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El asesinato de una niña que sigue en la impunidad
Barricada II: Sandra Rondón Pinto
David Rabelo Crespo / Domingo 1ro de mayo de 2016
 

Sandra Rondón Pinto era un ser angelical, con muchas ilusiones para su vida, por eso se preparaba académicamente en el colegio Diego Hernández de Gallegos y espiritualmente en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Barrancabermeja. Precisamente ese domingo 4 de mayo de 1987 salió muy temprano para la iglesia ubicada frente a la alcaldía. Allí participó en la eucaristía, luego se dirigió a su casa ubicada a tres cuadras de la iglesia en el barrio la Campana. Cuando iba llegando a su hogar, varios individuos interceptaron a este ser indefenso y sin cruzar palabra, con alevosía y cobardía, se ensañaron contra ella, disparándole a la cabeza la asesinaron.

Este crimen irremisible sacudió las fibras de la dignidad humana de los pobladores de Barrancabermeja. Testigos de lo sucedido, que no se atrevieron a declarar ante las autoridades por temor, afirmaron que los autores de este hecho violento eran miembros de la Fuerza Pública quienes para no dejar cabos sueltos en el atentado a César Martínez Blanco, acallaron la vida de esta niña porque supuestamente había visto a los criminales que atentaron contra César.

La noticia se regó como pólvora, inmediatamente diversos sectores sociales, económicos, religiosos y políticos se pronunciaron condenando este hecho deleznable, se convocó al Frente Común por la Vida y se aprobó un paro cívico por el derecho a la vida. El Frente Común por la vida era la unión de voluntades de la sociedad civil de Barrancabermeja, integrado por las siguientes personas: sacerdote Nel Beltrán, quien hoy funge como obispo de Sincelejo; Ismael Jaimes Cortez, concejal de la Unión Patriótica en ese momento; Ubencel Duque, actualmente director del Programa de Desarrollo y Paz; Eva Marín, Jael Quiroga, Jorge Gómez, entre otros.

Los gremios económicos, comerciantes, ganaderos, religiosos, políticos, sindicales, comunales; en fin los pobladores de Barrancabermeja se vincularon activamente a la jornada de protesta. Como todos los paros cívicos realizados en Barrancabermeja por el derecho a la vida, éste contó con una organización impecable. Durante la jornada se realizó una multitudinaria manifestación por las calles del puerto petrolero que culminó con una amplia concentración en el parque Camilo Torres y el principal orador fue el sacerdote Nel H Beltrán, quien ofreció una plegaria por la vida.

Barrancabermeja adolorida por tantos hechos de sangre, clamaba justicia y el cese de la impunidad galopante que se enseñoreaba con la complicidad estatal. Posteriormente el Gobierno Nacional nombró una comisión antisicarial para que examinara tantos casos ocurridos en la ciudad, inclusive este comité antisicarial se reunió en varias ocasiones con los dirigentes del puerto petrolero, pero los hechos de sangre se siguieron acrecentando sin ningún resultado en las investigaciones, se vivía la impunidad total.

La jornada cívica por el derecho a la vida dejó varias enseñanzas a los habitantes de la bella tierra hija del sol: primero se entendió que pertenecemos a un Estado indolente y cómplice con los actos violentos; segundo que ante el abandono gubernamental el único camino es el de la unidad de la comunidad para utilizar el instrumento legal de la movilización social como mecanismo para dar a conocer la impunidad que cada día aumenta alarmantemente.

En este momento Colombia anhela la paz en la perspectiva de la reconciliación nacional sobre la base de la resolución pacífica del conflicto armado, ya que los diálogos de La Habana avanzan de manera inexorable entre el Gobierno Nacional y la insurgencia de las Farc; también es saludable el ambiente de diálogo que se vive con la insurgencia del ELN. La mayoría de la población del país tiene la esperanza de que entre todos construiremos la paz con justicia social que necesita Colombia.

En estos momentos es pertinente recordar las palabras de Napoleón Bonaparte quien dijo: “Ay de aquel pueblo que olvida su historia porque está condenado a repetirla”. Precisamente, los enemigos agazapados de la paz están al acecho, el exterminio a sangre y fuego al que sometieron a la Unión Patriótica no se puede repetir, es importante realizar una depuración de la Fuerza Pública como garantía para la paz y que hechos como el asesinato de la niña Sandra Rondón Pinto no se vuelvan a repetir.

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