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Farc pidieron perdón en Bojayá
Agencia Prensa Rural / Lunes 7 de diciembre de 2015
 

Bellavista es un municipio olvidado, bañado por las aguas de río Atrato, con un clima de selva tropical. En sus riberas habitan comunidades afros e indígenas.

Bellavista o Bojayá seguiría siendo ese pueblo perdido en los límites de Chocó y Antioquia de no ser por aquel 2 de mayo de 2002. Este día la comunidad se levantó en medio de un feroz combate entre el frente 57 de las Farc-Ep y los paramilitares.

En esos días 15 pangas repletas de paramilitares habían subido desde Turbo y durante este trayecto debieron cruzar por lo menos 10 puntos de control del ejército y la armada, sin contar con los cuarteles de policía que hay en varios de los municipios sin que "nadie" lo notara. Nadie vio ni supo nada, excepto las comunidades que reiteradamente enviaron las alertas tempranas. Como siempre a la institucionalidad no le importó y mucho menos hizo nada.

Los paramilitares se asentaron en la cabecera municipal y empezaron a intimidar a la población. Un sargento de la policía era quien les entregaba las listas de supuestos colaboradores de la guerrilla. A los señalados los subían a una lancha que le pusieron como nombre: Camino al Cielo.

Allí llegaron las Farc y combatieron con los paramilitares, mientras la comunidad se concentró en la iglesia y la casa cural (únicas edificaciones de material). Fue allí donde cayó el cilindro que dejó el trágico resultado.

Hoy Bellavista sigue siendo un municipio olvidado, la única presencia estatal que conocen es la de la fuerza pública. Las comunidades que lo habitan siguen sumidas en la pobreza y el abandono.

Sin embargo a este municipio llegó nuevamente la institucionalidad. Desde el año pasado en La Habana, cuando en un acto solemne el Secretariado de las Farc pidió perdón a una delegación de la comunidad, se planeó hacer un acto aquí en el territorio y se cumplió. De un helicóptero ruso llegó la delegación de insurgentes escoltada por la Cruz Roja. Descendieron del aparato y saludaron calurosamente a un puñado de periodistas. Luego subieron a la lancha que los llevó con la comunidad.

Más de 300 personas se reunieron en la antigua iglesia para escuchar las palabras de Pastor Alape, comandante del bloque Efraín Guzmán y miembro del Secretariado, quien con la voz quebrada reconoció que este acto atroz jamás debió ocurrir. Pidió perdón a la comunidad y destacó la actitud positiva de la comunidad como un gesto de paz. Finalizó el evento con una obra de teatro que escenificó lo que vivieron esos días. La comunidad también exigió atención por parte del Estado e hizo responsable también a éste, uno por el abandono y dos por permitir el arribo del contingente de paramilitares. Hacia las tres de la tarde los helicópteros volvieron a volar. La comunidad seguirá aquí esperando a un Estado que nunca ha estado presente.