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Novedades anuales de la guerra
César Jerez / Domingo 25 de enero de 2009
 

Fundador y redactor de la Agencia Prensa Rural. Geólogo de la Academia Estatal Azerbaijana de Petróleos (exURSS). En Bakú obtuvo una maestría en geología industrial de petróleo y gas. Es profesor y traductor de idioma ruso. Realizó estudios de gestión y planificacion del desarrollo urbano y regional en la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP de Bogotá. Desde 1998 es miembro de la ACVC. Actualmente coordina el equipo nacional dinamizador de Anzorc. Investiga y escribe para diversos medios de comunicación alternativa.

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Empieza un nuevo año con la eventual entrega unilateral de prisioneros de guerra por parte de las FARC-EP, como resultado de la gestión de un grupo importante de colombianos comprometidos con la paz. Se respira cierta incertidumbre frente al papel de la nueva administración de los EUA, así como sobre la continuidad de Uribe y de sus políticas de “seguridad”, factores de los que dependerá el futuro del país en paz o en guerra en el corto y mediano plazo.

Más allá de la propaganda oficial se conoce realmente poco sobre el estado actual de la guerra. Partiendo del análisis de los partes de guerra guerrilleros, de las noticias de la prensa regional y de la consulta a campesinos de regiones del país con una histórica presencia guerrillera y de fuerte presión militar durante el último año, nos permitimos elaborar el presente breve documento sobre el curso de la guerra en Colombia.

El efecto mediático de los golpes que le fueron asestados a las FARC por parte del ejército colombiano durante el último año, las versiones militares como única fuente en las regiones y la fuerte campaña de propaganda desarrollada por el estado colombiano sobre los resultados y el curso de la guerra no permiten tener desde fuera de la guerra una visión objetiva sobre su estado actual.

La ejecución del Plan Colombia, la aportación táctica de nuevas maquinarias bélicas (sobre todo de aviación), así como el uso extensivo de nuevas tecnologías de inteligencia y la asesoría del ejército y de los organismos de inteligencia de los Estados Unidos y de otros países, como Israel, han determinado las coyunturas, así como la actual correlación de fuerzas en el marco del conflicto armado.

El Plan Patriota, con toda su magnitud, que buscaba debilitar ostensiblemente la retaguardia estratégica de la FARC en el sur oriente del país, no logró el objetivo estratégico de las operaciones militares: acabar con la guerrilla.

La nueva disposición del ejército regular, los nuevos protocolos de movimientos de las tropas en el terreno y las innovaciones en el empleo la fuerza bélica para el combate fueron respondidos con nuevas disposiciones y formas de resistir y hacer la guerra por parte de las fuerzas guerrilleras.

Los bombardeos masivos plantearon a la guerrilla la necesidad de evitar la concentración de la fuerza, estos bombardeos sin suficiente información de inteligencia solo sirvieron durante largo rato como elemento propagandístico. Con el tiempo, la infiltración y las tecnologías de comunicación, información e inteligencia lograron optimizar el uso de los bombardeos y el desembarco posterior de comandos especiales con logros importantes para el ejército como las bajas de Raúl Reyes, Felipe Rincón, Acacio y Martín Caballero.

En el terreno las tropas oficiales abandonaron las trochas y los caminos reales para internarse en la montaña y moverse de noche en busca de los campamentos guerrilleros, apoyándose en la información de pequeños aviones no tripulados de inteligencia y de artefactos sensores y de interceptación de comunicaciones ubicados en caminos y puestos en medio de la selva con paracaídas. Los guerrilleros evitaron los combates cuerpo a cuerpo en condiciones desfavorables y optaron por el uso de campos minados, aprovechando la ventaja comparativa que les da el conocimiento detallado de la geografía.

Lo que algunos analistas de la guerra, de noticiero y escritorio, denominaron el repliegue táctico de las FARC, concuerda más bien con una fase de la guerra donde los insurgentes estudian el poderío de la aviación militar, reconocen las nuevas maneras de hacer la inteligencia y asimilan la nueva forma de moverse en el territorio por parte de miles de efectivos militares.

El bloque oriental de las FARC habla de 1200 bajas causadas, entre muertos y heridos, al enemigo durante el 2008. Una cifra que indica la crudeza de la confrontación y la capacidad de la guerrilla para adaptarse y responder a las nuevas circunstancias.

En algunas regiones del país la gran cantidad de bajas en campos minados y el impacto de enfermedades tropicales como la leishmaniasis, el dengue y el paludismo han hecho suspender acciones militares dentro de la selva. En otras, las operaciones del ejército ni siquiera han logrado acercarse a los núcleo duros de las retaguardias de los bloques guerrilleros, manteniendo sus operaciones de “acción integral” sobre la población civil y sus organizaciones, en núcleos urbanos y aldeas campesinas, reflejadas en el aumento de las ejecuciones extrajudiciales y otras violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército. En las regiones el ejército mantiene a sus efectivos durante largos periodos sin cambiarlos de zonas y recurre a soldados campesinos reclutados a la fuerza en los cascos urbanos.

La política de estímulo a las deserciones mediante el ofrecimiento de grandes cantidades de dinero y otros beneficios, así como la presión sobre las familias de los guerrilleros, en algunos casos, aumentó la frecuencia de la deserción y logró mediante esta vía, la liberación de prisioneros de guerra y secuestrados. Lo que sin duda afectó el pulso alrededor del acuerdo humanitario o canje de prisioneros de guerra.

En el plano internacional, el manejo de la propaganda y de la información en casos puntuales como el de Ingrid Betancourt, logró generar un corriente de opinión contraria a la guerrilla. Las listas de organizaciones terroristas terminaron de configurar un escenario donde es notoria la disminución de los espacios de interlocución con las FARC.

Los anteriores elementos sirven para concluir que la guerrilla afrontó duros golpes militares durante el último año como nunca antes, evidenciando vulnerabilidad militar. No obstante los rebeldes lograron resistir a los planes de guerra que pretendían su liquidación. Las innovaciones tácticas implementadas por el ejército en el marco del Plan Colombia motivaron una nueva manera de operar por parte de la guerrilla. El ejército basa su accionar en el “bombardeo inteligente” y el uso de comandos especiales. La guerrilla recurre al uso de campos minados para neutralizar la nueva forma de moverse del ejército en el terreno y al ejercicio de una movilidad cada vez mayor. A su vez el ejército recurre a acciones contrainsurgentes de “acción integral” contra el campesinado organizado en las zonas consideradas como “santuarios guerrilleros”.

Estas novedades indican que la pretendida solución militar a la guerra que pregonan los voceros gubernamentales no es real y que los esfuerzos en esta dirección solo aumentarán el sufrimiento, principalmente, de los pobladores civiles en las regiones donde se desarrolla el conflicto armado. La solución política y los acuerdos siguen constituyendo, hasta el momento, la única metodología potencialmente viable para terminar con la guerra y empezar a solucionar los problemas colombianos.