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Movilización por la paz el 9 de abril: un mandato del pueblo
“La paz es tierra, igualdad, salario, derecho a la salud, al techo, a la educación, a la alimentación, a la reivindicación de las víctimas, a la verdad, a la no repetición. Es la lucha histórica de los comunistas y de la izquierda”.
Hernán Camacho / Jueves 9 de abril de 2015
 
Movilización en Bogotá, por la paz con justicia social. Foto Boris Orjuela.

La paz requiere algo más que el silenciamiento de los fusiles; requiere cristalizar una democracia real con reformas sociales y políticas sustanciales. La paz no puede ser un sinónimo de buen negocio para la clase que ha gobernado a lo largo de la historia por los intereses de una minoría; debe ser la apertura para la construcción un nuevo país. Eso es lo que representa la movilización del 9 de abril. VOZ habló con Jaime Caycedo, quien puntualizó el significado de la movilización y envió, en cada respuesta, un mensaje de unidad para la paz.

–¿Cuál es el significado del 9 de abril en el contexto del proceso de paz?

–Es la reafirmación popular más importante de la exigencia al Estado de avanzar decididamente al desescalamiento de la guerra y al cese al fuego bilateral. Santos fue reelegido con un mandato expreso: alcanzar una solución política a la guerra por una vía de diálogo y acuerdos, no por una vía de exterminio.

–Los enemigos del proceso de paz están alentando la idea de que el 9 de abril es una marcha por la insurgencia de las FARC. ¿Qué opinión le merece?

–El tema de la salida política para la paz por la vía del diálogo se ha vuelto tan importante que tienen que inventarse un espantajo, es decir, un pretexto dentro de la polarización de la opinión mediática para macartizar y satanizar la movilización popular del 9 de abril. A lo que más le temen es a la intervención independiente del pueblo, a sus justos reclamos y a sus reivindicaciones de fondo: la tierra, el salario, la igualdad, las libertades públicas, el acceso real a los derechos esenciales escritos en la actual Constitución, como la salud, la educación, el techo.

Sienten amenazados sus privilegios, sus negociados, su monopolio exclusivo del poder. Es como cuando Marcha Patriótica hizo irrupción en 2012, o a propósito del paro nacional agrario en 2013. La causa no son los problemas reales que denuncia la gente, la causa son las FARC. Por eso es necesario recordar que se necesita justicia social para la paz.

Las consignas

–En el centro de la movilización está la petición del cese al fuego bilateral. ¿Cree que el gobierno Santos debe responder a esa petición ciudadana más temprano que tarde?

–Es un mandato del pueblo. El cese bilateral marcará un paso decisivo. Por ahora hay un cese unilateral indefinido decretado por las FARC. El gobierno suspendió bombardeos solo por un mes. Deberían suspenderse indefinidamente. La ultraderecha estimula el costado más guerrerista del establecimiento en el que se expresa el peor atraso político. El gobierno se apoya en esta postura, concilia con la ultraderecha con la excusa de no dar la impresión de que hace “demasiadas concesiones” a la insurgencia. En realidad, el gobierno cede demasiado a la presión y a los falsos argumentos del militarismo y la derecha extrema. El pueblo tiene que intervenir.

En este proceso de paz, mientras se incorporan el ELN y el EPL, todo debe ser bilateral, todo debe estar sujeto a un compromiso de la contraparte para ganar terreno en dirección a la paz. Así ha sido en el acuerdo para el desminado. Pero el gobierno vacila en dar pasos adelante en lo relativo a superar la política de la guerra: el cese bilateral, la suspensión temporal de bombardeos, el desescalamiento, la desmilitarización, el paramilitarismo reactivado, el debido proceso y condiciones dignas a presos políticos, el cese de falsos montajes judiciales, etc.

Y lo que reclamamos las corrientes populares: garantías para actuar en defensa del proceso de diálogo, para divulgar el significado de la salida política y el papel de los movimientos sociales que exigen soluciones a los compromisos del Estado en mil batallas cívicas, nunca cumplidos. La respuesta del establecimiento no puede seguir siendo la represión y el tratamiento de guerra a los civiles desarmados que claman por justicia social.

Después del 9

–La movilización del 9 abril está agrupando a la izquierda amiga del proceso y los cambios. ¿Ve posible que esas mismas fuerzas de izquierda se junten en función de ser gobierno?

–La política de Frente Amplio consiste en hacer posibles las convergencias y la unidad de acción popular para hacer avanzar esa idea de la paz. Un punto central es crear las condiciones políticas e institucionales que enfrenten las causas profundas de la guerra y garanticen la no repetición por la vía de un cambio democrático. Sin un poder democrático nadie puede garantizar la no repetición. Colombia ha vivido demasiados “posconflictos” en el modelo autoritario tradicional y sus resultados han preparado la siguiente guerra.

La paz justa, incluyente, vinculada a la apertura democrática y a la justicia social congrega a campos muy vastos de la opinión que rompen las fronteras impuestas por la polarización contrainsurgente. El lamentable fallecimiento del maestro Carlos Gaviria le ha recordado al país que hay que construir una democracia real y que todas las sensibilidades de la izquierda deben contribuir a la unidad.

Unidad de la izquierda

–De ser posible el acuerdo entre las FARC y el gobierno, ¿ve factible que la garantía de esos acuerdos sea una asamblea nacional constituyente?

–Esta es una muy buena propuesta que gana cada vez más opiniones. Hay una doble razón: la de la corrupción, descomposición y agotamiento institucional del Estado en el contexto de la guerra contrainsurgente prolongada; y la necesidad de producir reformas que aseguren las garantías de la no repetición y permitan avanzar hacia la justicia social. La condición esencial de un proceso constituyente es que sea libre, informado, con la más amplia intervención popular, con igualdad de participación para todas las fuerzas políticas, movimientos sociales, étnicos y regionales. Para todo ello se requieren garantías, especialmente para las fuerzas populares, para la izquierda y todos los que luchan por la paz.

–¿En qué está el Frente Amplio y cómo esa agrupación política se vuelve alternativa de gobierno?

–Ya mencioné que el Frente es un espacio de convergencias y de unidad de acción. La veeduría sobre la tregua unilateral está ayudando a visibilizar la relación entre la guerra y la represión a la protesta social. La guerra tiene muchas más implicaciones que la sola voluntad de parar las hostilidades. El gobierno habla de una paz territorial con base en el control militar sobre la población.

El Frente Amplio busca construir una democracia de la gente, desde los territorios, con libertades y con las reformas sociales que sean necesarias para que la paz sea una realidad irreversible. Las elecciones de octubre son un reto para la paz, para el programa de la unidad que perfilan el Frente Amplio y las plataformas populares, agrarias, étnicas y regionales. La Unión Patriótica y la familia comunista estarán en el corazón de este compromiso.

–¿Algún mensaje de unidad a propósito del 9 de abril?

–La paz es tierra, igualdad, salario, derecho a la salud, al techo, a la educación, a la alimentación, a la reivindicación de las víctimas, a la verdad, a la no repetición. Es la lucha histórica de los comunistas y de la izquierda.