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Nuevos vientos soplan, puertas de esperanza se abren
Adelaida Nikolayeva / Martes 4 de agosto de 2015
 

Sin duda los cambios en el discurso político inciden en la realidad social, y abren puertas que se creían cerradas para siempre. La historia siempre lo ha constatado.

Los muertos que están desenterrando en La Escombrera son un claro ejemplo de que los tiempos, las actitudes y las tendencias cambian, así como los discursos. El optimismo aumenta en los incrédulos y los pesimistas, a pesar de que existen fuerzas poderosas que se empeñan en ir contra los nuevos vientos que soplan, atravesadas como montañas de escombros.

¿Quién creía hace un par de años, o menos, que iba a ser posible excavar en medio de toneladas de escombros, para buscar más de 300 desaparecidos que dejaron las tomas militares, como la Operación Orión, ejecutadas por fuerzas del Estado con apoyo de paramilitares? [1]

A pesar del pesimismo que rondaba y la negativa de varias administraciones municipales a reconocer La Escombrera como una inmensa fosa común, hoy es un hecho real que llena de optimismo y esperanza tanto a las familias de los desaparecidos, como las organizaciones de víctimas y el país de que sí es posible avanzar en la reconstrucción de la verdad del conflicto que han vivido miles de familias de Medellín.

Desde algunos sectores del poder político, sin negar que la ultraderecha sigue obstinadamente anclada en el pasado de la guerra, hasta algunos medios de comunicación masivos, han empezado a entender que el país necesita cambios en el viejo lenguaje que ha construido una narrativa amañada y tendenciosa sobe la guerra, acusando a unos y salvando a otros, señalando a las guerrillas de ser culpable de casi todo, y al establecimiento de casi nada.

Por eso es bienvenido, también, el buen ambiente en favor del fin del conflicto armado que está generando el desescalamiento de la guerra. Es una condición para alcanzar un cese bilateral entre el Estado y las guerrillas, hacia el acuerdo general para la terminación del conflicto armado.

En la encuesta de Caracol [2], ¿Está de acuerdo con la propuesta de las FARC de que respondan ante la justicia políticos, empresarios y otros involucrados en el conflicto?, el 75% respondió que sí estaba de acuerdo, demostrando que el señalamiento permanente que desde los medios de comunicación se ha hecho contra la guerrilla, de ser la única responsable del conflicto, y por lo tanto la única en responder ante la justicia, no es real. De ahí la importancia, como lo señalara Enrique Santiago [3], en entrevista de la revista Semana, de que haya responsabilidad colectiva de quienes han conducido y apoyado la guerra, así como de quienes han dirigido al Estado. Pero también de grandes empresarios, ganaderos, políticos, propietarios de medios de comunicación, multinacionales, como afirma el expresidente César Gaviria cuando se pregunta hasta dónde los acuerdos de La Habana deben cobijar a los “no combatientes” [4].

Los hechos que estamos viviendo para la construcción de la verdad, para terminar con la injusticia que ha reinado por décadas, el uso de lenguajes que contribuyan al deshielo y a romper el pesimismo que por tanto tiempo se había apoderado de nosotros, son los mejores síntomas de que estamos en la obligación de cambiar. Puertas de esperanza se abren, con los nuevos vientos que soplan.