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Columna de opinión
¿Y ahora, quién podrá defendernos?
Andrés Camacho / Jueves 16 de junio de 2016
 

Las dos últimas semanas de mayo estuvieron marcadas por la movilización y por el descaro de las bancadas aliadas a Peñalosa: Centro Democrático, concejales del Partido Verde, Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Liberal quienes aprobaron de manera complaciente el Plan de Desarrollo Distrital propuesto por el Alcalde de Bogotá. Dicha aprobación fue casi un trámite administrativo y no el debate político sobre el futuro de la ciudad, excepto por las constancias y debates del MIRA, Hollman Morris y los concejales del Polo, salvo Venus Albeiro Silva, por supuesto, quien jugó un conveniente papel para la administración de la Ciudad. Según confirmó el propio alcalde “Venus Albeiro Silva ha impulsado un festival cultural hace muchos años y nosotros lo revisamos a fondo -mucho antes de que se hablara de este plan- y habíamos dicho que íbamos a continuar aportando fondos para este festival cultural en varios sectores, es una ONG muy supervisada pero muy importante para la cultura”. Así, entre marrullas, traiciones y mayorías fue aprobado el PDD “Bogotá mejor para todos” y quedó delineada la política de Peñalosa para los próximos cuatro años.

El PDD aprobado está compuesto por dos bloques básicos. En su parte estratégica el PDD de Peñalosa tiene tres pilares: 1. Igualdad en calidad de vida, 2. Democracia urbana, 3. Construcción de comunidad; y cuatro ejes transversales: 1. Nuevo ordenamiento territorial, 2. Desarrollo económico basado en el conocimiento, 3. Sostenibilidad ambiental basada en eficiencia energética 4. Gobierno legítimo, fortalecimiento local y eficiencia. Por otra parte, encontramos el plan plurianual de inversiones donde se establece la estrategia financiera y la estrategia política de endeudamiento del Distrito, y en la cual se introdujo la solicitud para enajenar total o parcialmente la participación accionaria de la Ciudad en la ETB, propuesta que fue aprobada por el cabildo distrital y extendida a otras entidades distritales que también son accionistas de la ETB.

En términos generales el PDD de Peñalosa es un plan antropocéntrico. Esto se hace explícito desde la introducción, “La ciudad es un hábitat humano”, concepción constante en cada uno de los apartes del plan que permite comprender la base del modelo de ciudad que representa Peñalosa: una ciudad pensada para el ser humano sin reconocimiento del ecosistema y de su relación estrecha con la naturaleza.

Este plan para Bogotá presenta una flagrante contradicción: supone una visión de ciudad 2020 y 2038 compacta, ordenada y densificada adecuadamente, mientras en la práctica promueve proyectos de urbanización en los bordes, en reservas ambientales y planea una ciudad expandida y excluyente. Paradójicamente, el PDD “Bogotá mejor para todos”, aprobado por el Concejo de Bogotá, es una poesía llena de recursos literarios, apela a la felicidad, las oportunidades, la diversidad, el respeto por la diferencia, la participación; describe una ciudad moderna, sustentable, respetuosa del ambiente, con tecnologías de punta, líder en cultura ciudadana, ejemplo de buen gobierno, libre de pobreza, exclusión, y discriminación, interconectada, eficiente en movilidad y con un alto reconocimiento de lo público. Sin embargo, en lo concreto, en lo que tiene que ver con los programas y proyectos, está plagado de facultades y “micos”, tales como peajes, cobro por exoneración de pico y placa, venta de otras empresas de patrimonio público como TGI, tercerización de la cultura, entre otros adefesios. Entonces Bogotá enfrenta una amenaza sin precedentes ante la cual uno se pregunta: “¿y ahora quién podrá defendernos?”.

