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Columna de opinión
La explotación humana en diferentes aspectos de la vida colombiana
Claudia Yurley Quintero Rolón / Lunes 7 de diciembre de 2015
 

Hemos denunciado que la calle “del Bronx” en el centro de Bogotá es un foco de macrocriminalidad y trata de personas, allí personas en situación de consumo, sumidas en su propia desgracia y siendo ignorados por la sociedad, son usados e instrumentalizados. Ahora se descubre que las mujeres son asesinadas y no creemos precisamente en la teoría de un loco solitario matando mujeres anónimas que no ocuparon siquiera un número en nuestras “estadísticas” de desaparecidos.

Quizás lejana de esta realidad se denuncia la explotación sexual masculina dentro de la Policía Nacional, un negocio que según parece produce millones de pesos a costa de la integridad de muchachos ilusionados con “sobrevivir” adentro de la institución y poder ascender a pesar del “cartel de los ascensos” mafia que ha tomado lastimosamente a la institución.

La prostitución masculina en cadena de mando no es otra cosa que explotación sexual, ya que se aprovecha una vulnerabilidad para comerciar los cuerpos de los uniformados Este es un delito conexo a la trata de personas, vergonzoso y dañino para nuestros jóvenes.

Pero las noticias de trata de personas no paran en el país: los secuestradores de la niña Paula Nicole Palacios confiesan que fue vendida a una red de trata de personas con fines de extracción de órganos, versión que no confirman las autoridades, ni se investiga más profundamente, entendiendo que detrás puede destaparse una olla de poder detrás de la esclavitud humana.

Finalmente esos mismos policías, que dentro de su institución tienen como “costumbre” la prostitución, desmantelan al parecer una red que explotaba niñas en la “Plaza de la mariposa” en la zona céntrica de Bogotá. También ya lo habíamos denunciado, pero no conocemos los reales dueños de los “puticlubs” dónde se comercializa niñas, ni nos informan qué plan de acción surge desde el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para detener dicha práctica y para atender a las víctimas. Entre otras cosas ¿Dónde están las víctimas?

Desde la Corporación Anne Frank exigimos al Estado colombiano que se preste atención especial a estos casos en particular y que se continúe apoyando los procesos de construcción de una política pública en pro de la protección de la población, en especial niños, niñas y jóvenes de la explotación humana.

No podemos ser un país proxeneta, la paz es libertad no esclavitud. El cuerpo humano no está en venta.