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Mujeres campesinas
“El entusiasmo es nuestro quehacer”
Primera Conferencia Nacional de Mujeres en el marco del Congreso de la Federación Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro)
Ana Elsa Rojas Rey / Sábado 23 de mayo de 2015
 
Vista parcial de las asistentes al Primer Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres por la Dignidad y la Paz.

El 5 de junio del presente año se realizará la Primera Conferencia Nacional de Mujeres en el marco del Congreso de la Federación Sindical Unitaria Agropecuaria (Fensuagro), con responsabilidad del equipo de mujeres conformado por Nury Martínez Silva, responsable de la Secretaría Nacional de las Mujeres y la Juventud; Yira Díaz, María del Socorro Piso, Amanda Rivera y Luz Dary Medina, quienes son las encargadas de la educación con perspectiva de género en cada región del país, donde la federación cuenta con sus afiliadas.

En una conversación con estas lideresas, nos cuentan cómo ha sido ese difícil trabajo. Ellas se comprometieron a definir la unidad como un hecho indiscutible para lograr los propósitos y decidieron hacer un ejercicio distinto al caudillismo, muy característico de la vida política colombiana.

–¿Cómo fue el diseño para hacer la política de manera diferente?

–En el Décimo Congreso de Fensuagro se nombró la responsable nacional de la secretaría de la mujer y la juventud, que en realidad antes era un espacio formal de la estructura de la organización y nosotras lo convertimos en el eje legítimo de discusión de los asuntos que corresponden a la vida de las mujeres, como es la participación política en sus territorios, la recuperación del tejido social producto de los desplazamientos forzados, la defensa de las huertas caseras para la soberanía alimentaria, porque aquí ocurren varios fenómenos.

Primero que todo, en muchas zonas del país, la tierra está en manos de multinacionales, donde se imponen los monocultivos ajenos al consumo tradicional, obligando a las familias a comprar alimentos de otras regiones y muchas veces estos son importados, en detrimento de nuestra propia seguridad alimentaria. Pero también se dan casos recurrentes en que las parejas se separan y el cónyuge, que es el titular de la tierra, deja a su compañera desprotegida con los hijos a la deriva; o las mujeres tienen que pelear con su pareja porque estos no dejan el espacio para la huerta casera, donde se conserva la medicina tradicional con plantas.

Al detectar la problemática que lesiona directamente a las mujeres y niños, lo primero que se hizo fue conformar el equipo nacional, integrado por una mujer de cada región y, a su vez, los equipos municipales. Luego se tomó el plan de trabajo aprobado en el congreso y se discutieron las estrategias para lograr establecer mecanismos de dirección que permitan que las mujeres campesinas, que son las que más sienten y sufren el rigor de la guerra, se interesen en los temas que tienen que ver con toda la problemática que las aqueja para formar liderazgos y lograr desnaturalizar la violencia que se da al interior de sus hogares y así mismo la que ejerce el Estado.

Así, en las afugias diarias de la violencia, luchan por denunciar todos los atropellos que se dan en el campo, producto de una vida militarizada donde se cometen todos los vejámenes contra las mujeres. Fue necesario convencerlas de que, ante la persecución y el despojo, no se vayan a las ciudades sino a los nuevos asentamientos, fuera o dentro de la órbita del campo, para fortalecer los procesos de resistencia; fortalecer las reivindicaciones ya construidas en otros territorios, como atención en salud; bajo nivel de escolaridad, desplazamientos colectivos, violaciones sexuales a las mujeres y niños, y embarazos infantiles.

En un país desigual, la defensa de una vida libre de violencias contra las mujeres consiste en ser feministas. Y así empezamos a construir un feminismo campesino y popular.

En segundo lugar, la violencia contra las mujeres es un fenómeno del patriarcado que va ligado al capitalismo y es necesario empezar a estudiar para salir de las redes de la dicotomía: si la lucha por los derechos de las mujeres es contra los hombres o es parte de la dialéctica para construirnos mujeres que hacemos parte de una clase oprimida como parte del pueblo.

Para ello ha sido necesario apoyarnos en el materialismo histórico, definir categorías como violencia de género, violencia contra las mujeres, sexo y género, patriarcado, feminismo, misoginia, etc. Establecimos un cronograma de estudio e invitamos a compañeras de otros países, expertas en el tema, e hicimos intercambio de saberes para tener una argumentativa que permita adquirir un conocimiento más desde la academia que de la intuición.

–¿Qué resultados obtuvieron de los acuerdos entre ustedes?

–Estas dos conclusiones nos permitieron saber quiénes somos, cuál es el papel que jugamos como lideresas al tener una teoría para interpretar los fenómenos sociales. Nos es más fácil tener una comunicación con los compañeros y, de esa forma, han entendido que la lucha no es contra ellos, sino contra los comportamientos culturales, como herencia que ha dejado el patriarcado.

Hoy existe un reconocimiento a nuestro desempeño como lideresas. Ya no nos dicen por ejemplo, “cojan ustedes las finanzas, porque ustedes son más organizadas, nosotros no tenemos tiempo para esas cosas”. En las reuniones de las mujeres deben estar los hombres para que ellos aporten a esta construcción colectiva; esto permite que ingresen más compañeras a la organización y ocupen puestos de representación, porque en realidad, las mujeres hemos participado en todos los procesos, pero a la hora de la elección quedamos por fuera.

Un gran logro es haber sacado a las afiliadas y amigas del engaño que se da con la promulgación de la ley de mujer rural (ley 731-14 01 2002), pues a nuestro modo de ver es una ley de enfoque familita, que distrae a las mujeres de sus propias luchas, pero además, no ha sido posible su reglamentación, de manera que es un engaño, a nuestro modo de ver, como también es el Plan Nacional de Desarrollo que se está debatiendo, en el Congreso de la República. También se ha programado un panel para conocer de cerca lo que se ha discutido en la subcomisión de género, en la mesa de conversaciones entre el gobierno y las guerrillas de las FARC-EP.

En este Congreso está planteado realizar un Congresito con los hijos de los afiliados, para que desde la infancia se tenga conciencia de la importancia de luchar por un mundo mejor.

En la práctica venimos haciendo un ejercicio de la paridad política con una visión de alternancia (un hombre, una mujer) de tal manera que en este Congreso hay un número de delegadas de 200 compañeras entre 450 delegados. En esta proporción esperamos quedar en la Junta Nacional como un reconocimiento a los años de ausencia de las mujeres en la vida política, producto de las imposiciones de una sociedad dividida en clases; por eso lo que nos conduce a este Congreso es el entusiasmo en el quehacer de nuestra vida diaria porque la paz es un asunto para las mujeres, que no da espera. La unidad y la comprensión como hermanas de clase nos permite tejer con alegría la manta de la libertad.