Pues bien, asistiendo a las movilizaciones y acciones de rechazo al PDD y especialmente contra la venta de la ETB pude escuchar la misma preocupación de boca en boca, pero también pude escuchar un halo de perspectiva: solo el pueblo salva al pueblo. Es verdad, suena romántico, pero es verdad. Entonces no es momento de buscar salvadores, ahora el asunto está en plantearse otra pregunta ¿cómo lograr organizar el descontento popular? En tal sentido, sugiero tres propuestas para poder salvar a Bogotá:

1. Organizar la revocatoria: hace algunos meses, tras la aplastante victoria de Peñalosa, era para algunos difícil de pensar, visto como una vil revancha o simplemente como la actitud del mal perdedor, pero hoy, con la política de Peñalosa develada, su PDD aprobado y la discusión en ciernes del Plan de Ordenamiento Territorial, esta iniciativa es apenas un acto de dignidad, más aún, un acto de democracia plena. Hoy los ciudadanos tienen la oportunidad de evidenciar y evaluar toda la mentira e hipocresía vendida en la campaña; hoy la clase media engañada sabe el costo que va a tener que pagar. Las condiciones están dadas y hay que empezarla a organizar, obvio sin desconocer los plazos establecidos legalmente que obligan a esperar un año de gobierno para iniciar el proceso de recolección de firmas. Desde ahora es necesario difundir la idea, hacer pedagogía y hacer saber al ciudadano de su derecho a elegir y también sustituir a quien se supone debe representarlos en la administración de la capital. La campaña por la revocatoria no es sólo para tumbar al mal gobierno, también es la oportunidad para planear y organizar la construcción de lo que debe ser una nueva Bogotá.

2. Organizar el paro distrital: estamos próximos a conmemorar los 39 años del último gran paro en Colombia, el paro del 77. El impacto alcanzado no hubiese sido tan grande sin la organización y relevancia que alcanzó en Bogotá. Hoy nuestra ciudad enfrenta una terrible amenaza, lograr frenar este proyecto de ciudad es un imperativo, por ello preparar un gran paro distrital es una tarea de primer orden, y para ello hay que trabajar. El paro debe ser organizado desde lo local y lo sectorial. La Bogotá de hoy es muy diferente a la del 77, así que parte de la preparación implica un análisis de sectores, lugares estratégicos, de la dinámica de ciudad y por supuesto del músculo que debemos desarrollar. Nuestras peticiones son casi obvias pero en ello también hay que trabajar. Ya se cuenta con un insumo de pliego distrital elaborado desde la Coordinadora Distrital Sindical y Social, así que la tarea está avanzada y lo que viene es enamorar a la ciudadanía para que se empiece a organizar.

3. Renovación y cultura política: el momento que vive Bogotá pasa por la evaluación (ya casi sobrediagnosticada) de los 12 años de gobiernos alternativos en la Capital. Hoy es evidente la incapacidad para pasar de la asistencia a la conciencia y de ella a la organización. Una cuestión para reflexionar, es la poca o nula preparación de nuevos liderazgos, la falta de renovación no sólo discursiva, también de propuesta de ciudad, capaz de llegar a las capas medias y de resolver los problemas de la ciudadanía empobrecida. Las traiciones de los Luchos, los Albeiros, los Samueles no se pueden tolerar, las actuaciones de los concejales no pueden seguir de espaldas a la Ciudad; sin embargo, para que eso se pueda dar, es necesario fomentar una nueva cultura política y rescatar un nuevo pacto ético para salir de la politiquería. Para que el pueblo pueda salvar al pueblo, éste se debe empoderar.

Son muchas cosas las que están pasando en Bogotá: despidos masivos, el cambio de modelo de salud, problemas en la movilidad, la crisis medioambiental y muchos otros que se podrían mencionar. Todos ellos son frentes de trabajo y organización, pero es necesario articular. Por ello, si entre todas las propuestas por elaborar, nos logramos encontrar en estas tres, al menos ellas podrían funcionar.

Publicado en: Palabras al margen