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Unidad de Restitución vulnera derechos de sus trabajadores
A la batalla que debe enfrentar contra el cáncer, Carolina Chica debe hacerlo también contra su empleador
Oscar Mesa Martínez / Miércoles 23 de marzo de 2016
 

Carolina Chica Carvajal es una joven investigadora, historiadora y estudiante de maestría en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Eafit. Desde 2013 hasta 2015 trabajó como contratista para la Unidad de Restitución de Tierras, en el municipio de Caucasia, Bajo Cauca Antioqueño, realizando labores como analista de contexto, es decir documentado los casos de abandono y despojo de tierras en esa zona del país.

En septiembre de 2014 a Carito, como le decimos entre sus amigos, le diagnosticaron un cáncer de seno y debió alejarse de su lugar trabajo por solicitud médica. Sometida al fuerte tratamiento –quimioterapias, procedimientos quirúrgicos, etc-, no podía viajar constantemente entre Caucasia y Medellín, por lo que su médico le recomendó radicarse en Medellín, o en Marinilla, donde residía su familia.

Enferma y sin poder estar en Caucasia, Carolina Chica acordó con sus jefes (o supervisores de contrato) cumplir desde Medellín con algunas de las responsabilidades contractuales. Así lo confirma Catalina Díaz Vargas, ex directora territorial para Antioquia de la URT hasta noviembre del 2014: “Como Directora de esa institución informé al nivel nacional para que se protegiera la estabilidad laboral reforzada de Ana Caro Chica Carvajal, en el sentido que la Corte Constitucional lo ha indicado y, desde luego, por asunto de solidaridad con una excelente investigadora”.

Sin embargo, tras la salida de Catalina Díaz y la llegada de la nueva Directora territorial para Antioquia, Paola Cadavid [1], su proceso se vio entorpecido. Así lo señala Carolina Chica en reciente entrevista realizada por el canal local Telemedellín y transmitida el pasado 21 de marzo de 2016: “ya no había tolerancia de parte de la institución conmigo, y en alguna reunión que tuve con la doctora Paola, ella lo que me terminó diciendo era que -la institución no había recibido ninguna reciprocidad de mi parte-, como si yo les debiera un favor”.

El favor que exigía la nueva directora, se debería a que “la entidad disminuyó la carga laboral de la contratista”; sin embargo pese a esto “la entidad habría recibido un producto que no cumpliría con requerimientos del proceso”, razón por la cual la URT dió por terminado el contrato sin cancelar los honorarios pendientes a la contratista.

Este es el embrollo del asunto. Carolina no sólo no recibió los honorarios pendientes sino que fue despedida y su contrato terminado sin justa causa, aún más desconociendo sus derechos.

La URT reclama que los productos entregados no cumplen los requerimientos. Conociendo el trabajo de Carolina, creo que sí. Y lo creo porque, además de ser una excelente profesional, con ella caminamos por trochas el Bajo Cauca, realizamos jornadas comunitarias con víctimas, sorteamos situaciones de seguridad, sistematizamos información y leí sus excelentes documentos de análisis de contexto sobre situaciones de abandono y despojo de tierras en esa zona del país, entre los que se encuentra el producto de la disputa.

Sirviendo como abogado del diablo, puedo afirmar que, por razones de la enfermedad, y aunque para Carolina Chica (y para mí) “el producto entregado cumpla con los estándares de calidad”, esto no sea “percibido” así por la entidad. Sin embargo lo que llama la atención del asunto es que esa entidad, aun conociendo la grave situación de salud de Carolina Chica, desconozca las particularidades de construir un documento de contexto (no sólo lejos del territorio, sino además de las situaciones cambiantes del caso en la documentación de los procesos de restitución), exija los más altos estándares de calidad a una persona que se encontraba para ese momento gravemente enferma de cáncer en un difícil proceso de recuperación, y que hoy esa entidad, a través de su directora territorial, se embarque en una pelea mediática y jurídica que bien habría podido resolverse con un amistoso acuerdo.

En mi opinión, ésta no es sólo una simple “falta de tolerancia”, como la llamaba Carolina, sino además una falta de humanidad, y lo más grave una falta de garantía de derechos laborales para las personas que sufren este tipo de enfermedades, que no sólo son costosas, sino que además exigen tratamientos tan exageradamente fuertes, a veces invasivos, a veces dañinos y que afectan no sólo la salud física, sino además lo emocional y lo sicológico.

Lo que llama la atención en últimas es la falta de consideración hacia una persona y profesional que entregó tanto por esa entidad y que hoy se encuentra sometida ante un proceso judicial para reclamar sus derechos. Como señala Catalina Díaz: “Paola Cadavid (la nueva directora) sabía de la delicada situación de ella, sin embargo no tuvo consideración de su compañera, que lamentable. ¿Cómo será la protección de las víctimas, si ni siquiera cuidan de los suyos?”. Esta situación, sin lugar a dudas, constituye una grave vulneración, por parte de la URT, a los derechos fundamentales del trabajo e incluso de solidaridad hacia Carolina Chica. Lo que sigue son las instancias judiciales.

Por último es claro el cuestionamiento sobre las garantías para las víctimas que se enfrentan ante una institución “que ni siquiera cuida de los suyos”, que vulnera constantemente los derechos de sus trabajadores, entre otros, a través de sobre explotación laboral con contratos que niegan la posibilidad de exigir derechos y que ocultan relación laboral y en condiciones de precariedad. “Lo ocurrido con Carito es síntoma que nos dice que si no están protegiendo los derechos de sus compañeros, menos se hará con los reclamantes”. Tal vez este caso sirva para que quienes trabajan en la URT y otras entidades del gobierno sean rodeados de todas las garantía, y que en el caso de nuestra amiga Carolina Chica, ya han sido señaladas ampliamente por la Corte Constitucional en el tema de la estabilidad laboral reforzada y que debe aplicarse en estos casos.

[1La llegada de la nueva directora territorial se habría debido a presiones de algunos sectores de la “Unidad Nacional” interesados en mayor control de esta territorial.