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Análisis
Gobierno interino de Brasil: vuelta al pasado en siete días
Temer anuncia agenda rechazada en las urnas, abre el camino para privatizaciones y corte en programas sociales
Pedro Rafael Vilela / Viernes 20 de mayo de 2016
 
Michel Temer, presidente interino de Brasil.

Con apenas una semana de existencia, la gestión del presidente interino Michel Temer (PMDB) ya colecciona criticas y gran insatisfacción popular. Y no apenas de sectores simpáticos al PT y al gobierno de Dilma, sino también de los propios segmentos que apoyaron el proceso de impeachment.

Las líneas del gobierno interino se fueron diseñando durante las primeras horas de Temer como jefe del Poder Ejecutivo Federal y, día tras día, cada nueva medida o anuncio generó aun más inestabilidad para su gobierno –considerado por amplios sectores como ilegitimo– que corre a contratiempo para mostrar su servicio antes del enjuiciamiento final, por el Senado, del apartamiento definitivo o no de la presidenta Dilma Rousseff, que puede retomar el mandato. Todo eso en medio de una serie de manifestaciones populares que continúan tomando las calles de diversas ciudades en Brasil pidiendo el “Fuera, Temer”.

Brasil de Fato repasa las principales polémicas y decisiones del gobierno interino, implementadas hasta ahora.

Diversidad

Al anunciar una composición ministerial formada sólo por hombres, todos blancos y ricos, el presidente interino consiguió desagradar a tirios y troyanos, siendo contradicho hasta por sus aliados. La ausencia de mujeres, algo que no ocurría desde la presidencia del general Ernesto Geisel, durante la Dictadura Militar, además de la falta de personas negras en el primer escalón, fue objeto de críticas en diversos medios de comunicación extranjeros y dominó los asuntos en las redes sociales.

Mujeres y población negra son mayoría en Brasil. Uno de los principales diarios de Inglaterra, The Guardian, por ejemplo, describió el gabinete de Temer como “mucha testosterona y poca melanina”. Según el diario, la composición del nuevo gobierno muestra que la “vieja elite de Brasil está nuevamente en el comando”.

La repercusión fue tan negativa que Temer pasó a exigir indicación de mujeres para otros puestos claves del gobierno. En un episodio emblemático, nada menos que cinco mujeres, entre ellas la cantante Daniela Mercury y la periodista Marília Gabriela, rechazaron la oferta del cargo de secretaria nacional de Cultura, ofrecida por el presidente interino, en una demostración de insatisfacción con los rumbos de su gobierno.

Reducción de carpetas

La reducción del número de ministerios, medida normalmente defendida por el mercado financiero, acabó siendo un tiro por la culata, repercutiendo de forma negativa entre algunos grupos y categorías. Es el caso del Ministerio de Cultura, incorporado al Ministerio de Educación –una repetición de lo que hizo el ex presidente Fernando Collor en 1990–, que fue duramente criticado por artistas consagrados como Caetano Veloso y Wagner Moura.

El combate a la corrupción también fue dejado en segundo plano con la decisión de extinguir la Contraloría General de la Unión (CGU) de la estructura de la Presidencia de la República e incorporarla al recién creado Ministerio de la Transparencia, Fiscalización y Control. De acuerdo con especialistas, la CGU perdió estatus de superministerio ligado a la Presidencia y, con eso, el Estado disminuyó la capacidad para realizar auditoría en los demás órganos de la administración federal y fiscalizar el uso de recursos públicos repasadas a empresas y otros entes federativos.

Ministros bajo sospecha

Michel Temer tampoco titubeó al nombrar para su gabinete nombres envueltos en escándalos de corrupción. Dos de ellos están directamente investigados por la Operación Lava Jato, que avanza sobre supuestos casos de corrupción en la empresa estatal Petrobras: Romero Jucá (Planeamiento) y Henrique Alves (Turismo). Otros titulares de la casa de gobierno fueron citados en el esquema de corrupción en Petrobras, como Geddel Vieira Lima (Casa Civil), Bruno Araújo (Ciudades), Mendonça Filho (Educación y Cultura), Raul Jungmann (Defensa) y Ricardo Barros (Salud). Los cuatros últimos aparecen en la “lista Odebrecht”, aprehendida en la 24ª fase de la Operación Lava Jato, y que reúne a más de 200 políticos que habrían recibido donaciones, que podrían ser “caja dos”, de la mayor empresa constructora del país.

Privatizaciones en Salud y Educación

Los nuevos titulares de la carpeta de Salud y Educación y Cultura dieron declaraciones polémicas en esta semana. Ricardo Barros (PR), ministro de Salud, afirmó en entrevista que el gobierno no puede sustentar más derechos básicos de los ciudadanos, como el acceso universal a la salud. Él alegó que faltan recursos y que el gobierno federal no tendría condiciones financieras para dar ese tipo de garantía a los brasileños. Él aun defendió que la población migre para planes privados de salud, en detrimento del Sistema Único de Salud (SUS), que es público. Barros tuvo su campaña electoral financiada por una aseguradora privada.

En el Ministerio de Educación y Cultura, Mendonça Filho (DEM), dijo que va a apoyar el cobro de mensualidades en las universidades federales para programas de especialización y posgrado. El ministerio pertenece al partido que fue contra la política de cuotas raciales y sociales en las universidades, y llegó a entrar en el Supremo Tribunal Federal para cortar el Programa Universidad para Todos (ProUni), creado durante el gobierno de Lula y que dio más de un millón de becas para estudiantes pobres en facultades privadas.

Repercusión internacional

Temer también enfrentó, en esta primera semana, la reacción internacional frente al desplazamiento temporario de Dilma Rousseff del cargo. Ecuador, Cuba, Nicaragua, Chile, Bolivia, Uruguay, El Salvador y Venezuela hicieron las declaraciones más duras contra el gobierno interino. Hasta el mismo silencio de los Estados Unidos incomodó a Temer, que esperaba una llamada de Barack Obama reconociendo al nuevo gobierno.

Solamente Argentina manifestó respeto al presidente en ejercicio, pero resaltó, en una nota, preocupación con los cuestionamientos sobre la legitimidad del proceso contra Dilma. Además de estos gobiernos, la Unión de las Naciones Suramericanas (Unasur) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) también manifestaron preocupación.

En Europa, los partidos de los primeros ministros de Italia, Matteo Renzim; y de Alemania, Angela Merkel; además del partido del presidente de Francia, François Hollande, consideraron un abuso el procedimiento adoptado para apartar a Dilma.

Traducción: María Julia Giménez

Brasil de Fato