Agencia Prensa Rural

¿Por qué perdió Colombia en la OEA?
Campo Elías Galindo / Viernes 4 de septiembre de 2015
 

Porque en los foros internacionales de alto nivel solo valen los argumentos, la coherencia y sobre todo, la autoridad moral. Ahora resulta que la OEA no sirve y que sus miembros le temen al tirano Maduro…

El loby del gobierno de Santos tenía asegurada la mayoría pero el discurso del representante de Venezuela echó ese trabajo a perder. No fue ninguna pieza magistral de oratoria, no fue ninguna obra maestra de ciencia social ni de relaciones internacionales.

Bastaron tres o cuatro verdades de esas que todo el mundo sabe pero los colombianos olvidan; verdades sobre más de 6 millones de desplazados internos; un conflicto armado de más de 50 años; 5 y medio millones de colombianos expulsados a Venezuela por la violencia y las penurias de todo tipo, pues tenemos una oligarquía y un estado que no para de expulsar compatriotas hacia adentro y afuera de las fronteras. Tres o cuatro verdades tan simples pero tan grandes que aplastan cualquier intento gubernamental de rasgarse las vestiduras.

Es doloroso que los colombianos ayer expulsados y hoy deportados, es decir, doblemente victimizados, no tengan a nadie con la suficiente autoridad moral que los proteja. El estado colombiano, que quiso hablar por ellos en la OEA, estaba incapacitado para convencer. Pagan así los platos rotos por la incapacidad de los estados de uno y otro lado para controlar la criminalidad y hacer cada uno la tarea que le toca en la guarda del orden público fronterizo.

En la OEA, pues, no pasó nada. Perdió el gobierno de acá y perdieron los deportados. Ahora el país tendrá que “comer de su propio asado” destinando recursos extraordinarios a la crisis humanitaria, los mismos que tantas veces ha negado a otros, cuando provienen de más acá o más allá del “infierno chavista”.

Los hechos son tosudos y las cifras contundentes. Lo demás es la dialéctica mezquina de los odios: uribismos contra antiuribismos, formatos ideológicos versus ideologías formateadas, mezquindad a granel, señalamientos van y señalamientos vienen porque ellos no tienen frontera. Caracol, El Tiempo, RCN y Semana seguirán haciendo su periodismo “amarillo” y Colombia seguirá orgullosa de ser una democracia donde los emporios mediáticos disfrutan su libertad para desinformar y desorientar.

La criminalidad en la frontera es visible y rampante. No solo es colombiana y no solo funciona de aquí para allá. Solamente la colaboración bilateral y concertada, la misma que ha funcionado para capturar importantes capos de las mafias colombianas en Venezuela, ofrece posibilidades de normalización. El presidente Santos debe aceptar la invitación del presidente Maduro a dialogar.

Venezuela ha dado cobijo a millones de colombianos hoy integrados plenamente a esa sociedad. Sobre todo sus estados fronterizos han sido histórico refugio de perseguidos y despojados. Esa zona ha sido también una prolongación de las dos economías nacionales. El papel del gobierno vecino ha sido clave en la facilitación de los diálogos de paz que hoy se adelantan en La Habana hacia la paz de Colombia. Cuando aquí entendamos que al revés de lo que dicen los azuzadores mediáticos, la crisis de relaciones es entre naciones hermanas, estaremos cerca de las soluciones y el Estado empezará a recuperar autoridad moral para ser la voz de las víctimas colombianas en las instituciones internacionales.