su análisis) publicado en http://viva.org.co/cajavirtual/svc0436/articulo03.html

[x] Sobre las implicaciones sociales, económicas, culturales, ambientales, de seguridad alimentaria, derechos fundamentales y derechos étnicos de las aspersiones hay bastante evidencia, amén de los intereses que subyacen tras ellas y las erradicaciones manuales forzadas. La fumigación ha sido un arma de guerra y de despojo que ha limpiado zonas para facilitar el ingreso de industrias extractivas en Putumayo; la implantación de proyectos agroindustriales en sur del Meta; y la ampliación de la frontera agrícola para ganaderías extensivas y la concentración de la propiedad rural en el norte del Guaviare y el Caquetá.

[xi] El Acuerdo de drogas de La Habana contempla un tratamiento penal diferencial para los pequeños productores de coca, amapola y marihuana.

[xii] Italo Calvino, seis propuestas para el próximo milenio, 1985. La rapidez también es una de ellas, así como la multiplicidad.

[xiii] Concepción bajo la que han operado todos los proyectos de sustitución de cultivos en Colombia y buena parte en otros lugares del mundo.

[xiv] http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/colprensa-presidente-santos-dijo-que-lucha-contra-las-drogas-parece-ir-en-bicicleta-estatica