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El desafío de la paz es la implementación del posacuerdo
“Una cosa es firmar acuerdos y otra, construir paz. Esta última es tarea de todos los colombianos y por eso estamos en este proceso del fin del conflicto armado”.
Agencia de noticias UN / Sábado 2 de abril de 2016
 
Alejo Vargas Velásquez, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento a los Diálogos de Paz, de la Universidad Nacional

Según el profesor Alejo Vargas Velásquez, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento a los Diálogos de Paz, de la Universidad Nacional, en la larga historia del país, si bien “hemos sido buenos para firmar papeles y acuerdos, no lo hemos sido para cumplirlos”. De ahí que, en su opinión, la firma del posacuerdo con la guerrilla “es empezar el desafío de la implementación” del mismo.

En este sentido, el docente de la U.N. menciona que la compatibilidad de tiempos y la dinámica de las mesas de conversación deben entenderse con lógicas similares, para que se lleve a buen término cada punto de los acuerdos.

Estas reflexiones fueron compartidas en el Centro Cultural Guillermo Barney Materón de Palmira, Valle del Cauca, en la Cumbre Nacional por la Paz, desarrollada por la U.N. Sede Palmira, las universidades del Valle y Libre, y otras instituciones educativas.

Asimismo, el profesor Vargas destacó que la implementación jurídica, es decir, todo lo que tiene que ver con las partes legales y punitivas del acuerdo, requiere más detalle para que se conozca “qué conductas del grupo insurgente serán subsumidas como delito de rebelión”.

De esta forma, señala que, cuando se empiecen a dar los escenarios de contribución a la verdad, deberá haber compatibilidad entre los crímenes y delitos que confiesen los milicianos, y la imposición o reducción de penas, según se convenga entre las partes. Todo ello representa uno de los puntos más álgidos para el posacuerdo.

A su vez, para que haya garantías de un posacuerdo bien hecho, dentro de los términos reales por sus alcances y limitaciones, se debe abordar la seguridad entendida desde diversos frentes. El primero de ellos es que se manifieste la presencia estatal efectiva con médicos, maestros y jueces en las zonas donde actualmente no los hay.

Adicionalmente, para facilitar el punto anterior, aclara que tiene que haber “seguridad para los miembros de las FARC, que no se repita el genocidio de la Unión Patriótica, y garantías para los líderes sociales de los territorios”, entre otra serie actores. Esto, debido a que “si no está diseñada la forma de garantizar seguridad, se abrirán paso otro tipo de grupos armados”.

Por todo esto, una de las propuestas que ha contemplado el Gobierno, en diversas ocasiones, tiene que ver con la generación de una cuarta fuerza (distinta de la marina, de policía y militar), que funciona en otros países del mundo para el control territorial, como los gendarmes en Francia o la Guardia Nacional o Civil en Estados Unidos y Venezuela.

Otro punto clave que debe mostrar al país la necesidad imperiosa de hacer un acuerdo efectivo, consiste en la financiación, ya que según expertos en economía, se requieren al menos dos billones de pesos para atender solo el tema agrario y todo lo que implica su actualización y desarrollo en 10 años.

Cuando se tengan los recursos necesarios para poner en marcha el plan de reestructuración, de acuerdo con lo pactado, cuestiona Vargas, “¿quién o quiénes se encargarán de comenzar la sustitución de cultivos, por ejemplo? Eso no está claro ni definido, entonces, se requiere saber quiénes serán los ejecutores directos del desarrollo integral del agro en los acuerdos”.

El académico añadió que los mecanismos de seguimiento y verificación del tratado deben ampliarse más allá de lo que se ha hablado hasta el momento, que es a nivel militar. Es decir, solo habría auditorías para el proceso en aspectos que permitan saber si hay dejación de armas y concentración de miembros insurgentes, entre otros temas, pero no en lo que tiene que ver con el cumplimento de ambas partes en el desarrollo de cada punto del acuerdo.

Finalmente, otro aspecto relevante para todo el proceso es la ciudadanía. “¿Cómo lograr que el mundo urbano no vea el conflicto armado como algo distante?”, se pregunta el doctor Vargas Velásquez, quien agrega que la academia tiene, en ese sentido, una misión vital para acercar las realidades y trabajar por ellas. A manera de ejemplo subraya que, por eso, desde la Universidad Nacional, “tenemos físicos nucleares trabajando en cómo, con el uso de la tecnología, podemos desactivar minas antipersona”.