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Columna de opinión
Los pecados del General Martínez
William Ricardo Garavito / Miércoles 24 de febrero de 2016
 
Foto: El Espectador

En los últimos días el país se ha visto estremecido por una seguidilla de escándalos que involucran a la Policía Nacional y dejan entrever, por un lado, las pujas internas que existen entre quienes quieren estar en las altas esferas de esta institución, y por otro, el proceso de descomposición por el que atraviesa ésta como consecuencia de diferentes actividades ilegales: el soborno, el tráfico de influencias, el acoso laboral y sexual, nexos con el narcotráfico y la delincuencia común; actividades que se suman a una lista interminable de perversas acciones cometidas por parte de los uniformados y sus superiores.

Son muchos los nombres que salen de esta historia, que ya parece bíblica a pesar de que en realidad no lo sea, debido a que varios uniformados parecen seres intocables por la ley. Uno de ellos es el Brigadier General Luis Eduardo Martínez quien se desempeñaba como director de la Policía de Carabineros.

Pero algunos se preguntarán ¿Quién es el General Martínez? Pues bien, es un policía que llevaba más de 30 años en el servicio activo, que pasó por diferentes cargos de gran importancia dentro de la institución: Comandante de la Policía en Antioquia, Comandante de Policía en el Valle de Aburrá, Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, estuvo en la DIJIN y en la Dirección Financiera de la Policía Nacional, y en los últimos meses encabezó la operación “Agamenón”.

En el año 2012 salieron a la luz pública una serie de declaraciones de diferentes jefes paramilitares (Salvatore Mancuso, Jorge 40 y Macaco,) detenidos en Estados Unidos, donde involucran al general Martínez relacionándolo con la “Oficina de Envigado” y otros grupos ilegales. El 10 de julio de ese año la División Andina de Estados Unidos envío al director regional de la DEA en Colombia un informe en el cual señalaba las presuntas relaciones de Carlos Mario Jiménez alias “Macaco” con la “Oficina de Envigado” y con oficiales activos de la fuerza pública entre los años 1998 y 2006.

Dentro de las declaraciones dadas por alias “Macaco” el paramilitar afirmó que el uniformado tuvo nexos con el extinto narcotraficante Francisco Cifuentes Villa (que fue asesinado en el año 2007); “Jiménez Naranjo declaró que a él le dijo Francisco Cifuentes Villa, alias Pacho Cifuentes, que éste había sobornado al coronel Luis Eduardo Martínez cuando fue comandante de la Policía en Medellín”.

Para ese entonces el diario El Espectador publicó lo siguiente: “En agosto de 2011 cayó detenida Dolly Cifuentes Villa, señalada como el principal enlace en Colombia del “Chapo”. Desde entonces ha empezado a conocerse cómo esta organización habría infiltrado al Estado. El general Martínez le reconoció al diario El Tiempo, el domingo pasado, que durante su paso por la Policía en Antioquia voló varias veces en helicópteros y aviones de las firmas del narco Francisco Cifuentes Villa.” [1]

Otro de los señalamientos en su contra se dio ese mismo año, pero en esta ocasión quien lo acusaba era el exjefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe, Mauricio Santoyo, ante la Corte Distrital de Nueva York, Santoyo afirmó tener pruebas de las relaciones entre el general Martínez y “grupos al margen de la ley y narcotraficantes”, principalmente con el Cartel de Medellín y con el jefe paramilitar Diego Fernando Murillo alias “Don Berna”.

En 2012 el General Martinez se puso al frente de la Metropolitana de Bogotá (MEBOG), y volvió a ser noticia por una serie de declaraciones y hechos que hasta el día de hoy siguen sin esclarecerse. El primero de los hechos fue el ataque brutal contra la reportera gráfica del diario El Tiempo, Ana Maria Garcia, quien fue agredida por parte de un agente de policía cuando registraba un accidente en Transmilenio. Otro hecho que conmovió a la capital colombiana fue la muerte de seis personas en un bar de la ciudad como consecuencia del mal accionar de la Fuerza Pública, en esta ocasión el general Martínez retiró del servicio a dos agentes que se vieron directamente involucrados en los hechos, pero hasta el día de hoy tampoco han sido castigados los responsables.

El año pasado el General Martinez de nuevo fue puesto ante la picota pública cuando su nombre fue retirado de la lista de 39 uniformados postulados a ascenso. El retiro se produjo por solicitud del Senado de la República argumentando que su ascenso debía ser aplazado. Algo que llamó la atención fue la vehemencia con que el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, intercedió por el uniformado para que su ascenso fuera estudiado junto a los otros 38 casos. Pero más raro aún fue que días después, justo cuando el Senado aceptó la solicitud del jefe de la cartera de defensa, este mismo solicitó por medio de una carta, fechada el 3 de diciembre, retirar el nombre del general Mártinez de la lista hasta que no se aclarara su situación jurídica. Cabe señalar que en el mes de noviembre del mismo año la Fiscalía General de la Nación abrió investigación en su contra por supuestos nexos con grupos ilegales.

El pasado 15 de febrero se empinó aun más el camino del General Martinez, pues fue emitido el Decreto 252 del Ministerio de Defensa donde se le llama a calificar servicios.

Con el retiro del General quedan en el aire varias preguntas: ¿Por qué el Ministro de Defensa se echó para atrás con el ascenso del uniformado? ¿Se investigará realmente a Martínez por sus nexos con narcotraficantes? ¿Quién responderá por los hechos que se presentaron dentro de las seccionales de policía bajo su dirección y donde se vieron involucrados varios uniformados? ¿Por qué se le pide su retiro justo cuando estallan escándalos como el de “la comunidad del anillo” y la posterior renuncia del General Rodolfo Palomino a la Dirección Nacional de la Policía?

Se espera que en este caso se llegue al fondo del asunto y sea develada la verdad y pague quien tenga que pagar; que el General Luis Eduardo Martínez no salga en acto teatral junto a su familia, como en su momento lo hicieron el general Palomino y el general Alzate, para renunciar a su cargo “voluntariamente” y dejar que el silencio mediático siga siendo artífice de impunidad en Colombia.

[1(El Espectador) Macaco salpica al general Martínez 10.07.2012