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Columna de opinión
Dos países y un Obama
Yadira Ansoar / Lunes 28 de marzo de 2016
 

20 de marzo de 2016. Bajo una suave lluvia que quería despertar al pueblo cubano, La Habana recibió a un presidente estadounidense después de 88 años.

Desde Argentina le sigo los pasos. Veo sus sonrisas, su apretón de mano con Raúl Castro y el “Qué bolá” en un español con acento inglés. Más que eso, veo la alegría de los cubanos y la espera más esperanzada de los últimos años de inercia total.

Estando lejos, transciendo de escuchar “Este país ya no tiene solución” a “ahora sí, porque ya se están estableciendo las relaciones con los americanos”. Comienza el cambio de querer vivir un sueño americano a 90 millas, con las esperanzas de vivirlo ahora en la propia isla. Me pregunto si realmente quieren mejorar las relaciones con Cuba, el primer paso sería quitar el bloqueo, la política de pies secos-pies mojados y entregar la base naval de Guantánamo, pero, nada de esto ocurre. Aún así el pueblo cubano confía, ve que algunos cambios con la entrada de los imperialistas al país son para bien. Dicen que lo que se necesita es un cambio que viene acompañado con la abertura de las puertas a los yanquis. A esos mismos que nos bloquean hace 57 años y que son 50% responsables de los miles de cubanos muertos en esas 90 millas que nos separan geográficamente.

Cuando miramos a Latinoamérica y vemos los cambios de políticas hacia la derecha, sabemos que nada bueno se avecina, porque esto viene acompañado de la mano de los norteamericanos vigilando los pasos para que triunfe el capitalismo cruel y feroz. Que esto pase en Cuba podría significar el fin de las políticas sociales y la llegada de los adinerados cubanoamericanos con el fin de explotar al pueblo cubano. Sabemos que el arribo de estas bandas de turistas, se nos va a ir de las manos. Junto a ellos vendrán las drogas, inseguridad, prostitución y todo lo que en bajas dosis ya existía, pero que ahora se va a multiplicar.

La falta en Cuba de jóvenes con conciencia política, con visión mundial y fuerza para luchar por un país socialista y económicamente mejor; la falta de visión de una población envejecida sin internet y con información restringida por el Estado, me da miedo.

23 de marzo del 2016. Aún sin entender lo que está pasando en mi país, ni lo que se avecina. Obama sale de Cuba y vuela hacia Argentina. Mientras en Cuba aún se grita “Obama, Obama” queremos un cambio, en Argentina muchos están en contra de la palabra cambio que acompaña la figura de Macri en muchas pancartas del país.

24 de marzo del 2016. Camino por las calles en una marcha por los 30000 desaparecidos y los 40 años de dictadura militar, viendo como los números aquí tienen rostro y nombre. Marchando con los personajes de todas las películas argentinas que vi en mi vida. Acompañando a la señora que pasó siete años en la cárcel, a la sobrina del tipo que se tomó una tableta de cianuro como era orden cuando te atrapaban para que no hablaras ni sufrieras las torturas. A las madres en busca de sus hijos desaparecidos, a las viudas por la injusticia.

A las consignas de esta marcha se les une el “Abajo Obama” “No al imperialismo”. Y puedo entender cómo esta gente que aún tiene la sangre hirviendo de dolor reciente, repudia todo lo que le huele o le sabe a todas esas manos yanquis que apoyaron una dictadura que les hizo llorar sangre. Esta gente tiene memoria, a esta gente le duele el pelo cuando se habla del tema, a esta gente le arden los ojos al ver que el representante actual de ese imperio que apoyó la dictadura está hoy en su tierra para negociar con su nuevo presidente derechista. A esta gente no le importa si Obama es negro, demócrata, o es lo mejor que ha tenido Estados Unidos en los últimos años, para ellos todo es igual, representa la mano que apoyó la dictadura que más los hizo y los hace sufrir.

Y yo como cubana, intento entender cómo hace cinco días estaba mi pueblo aplaudiendo la entrada de Obama al país. Y ahora estoy en Argentina marchando por los 30000 desaparecidos y por el “No Obama” que para ellos significa “No más dictaduras”.

¿Será que los 57 años de revolución nos hicieron olvidar las torturas y muertos que dejó Batista apoyado con la plata de los yanquis? ¿Será que nos olvidamos de la historia, que ya parece lejana, porque hasta mi madre nació con la revolución? Y esta gente, estos argentinos, aún lo sienten, este pueblo no olvida.

Es como un relámpago de sensaciones, ideas, lugares juntos en un tiempo de espacios diferentes. Sentirme cubana y querer una Cuba socialista mejor, pero no al precio de que se convierta en las Vegas. De sentirme latinoamericana y luchar por los derechos sociales, por la igualdad, por caminar por sus países sin fronteras, sin analfabetos, sin niños en la calle, sin hambre, sin sed, sin miedos, sin dictaduras y sin Obamas imperialistas.