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El falaz pregonero
René Ayala / Miércoles 2 de septiembre de 2015
 

Atónito y perplejo presencio en todo escenario académico, periodístico, político, en cafetines y aceras de paso rutinario de la muchedumbre (que en el cosmos de nuestra languidecida democracia son lugares comunes, es decir metáforas del pensamiento dominante, donde se refleja la tesis hegemónica de la verdad construida a retazos, pero única, mediocre y falaz, hecha a la medida del escepticismo cotidiano), como se insulta la inteligencia endilgándole a Venezuela y su gobierno el mote de fascistas, nazis y que algunos gentiles equilibran con el remoquete de sionistas.

En nuestra tierra, donde finalizando el siglo XX, lleno de moralejas frente a la infamia que representó el proyecto fascistizante que desató la guerra y el exterminio, se reprodujo el genocidio, el desalojo violento de comunidades agrarias para despojarlas de sus tierras, la cooptación ruin con dádivas, chantajes y sobornos de todos los niveles de la institucionalidad estatal, es decir la barbarie para imponer un proyecto unanimista, un símil pastoril semifeudal, un paraíso de propietarios representantes de castas que a sangre y fuego construyeron su poderío. Y en esta tierra, desolada por la infamia que obligó a millares a salvaguardar sus vidas, abandonándolo todo, sueños y arraigos, dejando atrás los despojos profanados de los suyos, ninguna voz denunció con contundencia la atrocidad demencial que cabalgaba siniestra por nuestro suelo.

En los lugares comunes nadie señalaba con nombre propio lo que ocurría en las narices de todos. Solo las voces honestas y victimizadas de los colectivos que han resistido a la brutalidad denunciaban y caracterizaban lo que ocurría, y lo señalaron sin empacho: lo que asolaba nuestra tierra era la mano vil del fanatismo fascista.

Los responsables de la violencia enfurecida desatada contra los más humildes, los que con sus decisiones, por acción u omisión potenciaron el éxodo más grande en la historia del hemisferio occidental, que en cifras de la ACNUR alcanza a las 5.185.000 personas desterradas de 2.581.000 hectáreas robadas para imponer proyectos agroindustriales o llenarlas de vacas. Esos señores de la guerra, quienes encargaron a mercenarios homicidas la conformación de ejércitos privados para desolar medio país, quienes desfalcaron el erario público para engordar sus arcas, los padres de una perversa caricatura de democracia que los apoltronó en el poder político excluyendo al pensamiento distinto. Esos catecúmenos de las hordas falangistas, de las camisas pardas y los fasci di combattimento, haciendo alarde de su consabida vocación de hacer propaganda con la mentira y de torcerle el cuello a la historia, señalan con el remoquete de fascistas a quienes representan en su proyecto precisamente el antagonismo a esta bellaca antítesis de lo humano.

El mundo al revés, los representantes de los rancios partidos decimonónicos ahora reciclados en novísimas formaciones políticas, dirigidas por los herederos de los responsables de las violencias que han devastado nuestro suelo, es decir los mismos de siempre, los jinetes apocalípticos que han condenado a Colombia a padecer la crueldad, se abrogan el derecho a establecer los valores socialistas acusando a Venezuela de violar el ideario de la utopía y a sus dirigentes de diseñar una política de holocausto y extermino de nuestros connacionales en la frontera.

Y el genuino representante de la ideología facha, totalitaria, guerrerista y terrateniente, como buen discípulo del generalísimo, de duce y del führer y sus procedimientos lóbregos, sale a vociferar en frontera contra Venezuela, echando el embuste de que el “castro chavismo” es nazi y anticolombiano, que arremete violentamente contra nuestra cándida soberanía. Entretanto las corporaciones mediáticas reencauchando a este mequetrefe, con generosidad, le dan tribuna y él y su séquito utilizan el escenario para promover sus candidaturas. Coléricos llaman a rechazar la afrenta venezolana votando por sus postulados a los cargos públicos que han desangrado y quieren mantener o recuperar.

El jerarca facho vuelve al ruedo, a pretender que todos al unísono repliquemos su discurso y a trastocar la verdad. Ellos fueron los que con su política, con su guerra, con su perfidia con las regiones fronterizas al no construir aparato productivo y, beneficiándose de las economías ilegales del contrabando y narcotráfico, han promovido la ola de migración irregular. Y ahora buscan que los pusilánimes respalden su intentona guerrerista contra el pueblo hermano, moviendo con propaganda el drama de la frontera para atizar los odios. Así son los fascistas, la infamia como credo para con sus falacias calculadas seguir arrastrándonos al espiral de la guerra.

Ojalá las mentes sensatas no lo permitan y podamos resolver las diferencias con sentido humanista en repulsa al pregonero de la muerte.