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Columna de opinión
¿Resistencia civil? o resistencia a la paz
David Rabelo Crespo / Miércoles 29 de junio de 2016
 

Cuando el paramilitar Carlos Castaño habló de resistencia civil, les estaba enviando un mensaje directo a sus compinches. Por eso no es gratuito escuchar a Álvaro Uribe Vélez hablar de este tema, disfrazando su verdadera intencionalidad, cual es la de resistirse a la paz. Los sectores más retardatarios del país siempre se han opuesto a los cambios sociales, económicos y políticos que necesita la Nación. Ese ha sido el comportamiento histórico de ese sector troglodita que hoy representa Uribe Vélez.

La tenencia de la tierra ha sido un factor generador de violencia en Colombia, donde tanta gente sin tierra y tanta tierra sin gente es la expresión de la usurpación a la que han sometido al campesinado colombiano. Durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo, en 1936 se aprobó la ley 200, o ley de tierras como se le llamó. Esta ley encontró una resistencia férrea de los sectores latifundistas del país. Jorge Eliecer Gaitán lideró grandes movilizaciones que buscaban defender los intereses de los trabajadores y el campesinado colombiano, exigiendo la aplicabilidad de la ley de tierras; pero ese mismo sector ultra reaccionario vio como un peligro para sus intereses las reformas adelantadas por López Pumarejo. Quienes impulsaron la movilización social para exigir profundizar y darle aplicación a dichas reformas fueron perseguidos, por eso el 9 de abril de 1948 asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán.

Definitivamente el modelo excluyente del frente nacional se impuso, enterrando cualquier posibilidad de adelantar reformas al Estado colombiano; utilizaron la violencia para expoliar los intereses de la población. Prueba de lo anterior, fue que siempre gobernaron bajo el régimen de excepción, llamado eufemísticamente Estado de Sitio. Con el Decreto de Estado de Sitio número 3398 de 1965, convertido en norma permanente mediante la ley 48 de 1968, le aprobaron facultades al Ejército para armar a la población civil vinculándola al conflicto armado. Esta decisión gubernamental fue una clara infracción al Derecho Internacional Humanitaria y una violación al Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Con esta normatividad se configuró el terrorismo de Estado, creando a los grupos paramilitares que realizaban el trabajo abierto, masacres; y la Fuerza Pública el encubierto, muertes selectivas, red 7 de la Armada Nacional. El terrorismo de Estado se convirtió en un instrumento de despojo y además frenó cualquier posibilidad de reforma democrática al Estado colombiano. Se le dio cumplimiento a lo acordado en el pacto de Chicoral en 1973, donde los sectores más regresivos se comprometieron a no volver a hablar de reforma agraria, imponiendo a sangre y fuego una contra-reforma agraria que despojó al campesinado colombiano de sus tierras, favoreciendo el latifundio y la ganadería extensiva. Son los mismos que lideran las bandas anti-restitución, oponiéndose violentamente a la ley de restitución de tierras.

No se puede olvidar quien fue el ponente de la ley que privatizó la salud pública en el país, que puso al pueblo colombiano a morirse en las puertas de los hospitales, para que un grupo reducido se enriqueciera a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría de los colombianos. ¿Será que Uribe Vélez añora el modelo de Agro Ingreso Seguro para quitarle a los pobres y darle a los ricos? ¿O el modelo de las chuzadas para fisgonear a periodistas, defensores de derechos humanos y a la oposición política? Esas viejas prácticas atrabiliarias no se pueden revivir. Esa es la resistencia que está realizando Uribe para pretender imponer el modelo de oprobio que caracterizó a su gobierno.

El mayor retirado de la policía, Juan Carlos Meneses, relató con pelos y señales todas las atrocidades cometidas por el clan de los 12 apóstoles, según el mayor, liderado por Santiago Uribe Vélez, hermano de quien hoy se resiste a que haya paz y reconciliación en Colombia, es decir se resiste a que se acabe la guerra. ¿De cuál resistencia nos están hablando? ¿La resistencia para que vuelvan los falsos positivos con la estela de sufrimiento con la que anegaron al país, soportando este dolor miles de madres y viudas? ¿O añoran los montajes judiciales con el cartel de los testigos falsos para encarcelar la verdad, para pretender imponer el régimen de la ignominia y la mentira?

La paz se está abriendo paso, los acuerdos entre el Gobierno Nacional y la insurgencia de las Farc, son un elemento esencial que se debe defender; participar activamente en la movilización social para derrotar a los guerreristas y así entre todos construir esa justicia social que tanto anhela el pueblo colombiano.